proyecto educativo Forensic Science países como Finlandia, Estados Unidos, India, Somalia, México, Australia o Japón.

El proyecto se puso en marcha en 2017, dentro de las actividades que desarrolla la Unidad de Policía Científica de la Ertzaintza. “Una de ellas estaba relacionada con la visita de alumnos de Bachiller para darles a conocer la actividad que se desarrolla en nuestros laboratorios de cara a poder elegir qué carrera quieren realizar”, explica Iñaki Irusta -jefe del Área- además de dar a conocer los diferentes ámbitos de trabajo que se desarrollan dentro de la Ertzaintza. Una media de 25 centros realizaban al año estas visitas, lo que comenzó a plantear un problema a la hora de compatibilizar el trabajo diario de los laboratorios y la atención a los estudiantes.

Junto con el Colegio Gaztelueta surgió la posibilidad de dar un paso más a la hora de presentar las salidas laborales de las disciplinas científicas. “Queríamos que ellos mismos viesen en primera persona cómo se desarrolla el trabajo de la Policía Científica, que se pusieran en situación”, rememora Irusta. Dicho y hecho. Junto a Innobasque se puso en marcha el proyecto Forensic Science, en el que participaron en aquella primera edición, en el curso 2018/2019, once centros escolares de Bizkaia y Gipuzkoa: además del colegio Gaztelueta, Arangoya, El Regato, Urdaneta, Vizcaya, el Centro de Formación Somorrostro, Axular Lizeoa, Begoñazpi Ikastola, Lauro Ikastola e Irungo La Salle Ikastetxea.

A lo largo del curso, los alumnos de estos centros recibieron formación y nociones básicas, a través de charlas y ejercicios prácticos en los propios colegios, en diferentes ámbitos para resolver un crimen: el robo del cuadro Dama con estola de Leonardo da Vinci -de alto valor económico- en el Palacio Artaza de Leioa. Había que saber cómo se recogen huellas, la importancia de fotografiar un escenario, documentar la historia del lienzo... “Con este programa se trabajan no solo las disciplinas científicas, sino también el trabajo en equipo, la frustración, la distribución de tareas... Ámbitos que se encontrarán en el día a día cuando se incorporen al mercado laboral”, apunta el jefe de la Policía Científica. “Para ellos es muy motivador porque ven la utilidad de la teoría que han aprendido en los casos prácticos de un hecho real, de cara a orientar luego ellos qué carrera van a elegir el día de mañana. En nuestros laboratorios hay desde ingenieros informáticos o electrónicos a biólogos, pasando por químicos, farmacéuticos... Si tenían alguna duda, podían comprobar que lo que iban a estudiar tenía una utilidad en este campo”.

Para ello dispusieron además de un maletín de inspecciones oculares y recogida de evidencias con todo el material necesario para actuar en el escenario: buzos y guantes, conos milimetrados, reveladores de huellas dactilares -esos polvos generalmente negros que tanto se ven en las películas-, pipetas para recoger fluidos como sangre, gafas para ver con luces ultravioletas...

Todo el programa incorpora las habilidades de las disciplinas científicas STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas, por sus siglas en inglés), además de otras nociones por ejemplo de Arte o Derecho. “Muchas de las actividades van de la mano, por ejemplo, de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que otorga el derecho a los detenidos o investigados de estar presentes durante la inspección ocular del escenario de un crimen para que no haya manipulación de pruebas”, relata Irusta.

Algunos de esos estudiantes formaron parte del equipo que participó en abril de 2019 en un ejercicio práctico en el propio Palacio Artaza, donde se recreó el robo con diferencias evidencias. “Fue un ejercicio lo más real posible sobre la ejecución de protocolos y fijación de la escena, levantamiento de evidencias y cumplimentación documental”, explica Irusta. Con el arrestado presente, se pusieron en las botas y los buzos de agentes de la Policía Científica, recopilando todas aquellas pistas para dar con el autor del robo: una lata de refresco en los jardines que reveló una huella latente, un papel con sangre, un trozo de plástico que se correspondería con la parte que le faltaba a la correa del reloj del detenido, varios pelos sobre la mesa donde se encontraba la documentación del cuadro, una huella en el cristal de acceso a la habitación de exposición de la obra, marcas de calzado en hojas de papel... En base a lo que habían aprendido, fueron distribuyendo las diferentes tareas; algunos acordonaban la zona mientras otros tomaban fotografías o buscaban evidencias.

Repercusión Internacional

La experiencia fue todo un éxito que despertó el interés no solo de otros centros educativos de Euskadi -hasta cincuenta colegios mostraron su interés por participar en el mismo- sino también a nivel internacional. Antes de que el covid-19 pusiera el mundo del revés, estaba previsto desarrollar el proyecto durante el curso 2019-2020 en un total de trece centros, dos más que en su primera edición, y escuelas de diferentes países como Finlandia, Estonia, Polonia, Estados Unidos, Canadá, Chile, India, Somalia, Perú, Corea del Sur, Italia, México, Australia, Japón y Filipinas. “Presentamos el proyecto en varios países como Italia, Francia, Portugal o Finlandia. Lo desconocían y les pareció muy interesante y pionero; en Finlandia, de hecho, son muy reacios a abrir las puertas de sus laboratorios”, relata Irusta. “Pero les pareció tan interesante que devolvieron la visita para ver cómo se desarrollaba el proyecto”.

La idea era que pudieran participar a través de la plataforma Moodle e incluso venir a Bilbao al finalizar el curso, alojándose con las familias de los colegios anfitriones, para la elección del mejor trabajo tanto de los centros vascos como a nivel internacional.

Para esa nueva edición habían diseñado ya un nuevo escenario y un nuevo robo: el de una escultura en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, sin que hubieran saltado las alarmas. Todas las sospechas recaen en los empleados de la limpieza. “Ya teníamos el caso práctico preparado e incluso pensábamos ya en hacer posteriormente algo también en el Museo Guggenheim”, apunta Irusta. “La dificultad iba a aumentar ligeramente respecto al caso anterior”. El escenario ya está preparado; solo hace falta que el covid-19 permita que los futuros investigadores entren en él.

Los alumnos aprenden, sobre el caso práctico de un robo, cómo se lleva a cabo una investigación desde la Unidad de la Policía Científica

Los participantes abordan otros ámbitos como el trabajo en equipo o la distribución de tareas, básicos para su futuro laboral