BILBAO - La eutanasia no divide solamente al Estado español. Se trata de un asunto cuya despenalización y discusión no entiende de fronteras, pues su legislación es muy variada a lo largo de Europa y en otros países del mundo. Actualmente, son siete los países que han aprobado la despenalización de la eutanasia activa, cuatro de ellos de la Unión Europea.

Con el cambio de siglo, las novedades llegaron a los tres territorios del Benelux. Los Países Bajos fueron el primer representante europeo en dar el visto bueno a la legalización de la eutanasia. Todos aquellos pacientes que cumplen una serie de requisitos, que su enfermedad sea insufrible e incurable, pueden solicitar esta medida, ejecutada en todos los casos por un médico. Con una legislación similar aparecen Bélgica y Luxemburgo, que aprobaron su ley poco después que sus vecinos.

Más complicado es el caso de Suiza, donde debe ser el paciente quien se suministre el veneno que haga efectivo su fallecimiento, pues los galenos que sean parte activa de este acto pueden ser acusados de homicidio.

Fuera de las fronteras del Espacio Schengen, los únicos dos países que contemplan la eutanasia como posibilidad legal son Colombia y Japón.

La eutanasia pasiva, que es la única fórmula legal en España, permite que el paciente decida no seguir con el tratamiento que defiende su cuerpo ante la enfermedad. Entre los países con una legislación similar aparecen Reino Unido y Francia. En el país galo, la eutanasia ha vuelto a la agenda política tras el fallecimiento de Vincent Lambert, postrado en una cama durante los últimos once años de su vida.

Tanto Portugal como Alemania han tenido en los últimos años sendas batallas parlamentarias alrededor de la eutanasia. Los lusos decidieron no aprobar su despenalización, mientras que la justicia alemana admitió la denuncia de una paciente en 2017, permitiendo de facto el suicidio asistido. En definitiva, la división es mundial.