Es conocido que la obesidad afecta negativamente a la salud y a casi todos los sistemas funcionales del organismo, empezando por el cardiovascular, que es el que directamente está más relacionado con los infartos, las anginas y los ictus cerebrales. Desde el punto de vista respiratorio, casi todos los pacientes obesos tienen un síndrome de apnea obstructiva del sueño y necesitan un soporte ventilatorio nocturno.

Otros problemas derivados de la obesidad incluyen los trastornos gonadales, como la infertilidad en las mujeres y el hipogonadismo en los varones, así como el aumento de algunos tipos de tumores, la enfermedad por reflujo gastroesofágico, y la sobrecarga articular en las extremidades inferiores, entre otras múltiples complicaciones.

Obesidad en Euskadi

En Euskadi, aproximadamente el 33-34% de la población mayor de 18 años tiene sobrepeso (índice de masa corporal superior a 25 e inferior a 30). Así lo afirma el doctor José María Vítores, especialista en cirugía bariátrica del Hospital Quirónsalud Bizkaia

Además, el 13% de la población vasca sufre obesidad, con un índice de masa corporal (IMC) por encima de 30. De estas personas, el 14,2% son varones y alrededor de un 12% mujeres. El 4,9% padece obesidad patológica, es decir, índices de masa corporal por encima de 35. “La obesidad sigue siendo un problema de salud individual en cada paciente, a la vez que un problema grave de salud pública. Es lo que se está llamando la epidemia del siglo XXI en todo el mundo desarrollado y, por supuesto, a nuestro alrededor también,” indica el doctor.

Cirugía de la obesidad como tratamiento

La obesidad mórbida (IMC por encima de 35, comorbilidad grave o de 40) es una enfermedad crónica e incurable. En general, resulta bastante improbable que un paciente con este tipo de trastorno logre una pérdida de peso lo suficientemente importante y mantenida en el tiempo sin la intervención que realizan los cirujanos bariátricos en el tubo digestivo ya que, según explica el doctor, “no nos vale una pérdida de peso que dure uno o dos años. Buscamos una pérdida de peso suficientemente importante y mantenida en el tiempo. Este es el objetivo del tratamiento.”

Existen diferentes grados de obesidad y, respecto al tratamiento, la cirugía está indicada en pacientes de grado 2, 3 y 4, con un IMC superior a 35. Esta medida se obtiene al calcular el índice de masa corporal a través de la relación entre el peso en kilogramos y la estatura en m2. En el grado 2, se recomienda la intervención cuando hay comorbilidad asociada, es decir, enfermedades relacionadas, y en los grados 3 y 4, aunque no existan estas complicaciones. 

Beneficios para el paciente

La laparoscopia es el abordaje mínimamente invasivo que se ha extendido en casi todos los procesos abdominales y que tiene múltiples beneficios. Esta técnica presenta menos problemas en la pared abdominal al no hacer una incisión grande. También supone un menor manejo de los órganos intra-abdominales, menos sangrado, una menor tasa de infecciones y un mejor posoperatorio. El paciente se moviliza antes, recuperándose e incorporándose de manera más rápida a su vida laboral y personal. 

En cirugía bariátrica se utilizan 3 parámetros para valorar el éxito o no de una intervención. El primero es la pérdida de peso, que se mide entre los 9 meses y los 2 años. El 80% de los pacientes a los 5 años tras la intervención, tiene un IMC por debajo de 30, es decir, fuera del grado de obesidad. 

“La pérdida de peso es permanente en muchos de los pacientes. No obstante, debe estar acompañada de cambios en los hábitos de vida que permitan que esto se mantenga."

El segundo es la resolución de las comorbilidades de estas enfermedades asociadas a la obesidad. El 90% de los casos con diabetes Mellitus tipo 2 mejora, incluso el 80% de los pacientes puede llegar a suspender la medicación. El 85% de las personas con soporte ventilatorio por la apnea del sueño pueden dejar la CPAP (máquina de presión de aire leve que se utiliza para mantener las vías respiratorias abiertas al dormir). 

El tercer parámetro es la mejora de la calidad de vida, que se mide a través del test de Moorehead-Ardelt. Según el mismo, al 90% de las personas les mejora la autoestima y dicen tener una mejor movilidad para hacer actividad física. Un 70% mejora su situación laboral y personal al socializar más y hasta un 50% dicen que mejoran las relaciones sexuales. 

Pérdida de peso permanente

La pérdida de peso permanente es lo que se busca con la cirugía, pero se necesita la colaboración del paciente, explica el doctor. “Nosotros hacemos los cambios en el tubo digestivo necesarios para que se pierda peso de una forma importante y para que esto se mantenga en el tiempo. Pero, evidentemente, el paciente tiene que hacer unos cambios en su vida personal para que esto sea efectivo.”

Lo normal es que la pérdida de peso máxima finalice entre los 9 y 24 meses después de la operación. Es después de ese momento cuando el paciente puede sufrir una reganancia de peso si no lleva a cabo una ‘ecuación calórica.’ Es decir, hay que equilibrar las calorías ingeridas y las gastadas a través de una dieta saludable y limitando los azúcares, las grasas y la ingesta de sal y que, a su vez, esté acompañada de un ejercicio físico adaptado a cada persona. “La mayoría, por no decir todas, de las reganancias de peso a largo plazo son por transgresiones alimentarias y por sedentarismo,” concluye el doctor Vítores.