bilbao - El último derbi de la temporada para el Athletic llega en un momento ideal. A la formidable trayectoria propia en San Mamés, donde no conoce la derrota a las órdenes de Gaizka Garitano, se le añade la espectacular caída de tensión que se percibe en el seno del Alavés, agravada por la inminente salida de Abelardo Fernández, el indiscutible líder espiritual del proyecto. Sobre el papel todo apunta a un nuevo triunfo rojiblanco y la certificación del objetivo perseguido, pues le aseguraría la séptima plaza que da derecho a disputar las rondas previas de la Europa League e incluso dejaría abierta aún la pelea por la sexta.

El escenario y las inercias condicionan claramente el pronóstico, tanto que a esta clase de partidos se les suele poner el apellido de trampa. Cuando todos los factores auguran un desenlace concreto y hasta la afición asiste pensando más en la celebración posterior que en el desarrollo de los noventa minutos, es como si se estuviese cursando una invitación al tropiezo. Un término este que pretende describir la zancadilla que el equipo favorito se pone a sí mismo, acaso porque incurre en un exceso de confianza o porque se deja llevar por la ansiedad.

Son los riesgos que el Athletic debe eludir con cabeza, siendo fiel al guión que le ha conducido hasta aquí. Si es capaz de hacerlo, la verdad es que cuesta creer que se le vayan a escurrir de las manos los tres puntos, no en vano es patente que el Alavés ha perdido el hilo de la competición y está deseoso de que el campeonato acabe ya. Su rendimiento no se aproxima ni por asomo al de febrero. Queda la impresión de que la ambición de los babazorros murió entonces. Fue asegurarse la permanencia y ponerse en modo caída libre. Los esfuerzos de Abelardo por elevar el ánimo de su tropa han caído en saco roto. Objetivamente el Alavés continúa siendo candidato a Europa, pero ha malgastado la ventaja adquirida a lo largo de una primera vuelta excelente, que le permitió flirtear con la Champions.

En la actualidad figura con tres puntos menos que el Athletic y por aquello del golaverage conviene recordar que en Mendizorrotza el derbi se saldó sin goles. Eran otros tiempos, con el Athletic intentando salir de la zona de descenso mientras el Alavés lucía palmito. El panorama ha experimentado un giro radical, los roles se han invertido y este mediodía el Athletic puede descartar a su vecino de la lucha por el premio de competir en el continente. Seis puntos, siete en realidad en la hipótesis de empate a la conclusión del calendario, con tres jornadas por celebrarse es un buen colchón para dirigir la mirada al Valencia, el equipo que le antecede en la clasificación. Espanyol y Betis, los únicos que podrían hacerle sombra, con seis puntos menos, se cruzan este lunes en el Villamarín.

varios cambios Garitano ha llamado a diecinueve jugadores. Las novedades son Raúl García, Beñat y Vivian, central del filial que acude por la baja del lesionado Yeray. El otro hombre que se cae de la convocatoria es Mikel Rico, presumiblemente muy castigado al haber jugado entero el encuentro de Leganés tras una dilatada ausencia. Sin pistas sobre la formación inicial, el técnico advirtió de que es el tercer compromiso en seis días: “El once dependerá del estado físico de los hombres. Hemos visto los que más enteros están, pero también hay que pensar en el plan del partido. Hay algunos que no son fáciles de sustituir y teniendo en cuenta todos estos factores escogeré”.

Volverá la defensa clásica de cuatro, quizá con De Marcos en el sitio de Lekue, titular en el Bernabéu y en Butarque. En la media es segura la vuelta de Beñat y nadie duda de que Raúl García tendrá sitio. Una cuarta variante pudiera ser Muniain, inédito el miércoles y ubicado en la banda derecha en las dos citas anteriores. La incógnita revolotearía sobre Córdoba y Aduriz. El extremo atraviesa un momento dulce y el ariete acaso sea una baza que Garitano reserve de cara a la segunda mitad.