Jon Rahm vio alejarse ayer la Jarra de Clarete que premia al ganador de The Open. Se juntaron un día de clima puramente británico, que en el turno de tarde alternó los chubascos con los negros nubarrones y el sol, una vuelta discreta de juego por parte del barrikoztarra y unas notables prestaciones de algunos rivales ilustres que sí aprovecharon sus oportunidades, firmaron vueltas muy bajas y tomaron una ventaja que parece difícil de superar en las dos jornadas que quedan. Sobre todo porque quien lidera la clasificación es Scottie Scheffler, el número 1 que sacó a relucir en Royal Portrush su golf de precisión y firmó siete golpes bajo par, la mejor vuelta del día, y asestó un mazazo a las esperanzas de todos sus competidores.

No está siendo el abierto británico más productivo de Rahm, que está pagando el haberse quedado demasiadas veces fuera de posición en el camino hacia las banderas. Sus números desde el tee reflejan esa inconsistencia ya que en dos días solo ha cogido la mitad de las calles. Eso ha provocado que el acceso a los greenes no haya sencillo y haya pagado caros los errores. Y ayer cuando dejó la bola en el centro de la calle, sus hierros no fueron todo lo precisos que necesitaba. En el total de las dos rondas, Rahm ha perdido seis greenes en regulación que le han costado cinco bogeys. Ayer visitar dos bunkers de calle le condujo a uno de sus tres bogeys en el 8 y a no poder restar al par 5 del hoyo 12. Esos dos errores consecutivos le afectaron mentalmente y le generaron una frustración creciente que le llevaron a un tripateo en el 16 para caer por debajo del par en el día.

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El tiempo cambiante hizo también que el campo fuera distinto en cada fase y Rahm no logró encontrar ese momento para enganchar buenos golpes. Alrededor de las banderas, el golfista de Barrika sufrió demasiado porque tiró muy buenos putts, pero desde demasiado lejos y con pocos posibilidades de éxito. No logró meter ningún putt desde más allá de seis metros y el más largo que embocó para birdie apenas tenía metro y medio. Solo dos jugadores de los 154 en liza hasta ayer empeoraron esa estadística. En el hoyo 17 rascó un birdie gracias a un gran segundo golpe, pero en el 18 cerró con bogey tras tirar el segundo golpe desde el centro de la calle y fallar un putt de dos metros y medio para un total de par tras 36 hoyos. Fue el resumen de una jornada aciaga, definitiva para mal en las aspiraciones de Jon Rahm.

“He hecho siete hoyos muy buenos y a partir de ahí, nada”, comentó Jon Rahm, que reconoció a Movistar que “no hay excusas” con el mal tiempo “porque el campo estaba facilísimo. Simplemente, he jugado mal”. “No me he dejado buenas oportunidades porque muchas veces estaba la bola a más de cinco metros. Y cuando he dado buenos golpes, no lo he aprovechado”, añadió.