Bilbao - En el banco exterior del Ein Prosit, una atalaya desde el que observar el paso de Bilbao en su trajín del día a día, se escucha la voz de Gon-tzal Sabin, un ingeniero de minas que aún se retuerce de indignación desde que supo que el Nou Camp sería la sede de la final de Copa de este año. En el paladar del alma le queda el amargo regusto de una maniobra que le invita a la sospecha.
¿Le veremos, pese a todo, en Barcelona?
-No. No voy a la final de Barcelona por dignidad y orgullo de Pueblo, dicho así, con mayúscula. Los vasquitos somos muy majos y bienvenidos, pero a las primeras de cambio, nos la meten porque conocen nuestra disposición con el Athletic.
Intuye que...
-Intuyo, no. Veo, veo. Veo cómo se han disparado los precios sin ton ni son, a lo loco. Si hubiesen echado una moneda al aire entre San Mamés y el Nou Camp y sale cruz habría ido, pero no entiendo cómo ha ocurrido esto. O a lo mejor sí...
Explíqueme.
-No. No quiero problemas. Solo digo que no me gustaría ver llenos los hoteles de Joan Gaspart en Barcelona el 30 de mayo.
¿Acaso hay dinero que detenga la pasión de seguir al Athletic?
-No. No es una cuestión de dinero solo. La cara me la pinto yo de rojiblanco para las finales del Athletic porque quiero, pero no me gusta que vengan otros a pintármela de indio. Es lo que le decía, orgullo de Pueblo.
La solución final, dicen, fue democrática
-No lo sé, pero tengo quejas también para los nuestros. ¿Donde estaba nuestra gente que no pegó un puñetazo en la mesa?, ¿dónde las autoridades o los comercios que no presionaron? Le diré algo más...
Le escucho.
-Me hubiese gustado que no se llegase a esa decisión del voto secreto, que se hubiese sorteado la final y si volviésemos a encontrarnos, que se jugase en el campo del otro. El Athletic es más que esta cuadrilla de impresentables que han movido esto.
Pero...
-Me cuentan que en una librería de Bilbao el libro más vendido ha sido el de Belén Esteban. Parece mentira, pero es lo que hay. En casa escuchaba que el pueblo que se deja matar merece morir. Y creo que no hemos peleado por esta final como se debiera. Solo falta que nos arbitre Mateu Lahoz o Undiano Mallenco.
Le compro la Vespa con la serigrafía de Iribar que ‘El Chopo’ le firmó después de viajar con ella a la última final.
-Ni hablar. No se vende. Y cómo se emocionó cuando la vio vestida de rojo y blanco.
Insólito. Una final del Athletic y usted se quedará quieto.
-¿Quien ha dicho eso...? Estoy pensando en soluciones. Me gustaría organizar una ascensión por la ría con varias embarcaciones para el día de la final, algo así como el entrenamiento de la gabarra. Le llamaría La bajada de la dignidad del Athletic y regalaría copas a todos.
Un último deseo...
-Hay gente que se quiere lucrar de manera amoral. Pues bien, yo me he acordado estos días de los ingleses que llegan de vacaciones a Salou. A buen entendedor...
el viajero del isocarro