Los juegos de azar nos acompañan. La Lotería de Navidad, la Primitiva, aquella Quiniela de fútbol que antes se completaba en familia, acudir al hipódromo, apostar al colorao en el partido de pelota, la vecina que va al bingo el sábado a la tarde... El juego nos rodea, nos ha rodeado históricamente pero, ¿por qué preocupa más ahora? Quizá sea porque, en la actualidad, jugar es más fácil, puede ser más anónimo, el abanico de apuestas es infinito, se puede hacer desde casa, es un plan entre amigos, puede servir para financiar una juerga...Las salas de juego muestran una estética atractiva y moderna, volcada en el universo on line, y tienen mayor presencia en las capitales. El director de Juego del Gobierno vasco, Aitor Uriarte, explica cuál es la situación. “En cuanto a salones de juego, Euskadi está ya a tope de licencias. Sí que en Gipuzkoa hay dos pendientes de apertura, uno en Ordizia y otro en Arrasate, más una solicitud de bingo en Irun”.

“El tope se establece a nivel de comunidad autónoma. No se van a dar nuevas autorizaciones, pero no hay una limitación territorial y se podría dar el hipotético caso de que un local de Bizkaia se traslade a Gipuzkoa”, añade. “La única limitación por territorios es la de casinos; uno en cada uno”, puntualiza. Según Uriarte no se puede hablar de concentración de salas de juegos, aunque sí de otro fenómeno. “Al aplicar la norma de distancias entre locales, ocurre que las capitales se saturan. Los operadores lo que han hecho es ir a municipios de tamaño medio, de 20.000 o 30.000 habitantes, para colocar un salón de juegos”. Este fue el caso de Azpeitia. Lo señala Uriarte: “Si no puedes colocarlo donde tú quieres, te vas alejando y buscas ubicaciones en poblaciones en las que se garantice el umbral de rentabilidad”.

La plataforma Elkar-ekin del citado municipio ha sido portavoz del malestar que genera la apertura de salas de juego y se ha movilizado en contra de la existente en su casco. Según palabras de un representante de la citada plataforma, esa presión ha podido tener que ver con el hecho de que en el establecimiento no haya mucho movimiento. “Detrás de estas salas hay empresas con intereses económicos que nada aportan a la sociedad y que, por contra, solo buscan lucrarse sin mirar las consecuencias, como la ludopatía”, señala el representante de Elkar-ekin.

En Azpeitia constataron que eran muchos los vecinos que tenían en su entorno personas con problemas de juego y que su poder de atracción era mayor entre los colectivos más vulnerables, a los que se hace llegar el mensaje de que “se puede ganar dinero fácil”. Elkar-ekin decidió actuar y poner en marcha “una dinámica de protestas”. “Para nosotros lo más importante fue conseguir el mayor respaldo posible por parte de la ciudadanía, y por ello llevamos a cabo una campaña de recogida de firmas, consiguiendo 1.636 apoyos en un mes en contra de la sala de apuestas”. Las movilizaciones posteriores y los actos de protesta ante el establecimiento que se han llevado a cabo en el último año y medio se han realizado “con este aval”.

Preocupación Los motivos son muchos pero la realidad es que hay cada vez más voces que se alzan alertando del peligro de que el juego pase a ser una adicción, un peligro que es aún mayor en un colectivo muy vulnerable: el de los jóvenes. Tal es la preocupación que las administraciones han comenzado a tomar cartas en el asunto. El Gobierno vasco ha paralizado la concesión de licencias de apertura de salas de juego, pero a sabiendas de que es una medida insuficiente y que hay medidas determinantes a adoptar que dependen de otras instancias como la regulación de las publicidad del juego, esa que muchas veces tiene como portavoces a caras conocidas -principalmente deportistas-, que atraen a las personas más jóvenes que no miden el riesgo de que, poco a poco y apuesta a apuesta, pueden entrar en una rueda de la que salir resulta mucho más complicado.

Está en manos del Gobierno español dar cauce a un decreto que regule la publicidad y el patrocinio de estas actividades, atendiendo a las recomendaciones de la Comisión Europea. Aitor Uriarte no lo duda y califica de “urgente” la aprobación de ese decreto. También en Elkar-ekin están especialmente preocupados por esta realidad y por ello han trabajado para recabar apoyos entre las cuadrillas del pueblo. Afirman que se ha logrado, cierta “concienciación” y un importante nivel de adhesión a su campaña. Respecto a los más jóvenes, la respuesta que han encontrado ha sido variada. “Hay muchas cuadrillas que han vivido casos de ludopatía en primera persona y se han sumado a nuestras reivindicaciones. Pero hemos constatado que sí hay algunos jóvenes que todavía no son conscientes de las consecuencias que conlleva esta dinámica del juego”.

Consideran importante la información pero, añaden, “si llevas a cabo estas campañas y al mismo tiempo deportistas y personajes de referencia para estos jóvenes hacen publicidad del juego, con mensajes que les llegan con contundencia, es difícil hacerles frente. Habría que empezar por prohibir este tipo de publicidad”. En Euskadi, desde que en 2008 se adjudicaron mediante concurso público tres licencias de operadores de apuestas, su número no ha sufrido ninguna alteración.

Todo el día El mayor cambio en los últimos años es el derivado de la irrupción de la opción on line, que posibilita el juego y también las apuestas a través de cualquier dispositivo las 24 horas del día. Ese anonimato, esa forma de jugar desde casa, el vínculo con el deporte que en muchas veces sirve de gancho y su accesibilidad a través del móvil hace que sean muchos los jóvenes que juegan on line.

Según datos del Observatorio Vasco del Juego, el volumen medio de la apuesta deportiva on line fue de 15 euros en 2018, mientras que en hostelería y salones fue de 6,5 y 8 euros, respectivamente, lo que, en palabras, de Uriarte, demuestra que, “a mayor grado de privacidad, el gasto medio es mayor”.

Aunque es difícil de gestionar, Uriarte aboga por mejorar los mecanismos de control de acceso a los juegos on line. Hay otro aspecto sobre el que se puede actuar de forma conjunta con las entidades financieras: “Habría que lograr que en los registros de prohibidos y auto prohibidos también se incluya la prohibición al acceso a microcréditos”, ya que la solicitud reiterada de este tipo de créditos acrecienta el problema. Uriarte puntualiza: “En lo que se refiere al juego presencial, en el que podemos intervenir, los datos demuestran que, pese a que hacemos muchas inspecciones, en 2018 no llegaron a 20 los expedientes sancionadores que se abrieron por presencia de menores en locales de juego y en 2019 no fueron más de 15”.

Menos tragaperras Una mirada a los fríos datos hace entender que el juego atrae, aunque pueda sorprender en qué dirección. Según la encuesta llevada a cabo por el Observatorio Vasco del Juego en 2019, el 61,7% de la población vasca “ha jugado una o varias veces a la semana” a las Loterías y Apuestas del Estado, frente al 3% que lo hecho en una máquina de hostelería. ¿Por qué? Porque en los últimos años ha ido descendiendo el número de máquinas en los bares de forma evidente. Desde 2016 la cifra de licencias de máquinas tragaperras ha pasado de 9.320 a 8.150 y ha bajado también el número de bares que tienen este tipo de aparatos. ¿Cómo se sitúa Euskadi en el panorama estatal del juego? Siempre según los datos del Observatorio, lo que se juega en la Comunidad Autónoma Vasca supone un 6,1% del total del gasto en apuestas, loterías y juegos de azar en el Estado, porcentaje que es algo menor al peso del PIB vasco sobre el conjunto del Estado. Observando esta radiografía, Uriarte considera que es vital “tomar muy en cuenta dónde hay que poner el foco y qué medidas hay que activar para paliar el problema. Porque si no se emplean las medidas adecuadas al destinatario preciso se pueden lograr efectos contrarios a los que se buscan”.

Pero la Administración no duda en actuar con contundencia cuando la intervención es necesaria y efectiva. Tras realizar 3.400 inspecciones, en 2018 se detectaron 18 menores en locales de juego y en 2019 no superaron los 15 casos. “Si hablamos de locales de juego, la sanción por la permanencia de un menor en su interior es de cerca de cuatro mil euros y si está jugando llega a los seis mil euros”, explica Uriarte.

En un establecimiento de hostelería la sanción si juega es de 4.000 euros, que debe de abonar el hostelero. No hay sanción por acceso porque en este tipo de locales no está prohibida la entrada de menores. El menor será sancionado cuando esté en un local donde no tiene permiso de acceso con multas de 150 euros. Hay algo que Uriarte tiene claro: la necesidad de predicar con el ejemplo y de educar a los más jóvenes en el ámbito familiar. A nivel social, el mensaje es similar: no pasar por alto cuando se constatan situaciones que no deben permitirse.