Berlín - La Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel rechazó ayer la propuesta de La Izquierda para romper el bloqueo político que se produjo en Turingia después de que los conservadores rompiesen el cordón sanitario a la ultraderecha. El izquierdista Bodo Ramelow, primer ministro saliente en este Land y vencedor de las elecciones regionales del pasado octubre, se comprometió el martes a respaldar un ejecutivo de transición presidido por la CDU, hasta la celebración de nuevas elecciones.

Propuso como jefa de ese Ejecutivo a Christine Lieberknecht, que ya ocupó ese cargo en el pasado antes que Ramelow, pero la conservadora no ha aceptado. "Estoy fuera de ese debate", aseguró al diario local Thüringer Allgemeine, dejando en el aire la propuesta de La Izquierda. Ramelow, un moderado dentro de La Izquierda, lanzó esta oferta en una reunión a cuatro bandas el lunes, que incluyó a verdes y socialdemócratas -sus socios en el tripartito con el que gobernó-, además de la CDU. Turingia ha quedado en una situación compleja a raíz de la elección por sorpresa del liberal Thomas Kemmerich como jefe del Ejecutivo regional con los votos de la CDU y del ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).

La Izquierda fue la fuerza más votada en las regionales del pasado octubre, donde superó el 30%, seguida de la AfD, que quedó en un 24%. Los sondeos apuntan a que, de convocarse nuevas elecciones, la formación de Ramelow se dispararía al 40%, mientras que la ultraderecha ascenderá levemente. La CDU, por su parte, caería hasta el 14%, siete puntos menos, mientras que los liberales quedarían fuera de la cámara.

Más allá de los efectos regionales, la votación en Turingia desató una tormenta política a escala federal en el partido de la canciller, que oficialmente rechaza toda cooperación, directa o indirecta, con la ultraderecha. La presidenta de la CDU, Annegret Kramp-Karrenbauer, renunció a su cargo -y en definitiva a ser la próxima candidata conservadora a la Cancillería- ante su incapacidad para gestionar la crisis de su partido y cerrar filas.

En ese sentido, Angela Merkel afirmó ayer que no tratará de ejercer su influencia en la búsqueda de una nueva presidencia para la CDU. "Me remito a lo que dije en 2018, cuando anuncié mi retirada de la jefatura del partido: no me implicaré en el proceso de elección de la nueva presidencia", indicó la líder alemana.

Merkel añadió no obstante que ello no significa que "no vaya a hablar con uno u otro interesado".

AfD "socava la democracia" La canciller insistió ayer en que su partido -"como el resto de las formaciones parlamentarias", recalcó- rechaza toda colaboración directa o indirecta con la AfD. Tanto Merkel como el presidente del país, Frank Walter Steinmeier, han advertido reiteradamente de que ese partido de la derecha radical pretende "socavar" la democracia.

AKK prosiguió ayer su ronda de contactos con los potenciales aspirantes. El martes se reunió con Friedrich Merz, rival interno histórico de Merkel, y ayer con el presidente de la Comisión de del Bundestag, Norbert Röttgen, con el ministro de Sanidad, Jens Spahn, y con el único afín a la canciller, el primer ministro de Renania del Norte-Westfalia, Armis Laschet.