bilbao - Es probablemente el diagnóstico que más teme un futbolista. El que genera cierto terror cuando se daña una rodilla y debe esperar unas 24 horas para conocer el verdadero alcance de la lesión. Gorka Guruzeta (Donostia, 12 de septiembre de 1996) es la última víctima de semejante desgracia. El joven delantero del Athletic encajó con rabia, primero, y serenidad, después, el anuncio que recibió por parte del equipo médico de la entidad bilbaina, colgado en su página web oficial: “Gorka Guruzeta sufrió una entorsis en su rodilla derecha durante el partido Bilbao Athletic-Real Sporting B. Las pruebas complementarias efectuadas señalan que sufre una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Durante los próximos días se conocerá la fecha de la intervención quirúrgica a realizar para reparar su lesión”.

La lesión ya tenía mala pinta cuando el donostiarra se lastimó la articulación de forma fortuita a los 23 minutos del duelo del domingo en Lezama frente al filial sportinguista, que se llevó la victoria (0-2). Fue un lance en el que el rojiblanco chocó con un rival y que le obligó a ser atendido en primera instancia. Regresó al césped, pero solo duró cinco minutos más, cuando ya no pudo aguantar al apoyar la pierna derecha tras una disputa aérea. Guruzeta se dejó caer, meneó la cabeza en señal de abatimiento y minutos después se sentó en el banquillo ya con el hielo aplicado en la zona lacerada. Ayer, le llegó la noticia que no deseaba recibir, pero que le toca afrontarla con toda la máxima fortaleza, ya que le mantendrá en el dique seco durante un mínimo de seis meses.

Guruzeta, con contrato hasta el 30 de junio de 2021 y con opción a otra campaña más, se rompe en un momento que trastoca sus planes a medio plazo. No en vano, el delantero se curtía con el Bilbao Athletic, en el que ha participado en seis encuentros y con un gol en su cuenta, después de no haber visto cumplidas sus expectativas en el primer equipo, en el que solo presenta un recorrido en 46 minutos totales en sus comparecencias en los instantes finales de seis jornadas. Su objetivo se centraba en coger músculo competitivo de cara a la pretemporada venidera, en la que pretendía convencer a Gaizka Garitano y, en caso contrario, buscar una cesión propicia a un club de LaLiga 1/2/3, categoría de la que le habían llegado algunas ofertas en el pasado invierno, pero en Lezama se decidió cerrar esa puerta. El donostiarra no recibirá el alta médica hasta el próximo otoño, con más probabilidades de que fuera en noviembre, por lo que a sus 23 años deberá gestionar una situación que puede ser clave para su futuro.