- Cinco años después de estallar la crisis migratoria y lejos de que Europa muestre visos de ponerse de acuerdo sobre un reparto solidario de los refugiados, las autoridades griegas han recurrido a medidas denunciadas como ilegales para solucionar el problema a su manera: las devoluciones en caliente están a la orden del día.

La práctica no es nueva, ya la usaban los gobiernos precedentes. Lo nuevo es la frecuencia con que ocurren y el apoyo velado que recibe el Ejecutivo conservador de sus socios europeos, que, según denuncian multitud de organizaciones de la sociedad civil, prefieren mirar para otro lado.

Según testimonios recogidos por varias organizaciones encargadas de monitorear el mar Egeo, como Aegean Boat Report, los métodos son cada vez más evidentes y brutales. En numerosos vídeos, facilitados a veces por la guardia costera turca pero también por los propios afectados que se los entregan a ONG, se puede ver cómo hombres encapuchados en embarcaciones de los guardacostas helenos golpean con palos a los refugiados que esperan en los botes a ser rescatados.

En algunos casos se ve como les obligan por la fuerza a subirse en balsas salvavidas; las comienzan a remolcar como si fuera una operación de rescate, pero al poco tiempo los guardacostas cortan el cabo de arrastre abandonando a los migrantes a su suerte cerca de las aguas turcas.

“Han tirado todo, las bolsas, los teléfonos, todo... Es una vergüenza para la ONU, pero también el pueblo griego debería sentir vergüenza. Es una vergüenza para todos. No es humano. Es inhumano”, relata un migrante en un vídeo grabado desde una de estas balsas y recogido por la organización Disinfaux collective.

En al menos tres casos, en las islas de Symi, en el archipiélago del Dodecaneso, o en Samos y Quíos, en el mar Egeo, los refugiados habían conseguido llegar a tierra. Prueba de ello son fotografías que habitantes locales facilitaron a las ONG y a medios.

Al día siguiente estas mismas personas aparecieron en vídeos de rescates de la Guardia Costera turca.