Llegó de negro impecable como homenaje a Ochoa. Se quedó maravillado por el campo en todas sus facetas. Y se puede decir que hasta sintió un poco de envidia de no sentarse en el banquillo local de nuevo. Se retrató en el busto de Pichichi y, cuando entró al vestuario local, se encontró con una tremenda sorpresa.

Allí le esperaba Carlos Gurpegi, el futbolista ejemplo del club al que hizo debutar en su segunda etapa en Bilbao, al que sacó chispas en el campo y apoyó todo y más en el desagradable asunto extradeportivo. Todavía se recuerdan sus lágrimas en rueda de prensa. Han mantenido un contacto a distancia durante mucho tiempo, pero no se habían abrazado desde hace 16 años.

Fue muy emotivo ver a Gurpegi entregando a Jupp Heynckes la camiseta personalizada con el número 11, con el que el mito alemán hizo diabluras en el Borussia Mönchengladbach.

La deliciosa cena posterior en el San Mamés Jatetxea que dirige Fernando Canales dio para hablar de mil anécdotas entre Jupp, Gurpegi e Iribar. Quedó evidente que son dos personas que marcaron al técnico, que tiene en su corazón al Athletic para siempre. Prometió asistir a algún partido en directo. Pura historia.