SIGLO XVI. Las cocas vascas (robustas naos de transporte y pesca) nunca habían llegado tan lejos. Aislados en sus cofas, los atalayeros gritaban "Ternua, ternua" y las pupilas hambrientas de los marinos se hinchaban, alimentadas por un espectáculo grandioso. La bahía de Belle Isle, en Canadá, sigue siendo un lugar paradisíaco, un mar recogido, guarecido por la península de Labrador y la imponente Terranova. Al abrigo de esta inabarcable geografía un islote irregular revela que nuestros ancestros dejaron allí algo más que regueros de sangre. La Isla de los Vascos acogió a muchos de aquellos sufridos valientes que navegaron, primero, en pos del bacalao, y más tarde persiguieron al leviatán de los mares, la ballena franca, que a la postre resultó ser dócil.
Durante el siglo XVI y bien entrado el XVII, los marinos vascos explotaron los bancos de pesca de la costa de Labrador y Terranova (llegaron a matar más de 20.000 cetáceos, con la ayuda de arpones y sangraderas), y en su afán depredador se apoyaron en los nativos, que les ayudaban en las labores de tierra y a cambio recibían herramientas, alimentos y cierta protección. Aquellas tribus de mi'k-maqs, beothuks, iroqueses e inuits fueron el soporte ideal para poder emplazarse en tierras desconocidas, y fruto de la relación entre nativos y vascos surgió un pidgin, una "lengua de relación" formada por una mezcla de algunos elementos de varias (en este caso euskera y mi'k-maq). Los nativos se emplearon a fondo y al poco tiempo fueron capaces de dialogar con el hombre blanco (souricoua o zurikoa, les llamaban). Nola zaude (¿cómo estás?), preguntaban los vascos al arribar a las costas del Atlántico Norte, cada primavera, y ellos respondían apezak hobeto! (¡mejor están los curas!), manteniendo el tono irónico de la frase que les habían enseñado.
Cinco siglos después nos devuelven la visita y varios miembros de una de aquellas tribus, los membertou, recorren Euskal Herria durante estos días, dispuestos a rememorar un pasado en común. "Están orgullosos de su pasado, pero no solo eso, porque los investigadores dicen que el 20% de los habitantes de este pueblo son descendientes de vascos", apunta Juanjo Duque, que es quien les conduce en un maratoniano tour por tierras vascas. Invitados por el Departamento de Cultura y el Departamento de Promoción Económica de la Diputación de Bizkaia, los doce miembros del pueblo membertou visitarán Bizkaia y Gipuzkoa durante esta semana. "Han venido a conocer nuestra cultura y nuestro idioma, pero sobre todo les interesa nuestro sistema educativo", revela Duque, quien asegura que "están tratando de crear regiones autónomas como la de Quebec, y quieren ver cómo es nuestro modelo político, social y cultural".
La tribu membertou tiene una cultura y una lengua propia, pero mantiene un amplio repertorio de palabras prestadas del euskera, como ania (anaia-hermano), orignak (oreinak-ciervos), o adesquidex (adiskide-amigo), además de frases precisas: Ania, kir capitana? (anaia, kapitaina al zara?- amigo, ¿eres capitán?).