National Geographic ha dedicado una publicación a Elorrio, al que define como “el pueblo del País Vasco de los palacios maravillosos” y una inesperada fuente de inspiración inca. La revista presenta a la localidad como un lugar donde la arquitectura civil lo impregna todo y donde cada calle inspira poder, linaje e historia. No en vano, la revista recuerda que Elorrio fue declarado Conjunto Histórico en 1964, en gran parte por la conservación de su casco antiguo y por la gran concentración de palacios presentes en sus calles.
La revista explica que su valor no está en un edificio concreto, sino en el conjunto, en “una de las mayores densidades de arquitectura civil por metro cuadrado de todo el País Vasco”. Basta caminar por calles como Don Tello, San Pío o Berrio-Otxoa para entender por qué Elorrio fue durante siglos un lugar donde el poder se mostraba por todo lo alto.
Un pedazo de historia
Uno de los episodios que más llama la atención en el texto es el protagonizado por Manuel Plácido de Berriozabalbeitia y Berrio-Otxoa, quien regresó desde Perú en 1828 con una fortuna y una visión distinta del urbanismo. National Geographic cuenta que volvió con la convicción ilustrada de que “sin agua no había futuro posible” y mandó construir una fuente de inspiración neoclásica para su barrio natal, muy alejada de las tradiciones locales. El agua cae sobre un pilón central, flanqueado por dos pequeñas fuentes, y detrás se abre un lavadero semicircular con bancos dispuestos como un anfiteatro, un gesto que la revista define como "mitad filantropía, mitad vanidad", y que resume bien lo que significó ser indiano en la Bizkaia del siglo XIX.
El origen de la riqueza
National Geographic recuerda que durante la Edad Moderna, las fraguas del entorno del Udalaitz producían armas para los Tercios, lo que enriqueció a familias que no solo comerciaban con hierro, sino que llegaron a ocupar cargos relevantes en la administración de los Austrias. A ese primer capital se sumó después el dinero de quienes partieron a América y regresaron convertidos en altos funcionarios, gobernadores o religiosos influyentes, que invirtieron sus fortunas en casas y palacios.
National Geographic detalla varios ejemplos que ayudan a entender esa exhibición de estatus. El palacio Arespakotxaga, construido en 1620, se levantó sobre parte de la muralla medieval, y su propietario llegó incluso a derribarla a cambio de ceder terrenos para una plaza. Un gesto que, según el reportaje, define bien a Elorrio como “una villa donde el poder se exhibía”.
También destaca el palacio Arespakotxaga-Azkarraga, con un escudo dividido en cuatro cuarteles que funciona como un árbol genealógico, o el palacio Zearsolo, conocido como Casa Jara, cuya fachada monumental se completó ya en 1934, demostrando que en Elorrio “no podían dejar de construir palacios, incluso en pleno siglo XX”.
El entorno de Elorrio ofrece además muchas opciones para completar la visita más allá de su casco histórico. Muy cerca se encuentra el Parque Natural de Urkiola, con rutas de senderismo, miradores y santuarios enclavados entre montañas emblemáticas como Anboto o Udalaitz. La zona permite combinar arquitectura, naturaleza y gastronomía, con excursiones cortas que conectan valles, ermitas y paisajes de montaña, haciendo de Elorrio un buen punto de partida para descubrir el interior de Bizkaia.