Bilbao - El carril derecho del Athletic, defendido por Óscar de Marcos desde la salida del club de Andoni Iraola en junio de 2015, se ha convertido en propiedad exclusiva de Ander Capa (Portugalete, 8-II-1992). El lateral vizcaino, revitalizado tras la llegada de Gaizka Garitano al banquillo del primer equipo rojiblanco el pasado 4 de diciembre, se ha adueñado de una parcela que ha dado pie a un buen puñado de debates en los últimos años. Las dudas ofrecidas por De Marcos en el apartado defensivo, que se vieron multiplicadas en el caso del ahora lesionado Iñigo Lekue, dejaron abierta una puerta hacia la titularidad que Capa persiguió con ahínco desde su primer entrenamiento como león a las órdenes de Eduardo Berizzo. El entrenador argentino, sin embargo, se decantó por la polivalencia y “riqueza táctica” de De Marcos sobre el césped, elección que dejó en un segundo plano a Capa.

Sin apenas minutos en las piernas y sin la confianza del cuerpo técnico liderado por Berizzo, el portugalujo aguardó su momento en la sombra. No bajó el pistón y nunca se conformó con interpretar un papel secundario dentro de un equipo que asomaba sin rumbo, a la deriva y en puestos de descenso a Segunda División al término de la decimocuarta jornada. En medio de tan oscuro escenario, el expresidente Josu Urrutia dio las llaves del banquillo a Garitano y, con ello, concedió una segunda oportunidad a Capa, quien no tardo en reivindicarse. Lo hizo, no en vano, en el primer partido liguero que afrontó el Athletic bajo la batuta del preparador derioztarra, que no dudó en conceder la titularidad a un jugador al que ya conocía a la perfección de su etapa en el Eibar.

Capa, pegajoso en la marca y poderoso en sus múltiples arrancadas, se convirtió en uno de los destacados en la agónica victoria ante el Girona en San Mamés, el choque en el que dio comienzo el cuento de hadas que vive el conjunto bilbaino con Garitano en el banquillo. A partir de ahí, con la regularidad requerida, el de Portugalete ha dotado a la banda derecha del Athletic de un preciado equilibrio que ha tenido influencia directa en los brillantes resultados firmados por los leones en los dos últimos meses de competición. El sábado, contra el Eibar, fue el último ejemplo de ello, toda vez que Capa, de menos a más durante el derbi ante sus excompañeros, apenas dejó resquicios por su banda y protagonizó varias subidas por su banda que La Catedral supo valorar en su justa medida.

TRABAJO Y HUMILDAD Con veinte partidos de liga a sus espaldas como rojiblanco, el lateral portugalujo puede presumir de haberse ganado a San Mamés. Su garra, apoyada en una eficaz disposición defensiva, una saneada asociación con sus compañeros y una potencia sideral a la hora de incorporarse al ataque con el balón en su poder, ha encandilado a La Catedral, donde Capa ha dado sobradas muestras de unas cualidades que no pasaron desapercibidas para el Barcelona años atrás, ni para Garitano, que ha dado la continuidad necesaria a un jugador que hizo hincapié tras el derbi del sábado en la necesidad de mirar al futuro con humildad y tranquilidad.

“Desde que llegó Gaizka quería que fuésemos una defensa sólida y férrea sin dejar huecos atrás para tirar a partir de ahí las líneas hacia delante, que es lo que estamos haciendo, y ahora nos toca ir a un campo complicado como el del Valencia, pero estamos bien”, resaltó el de Portugalete, quien apuntó en relación a las posibilidades de alcanzar un billete europeo de cara al próximo curso que “soñar está bien y hay que tener ese positivismo y mirar hacia arriba, pero sabemos que hemos estado abajo hundidos”. “Ahora estamos saliendo a flote y lo único que miramos es al siguiente partido”, agregó minutos después de vivir un partido “especial” el propio Capa, una locomotora de ida y vuelta.