Pekín - Lunes negro en las bolsas de Shanghái y Shenzhen, cuyos índices referenciales cayeron ayer un 7,72% y un 8,45%, respectivamente, por el temor de los inversores al impacto económico de la crisis causada por la epidemia del nuevo coronavirus de Wuhan. Se trata del mayor desplome en los dos principales mercados de la China continental desde el crac de 2015. Según los últimos datos oficiales, la cifra de muertos por el coronavirus en China es de, al menos, 361 personas y la de contagiados, de 17.205. Por poner estos datos en contexto, la epidemia del síndrome respiratorio agudo y grave (SARS) de 2002-2003 dejó en China 7.083 casos -incluyendo la ciudad semiautónoma de Hong Kong, uno de los focos del brote- y 646 muertos.

Las bolsas chinas no operaban desde el pasado 23 de enero por las vacaciones del Año Nuevo lunar, que debían haber terminado el 31 de ese mes, pero fueron ampliadas por las autoridades. Una caída como la de ayer era algo previsible: en su último día de operaciones, la cifra de infectados era de 571 y la de muertos, de 17. Ese mismo día la ciudad de Wuhan, epicentro del brote, fue cerrada, y hoy son ya casi 60 millones de personas en la provincia de Hubei los que se encuentran bajo esa cuarentena de facto. Y el batacazo podría haber sido aún mayor de no ser porque el regulador chino no permite que ningún título varíe más de un 10% en una sola jornada: según el diario South China Morning Post, unas 2.600 compañías de estas dos plazas cayeron ayer hasta ese límite.

Según analistas de Citic Securities citados por el portal de noticias económicos Shanghai Securities News, no habrá más desplomes a largo plazo, ya que los inversores han ido acumulando "sentimientos negativos" durante los días de cierre de los mercados chinos. Por tanto, todas las malas noticias de esas jornadas -incluidas las relacionadas con el impacto sobre la economía china- se vieron plasmadas en la apertura de la sesión. Shanghái abrió con bajadas del 8,73%, y Shenzhen, del 9,13%; durante la jornada, las pérdidas se moderaron suavemente.

Entre las mayores afectadas en esta jornada figuran compañías de transporte como la aerolínea Hainan Airlines o financieras como Huangshan Jinma, que se depreciaron hasta el máximo permitido, lo contrario que ocurrió con las compañías que se dedican a la fabricación de mascarillas -vitales para prevenir contagios y difíciles de conseguir en China desde que comenzó el brote-.

En este sector, destacaron Tianjin Teda, Guangzhou Improve Medical Instruments o Shandong Dawn Polymer, que elevaron su cotización hasta el límite diario del 10%. Farmacéuticas como Harbin Pharmaceutical Group, en Shanghái, o Renhe Pharm, en Shenzhen, también llegaron a ese tope ayer. Los inversores están atentos al desarrollo de medicamentos o vacunas que puedan ser útiles en la lucha contra el virus.

Pekín PIDE CALMA La Bolsa de Shenzhen intentó calmar los ánimos y señaló en un comunicado que "el 2019-nCoV (nombre provisional del virus) va a tener un inevitable impacto negativo en la economía china y en los mercados financieros a corto plazo. De todas formas, no cambiará la tendencia de crecimiento a largo plazo de la economía china o el valor de los mercados de capitales".

"El impacto de anteriores epidemias -agregó- tuvo poco recorrido después de que se tomasen medidas positivas y efectivas". Una de estas medidas fue anunciada por el Banco Popular de China (BPC, central), que inyectó ayer 1,2 billones de yuanes (170.957 millones de dólares, 154.491 millones de euros) en los mercados. Así, el sistema bancario chino contará con una liquidez extra de 900.000 millones de yuanes (128.205 millones de dólares, 115.899 millones de euros) en comparación con la disponible hace un año.

Fuentes de la Comisión del Mercado de Valores china, la CSRC, afirmaron a la prensa oficial que abrir ayer los mercados fue una señal del "respeto a las reglas del mercado".

La CSRC anunció que las operaciones nocturnas de futuros quedarán suspendidas hasta nuevo aviso, que ampliará a seis meses el periodo para las acciones que se entregan como garantía de pago por parte de empresas e inversores de Hubei -para otras provincias, de tres a seis meses- y que habilitará nuevos canales para que las compañías afectadas puedan financiarse y hacer frente a sus compromisos a corto plazo.

La mayoría de bolsas asiáticas también ha sufrido daños colaterales por el desplome de Shanghái y Shenzhen.

Las pérdidas fueron mucho más ligeras en el Kospi de Seúl (apenas un 0,01%) que en el Nikkei tokiota, que tocó su fondo de los últimos tres meses tras descender un 1,01 %.