Los coordinadores de este proyecto son los investigadores del CSIC Mario Fernández Fraga y Juan Ramón Tejedor Vaquero, del Centro de Investigación en Nanomateriales y Nanotecnología (CINN-CSIC) y Agustín Fernández Fernández, del Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA), según un comunicado del Ministerio de Ciencia e Innovación.

Los detectores alternativos a las PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa, por sus siglas en inglés) está basada en "sensores de ADN" que normalmente están apagados pero "reaccionan emitiendo fluorescencia en presencia de ARN del coronavirus y serían aplicables a gran escala".

Según los investigadores, el objetivo es detectar la presencia de ARN viral en la muestra de una manera directa y sin necesidad de los "costosos pasos intermedios de amplificación de ácidos nucleicos que requieren las PCR".

Además, "podría reducir los costes de procesamiento por muestra entre un 50 y un 70 por ciento".

La investigación ha recibido financiación del Fondo Covid-19 que gestiona el Instituto de Salud Carlos III, "es de momento una prueba de concepto, pero se esperan obtener resultados preliminares de la sensibilidad y la especificidad de la técnica en dos meses".

La prueba de PCR es el método de referencia que se utiliza actualmente en la detección de la enfermedad, y pese a que esta técnica permite el rastreo positivo en presencia de cargas virales muy pequeñas, plantea dos "cuellos de botella que limitan los tiempos de detección y su aplicabilidad a gran escala".

El primero consiste en la purificación del ARN viral a partir de muestras humanas, y el segundo tiene que ver con la técnica de amplificación de los ácidos nucleicos, la cual requiere la conversión de la molécula de ARN viral en una molécula de ADN complementario para proceder con la técnica de PCR propiamente dicha.

Cada uno de estos pasos requiere unos tiempos de incubación determinados, que hacen que el proceso total se alargue en torno a las 2-4 horas. A esto hay que sumarle el elevado precio de los reactivos que se emplean en las distintas etapas de la reacción.

Según los investigadores, el principio de esta nueva técnica de detección está basado en el empleo de balizas moleculares (también conocidas como "molecular beacons").

En el proyecto colaboran el Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA), el Instituto Universitario de Oncología del Principado de Asturias (IUOPA) y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (CIBERER).