Dirección. Gilles Bourdos. Guionistas. Jérôme Tonnerre, Gilles Bourdos (con la colaboración de Michel Espinosa). Fotografía. Mark Ping Bing Lee. Reparto. Michel Bouquet, Christa Theret, Vincent Rottiers y Thomas Doret.

EN relativo poco tiempo se han estrenado películas que han reflejado la pérdida de la inspiración o desidia existencial de algunos pintores veteranos (franceses todos ellos), y con escaso apetito por la vida y sus placeres. Hablamos de El artista y la modelo, de Fernando Trueba o Mi encuentro con Marilou. No es el caso de Pierre-Auguste Renoir, que afronta la pintura con la fijación casi obsesiva de un creador tan vitalista como convulsivo. Vitalista en el sentido de que se escuda en la magia de cada creación para sentirse vivo. Y convulsivo por el entorno bélico que le ha tocado vivir, en la Costa Azul de 1915, con soldados mutilados y desesperanzados. Pero él vive apartado de la parte sangrienta y negra que aflora fuera de su idílica campiña francesa, rodeado de cinco ayudantes mujeres, incluyendo alguna exmodelo. Porque inspiración tuvo de sobra Pierre-Auguste Renoir, que dejó cerca de seis mil cuadros.

El espectador de Renoir está invitado a la parte vitalista y mediterránea de la vida de un artista, cuya dedicación a la pintura es total. Además, estamos ante una de las películas más luminosas del año: la luz acompaña casi a todos los fotogramas en una espléndida reivindicación de la esencia del Mediterráneo. El director de fotografía, el taiwanés Ping Bing Lee, se luce para conseguir la armonía y la comunión del artista con su elemento de trabajo (la luz). La dirección de fotografía expande la luz en la que se inspira Renoir a todo el filme y aspira a la consolidación de una atmósfera especial. La función de esa disciplina no es sobresalir por sobresalir sino conseguir un tono concreto que requiere cada obra. En este caso, su objetivo era profetizar la luz en la que se acomodan las manos del pintor y crear un paisaje creativo. La luz inunda toda la película (aún cuando vemos a las víctimas de la guerra). Les vemos a pleno sol de la mañana; un brillo primoroso y general; una luz subjetiva ya que es Renoir padre quien plasma en los cuadros su energía positiva y calmada aunque haya perdido recientemente a su esposa y tenga un carácter imposible. Y no olvidemos, como señala Fabrice Revault en La luz en el cine, "cualquier iluminación cinematográfica está relacionada en mayor o menor medida con la manera (cuando no con la materia) de un pintor; hasta el punto de que, en último término, siempre hay una posible referencia pictórica".

La Costa Azul, lugar de peregrinación de otros tantos pintores, es un espacio idílico de armonía y cotidianidad hasta que llega una pelirroja en bicicleta. Christa Theret será la modelo del pintor y la nota de disonancia en la casa del creador. Andrée Heuschling fue una de las últimas modelos de Renoir y la primera esposa de su hijo, el director de cine Jean Renoir. Le dio una oportunidad en sus primeras obras mudas. Un caso inédito, que se sepa, en la historia del cine. Una suerte de Edipo para el hijo y el padre, que la contrata.

agua y mujeres La película está basada en Le tableau amoureux (2003), novela biográfica escrita por Jacques Renoir, fotógrafo y periodista, bisnieto de Pierre-Auguste Renoir. Una familia de grandes creadores en la que vemos despegar al joven Renoir, el gran Jean Renoir, casi imberbe, y sin una ambición clara. Un autor que plasmó su visión en la recomendable Mi vida y mi cine.

En esta película tan solo vemos el despertar del joven Renoir, uno de los grandes de la historia del cine, que se debate entre servir a su patria o hacer una carrera lejos de la metralla. Como afirma el director, Gilles Bourdos, tanto el padre como el hijo siempre siguieron el curso del agua y sus mujeres. Y ahora les seguimos nosotros.