Barcelona - La enorme final de Copa de mañana permite echar una mirada al pasado. Onésimo Sánchez (Valladolid, 1968) observa en su retrovisor. Viaja en el túnel del tiempo. A la campaña 1989-90. Con solo 19 años de edad, experimentó un salto cualitativo y cuantitativo en su entonces incipiente carrera profesional. El Barça le dio la oportunidad de asomarse al escaparate internacional. “Todo fue muy rápido”, matiza. Se vio en un vestuario “de ensueño” liderado por Johan Cruyff, el técnico que gestó el Dream Team. En aquel embrión participó Ernesto Valverde, jugador culé por entonces, y el propio Onésimo, que se cultivó en su único curso como azulgrana con la figura de El Txingurri, “un tío honesto”.

Onésimo recuerda su relación con Valverde, con el que coincidía en la posición sobre el césped y con el que comparte otros muchos aspectos humanos y profesionales: “Yo era muy joven y me encontré en un Barça que vivía una temporada muy complicada, porque sobre todo no salían las cosas en liga. Ernesto era un futbolista muy hecho, un tío muy normal, dicharachero, muy cercano, simpático, abierto a cualquier tipo de broma, pero muy competitivo, que creo que son también las virtudes que ha trasladado a su faceta de entrenador”.

El virtuoso extremo vallisoletano subraya que aprendió “muchas cosas” de Valverde, ya que, en su opinión, “éramos similares, salvando las distancias”. Por ello, no para de lanzarle flores: “Me decía que yo era un jugador diferente, que me iban a ir bien las cosas en el mundo del fútbol. Le gustaba el diálogo. Yo era un recién llegado. Jugaba poco, pero claro, es que estaban Txingu, Laudrup, Salinas, Begiristain. ¡Fíjate lo que tenía por delante!”.

Valverde le cerraba el paso, pero también le motivaba para aprender: “Éramos extremos puros, un 7 de los de antes. Aquel Barça jugaba con un descarado 3-4-3, lo que nos daba protagonismo. Yo quizá era más habilidoso, de desborde, con desparpajo. Ernesto, que recuerdo que tuvo algunos problemas físicos, era explosivo, le gustaba encarar, incisivo y marcaba diferencias”. Recuerda un partido especial: “Fue en la eliminatoria europea ante el Anderlecht, que nos echó a la calle en la prórroga. Salí tras el descanso por El Txingurri, con el que también coincidí en un partido en Castellón en liga y en la Supercopa de Europa frente al Milan. Era un chaval de 19 años y me tocaba aprender”.

Valverde conquistó aquella temporada el título de Copa con el Barça en la gran final ante el Real Madrid en Mestalla, con triunfo azulgrana por 2-0. Onésimo se la perdió, estaba ya camino de Valladolid, su tierra, para emprender después un periplo de tres años en el conjunto pucelano. Sin embargo, no olvida cómo se vivía la Copa en el vestuario culé: “Fue una competición especial. Los resultados no acompañaban en liga y en esa primera época de Cruyff, incluso se llegó a cuestionar su continuidad, se necesitaban títulos. Se había conseguido la Recopa anterior, pero en ese año solo nos quedaba la opción de la Copa, que se celebró a lo grande. Aquella final fue el inicio del Dream Team”, del que ya no participaron ni El Cabezón, apodo cariñoso de Onésimo, ni Valverde, que fichó por el Athletic.

El vallisoletano, que se encuentra sin entrenar desde que dirigiera al Murcia en la campaña 2012-13, dice que ha seguido después la trayectoria de Valverde, sobre todo como técnico: “Sabe motivar, es muy locuaz, muy directo en sus opiniones y en lo que pide al jugador. Es un entrenador de los que gusta tener a los futbolistas. Cuando dirigía al Olympiacos, nos dio una charla en Las Rozas junto a (Rafa) Benítez y lo cierto es que sus reflexiones me dejaron satisfecho”.

De cara al choque de mañana, Onésimo, al que no le gusta que uno de los finalistas juegue en campo propio, reconoce que el Barça es el gran favorito, pero “a un solo partido nunca se sabe”. Por ello hace su propia lectura de lo que puede suceder en el Camp Nou: “Es un encuentro muy estimulante para el Athletic, que está deseoso de volver a sacar la gabarra. Hay que ver cómo llega Aduriz, que es una pieza básica y estoy seguro de que el Athletic va a tener sus opciones. Valverde conoce de sobra al Barça y hoy en día es difícil sorprender. Está la duda del lateral derecho y se habla de que incluso lo podía hacer con Mikel Rico, que ya jugó conmigo en esa posición en el Huesca. Espero a un Athletic fuerte por dentro, con el propio Rico y San José, y al no estar Muniain meterá a alguien entre líneas para complicar la posesión del balón y buscar ganar la espalda a su defensa, quizá con la velocidad de Williams. Pero, sobre todo, el Athletic tiene que conectar con Aduriz. Es fundamental adelantarse en el marcador”. Y bajo la dirección de “un tío honesto”.