Bilbao. Los dominios de este periodista alavés van más allá de China. Ha seguido con emoción las elecciones parciales en Birmania y ha regresado a Fukushima. Su asignatura pendiente es Corea del Norte.

Lleva casi tres años trabajando en Pekín. ¿Ya es un pekinés más?

Me muevo con soltura por una quinta parte de la ciudad, tengo mis rincones favoritos pero cada semana descubro otro nuevo, y aunque me desplazo en bici y disfruto comiendo casi en cualquier esquina... estoy a años luz de ser un pekinés más. Ni los chinos de otras provincias que llevan 20 años en Pekín son considerados pekineses.

¿Cuántos años suele durar allí un corresponsal?

De entre los que trabajan en castellano, los más longevos llevan unos 10 años. Entre la prensa anglosajona hay algunos pesos pesados que llevan más, pero la estancia media suele ser de 5 años. A partir de ahí no son muchos los que se quedan.

Cuando viene de vacaciones a Gasteiz, ¿se adapta rápido?

No suele haber problemas (se ríe), volver a casa nunca es difícil. Pero sí es cierto que los primero días me sorprende lo vacías que están las calles, los cielos limpios... y también te das cuenta de que entre la gente de tu alrededor la vida sigue y las preocupaciones y los intereses cambian. Me gusta ver mi ciudad con nuevos ojos cada seis meses.

¿Cada vez es más fácil o más difícil regresar a Pekín?

La partida más intensa fue la primera, sin duda. Ahora sigue revolviéndose algo en el estómago porque subir al avión significa dejar amigos y familia atrás pero también sé que lo que me espera al otro lado me gusta.

Usted fue a ese país para verlo cambiar y contarlo de primera mano. ¿En qué aspectos lo nota?

Se nota desde lo más alto, con la llegada de un nuevo Gobierno que, por ahora solo en las formas, quiere venderse como más moderno; se nota en los nuevos problemas (crecimiento más lento, déficit locales, burbujas inmobiliarias); y en la calle, en las reivindicaciones de los ciudadanos, en internet, en las tendencias entre los jóvenes...

En lo que concierne a su trabajo, ¿desde diciembre de 2010 hay menos obstáculos oficiales?

Diría que al contrario, en algunos aspectos la censura se ha recrudecido. China acaba de dejar atrás una etapa de gobierno de 10 años y comienza otra. En estos periodos de transición aumenta el control sobre los medios y sobre los intelectuales. Además, las primaveras árabes también encendieron las alarmas del Partido Comunista Chino.

¿El último congreso del Partido tuvo novedades? ¿Los ciudadanos tienen interés en la política?

El Partido Comunista tiene 80 millones de afiliados y vertebra todos y cada uno de los escalones de la sociedad. Pero el Congreso es, sobre todo, una gran puesta en escena de las decisiones tomadas por las familias que controlan el país, así que la mayoría de los chinos siguen con nulo interés lo que ocurre esa semana. La mayor novedad sucedió meses antes y entre bambalinas, con el bombazo de la caída en desgracia de Bo Xilai, cuyo juicio se inició el jueves.

¿Impresiona el Gran Salón del Pueblo y los más de 2.000 delegados?

Nos dejan entrar a la sesión inaugural y a la de clausura y a las reuniones paralelas. El decorado es impresionante, con la cúpula estrellada sobre tu cabeza, la solemne puesta en escena de los miembros del Politburó, las carreras de los cámaras por conseguir un buen sitio, la orquesta entonando el himno nacional... ahí acaba la emoción. En alguna ocasión he visto cabecear a algún delegado.

¿Qué medios de comunicación prefieren los chinos?

En mi opinión ahí está uno de los cambios que vive el país. En el metro ya no ves gente leyendo los periódicos oficiales en papel. Todos van con tablets y móviles desde los que consultan webs, portales, blogs, revistas... con opiniones e informaciones más variadas y críticas que las de los medios tradicionales. Con la televisión ocurre lo mismo: sirve para entretener pero a la hora de buscar información los chinos recurren cada vez más a otras fuentes.

¿Cómo es la televisión?

Hay un informativo oficial que es uno de los espacios más vistos porque todas las cadenas están obligadas a retransmitirlo. Luego hay gran variedad de formatos y funcionan fórmulas parecidas a las nuestras: programas para emparejar a jóvenes, les pirran los talent shows al estilo OT... CCTV es la televisión estatal y tiene 8 o 9 canales. Y cada provincia tiene su canal, algunos muy innovadores hasta que el Gobierno central les corta las alas.

En 2012, Mo Yan ganó el Nobel de Literatura. ¿Es muy conocido?

Sí, lo era antes del galardón y lo es más ahora. A diferencia de otros Nobel chinos, no destaca por alzar la voz contra el sistema de su país y ha contado con el respaldo de la maquinaria mediática oficial para dar a conocer el premio y su obra. Ahora todo el mundo en China sabe lo que es el Premio Nobel, antes no.

Algunos intelectuales chinos, desde dentro y fuera del país, le criticaron por no aprovechar el premio para denunciar la falta de libertad. A la calle llegó el valor de su obra y el orgullo que suponía que Occidente reconociese por fin el peso de la literatura china.

En 2013 se ha hablado mucho de Pekín por el récord de contaminación. ¿Es tan grave?

Sí. A principios de año vivimos una situación extrema que hizo reconocer al Gobierno por primera vez abiertamente la existencia del problema. No te quedas en casa porque es imposible, pero te olvidas de salir a correr, dejas de ir en bici... muchos chinos han hecho de los purificadores de aire y de la mascarilla herramientas de su día a día.

¿Le emocionó asistir a la victoria del partido de Aung San Suu Kyi en Birmania? ¿Le gustaría entrevistarla?

Birmania es un país fascinante del que no se habla nada. Los militares han encabezado una transición tras años de salvaje represión. Aung San Suu Kyi puede ser la próxima presidenta, EE.UU. y Europa le están bailando el agua para equilibrar el poder de China, existe el problema étnico con las recientes matanzas de musulmanes... Sin duda, me encantaría entrevistar a La Dama.

Regresó a Fukushima un año después de la catástrofe. ¿El mundo debe seguir preocupado?

Cada semana se llena una piscina olímpica de agua radiactiva. Tepco acaba de reconocer que existe un vertido enorme de agua altamente contaminada. Hay niños con cáncer de tiroides. El mundo debe seguir preocupado y ocupado en debatir qué hace con la energía atómica. Lo que vi fue un país que está haciendo un esfuerzo enorme para remontar una catástrofe colosal. Llevará décadas recuperar aquello.