Londres. Las cenizas de Millvina Dean, última superviviente del hundimiento del Titanic, fueron arrojadas al mar el sábado, en el puerto de Southampton (situado en el sur de Inglaterra), de donde zarpó el legendario transatlántico hacia su trágico destino, en 1912.
Mrs. Dean, que falleció el pasado 31 de mayo en una residencia del condado de Hamspshire (sur inglés), era un bebé de nueve semanas cuando el buque se hundió en su primer viaje tras colisionar con un iceberg en medio del Atlántico el 15 de abril de aquel año. Por tanto, había cumplido en 2009 nada menos que 97 primaveras...
El compañero sentimental de Millvina, Bruno Nordmanis, fue el encargado de lanzar, desde un bote, las cenizas al agua del embarcadero 43/44 del puerto de Southampton, el punto del que salió el Titanic hace casi un siglo. Nordmanis, de 87 años, estuvo acompañado de un reducido grupo de amigos y familiares, y del capellán del puerto, el reverendo Andrew Huckett.
"No ha sido un día triste, sino lleno de gratos recuerdos", dijo David Hill, de la Sociedad Británica del Titanic, quien definió como "encantadora" a la señora Dean. "La tuvimos durante 97 años y fuimos muy afortunados por eso. Si hubiéramos podido, la habríamos tenido otros 97 años", añadió Hill.
No es difícil que se venga a la memoria, sobre todo al ver su fotografía, la célebre película de James Cameron, en la que una Kate Winslet envejecida narra, con gracejo, cuando ya peina canas, sus vivencias como superviviente...
Tras la sencilla y emotiva ceremonia, unas 150 personas, incluidos los congregados en el puerto, asistieron a una misa en la Iglesia de Santa María de Copythorne, en Hampshire, donde la señora Dean fue bautizada.
La difunta figuró entre los 706 supervivientes de una catástrofe marítima que se cobró la vida de 1.517 personas y convirtió en leyenda al Titanic, barco en el que la familia Dean viajaba para empezar una nueva vida y abrir una tienda de tabaco en Estados Unidos. Georgetta, la madre de Dean, y Bert, su hermano de 2 años, también sobrevivieron, pero su padre, Bertram, estuvo entre los fallecidos, la mayoría víctimas de la falta de botes salvavidas en el barco, bautizado paradójicamente como El Insumergible.
Después de la tragedia, la familia Dean volvió a Southampton, donde Millvina pasó prácticamente el resto de su vida. Pese a no recordar el suceso, la mujer siempre dijo que el naufragio del Titanic condicionó su vida: "Si no fuera porque el barco se hundió -comentó una vez-, ahora sería una estadounidense". Aunque nunca vio la película de Cameron, ni los numerosos reportajes por considerarlos "morbosos", no se cansó de relatar su historia.