Parafraseando a Winston Churchill cuando se refería a las dificultades que tiene el aprendizaje del idioma alemán, podríamos decir que necesitaríamos más de una vida para visitar los miles de castillos que se extienden por todo el territorio germano. Probablemente, Alemania sea el país que alberga más castillos por kilómetro cuadrado. Se trata de raras y hermosas joyas arquitectónicas que revelan el carácter refinado de quienes las ocuparon: monarcas y nobles de un largo período de la historia. Siglos en los que las guerras de los invasores eran constantes y la construcción de los castillos, una verdadera necesidad de supervivencia.

Los estratégicos lugares donde los castillos fueron construidos (en los altos de colinas o montañas, baluartes, o rodeados de lagos) permitían resistir los asedios de fuerzas militares. En este sentido, tales edificaciones también estaban cercadas por murallas o fosos, convirtiendo a los castillos en fortalezas casi inexpugnables para proteger a los nobles y a los propios reyes. La Edad Media, especialmente, fue una época muy convulsa en la que los pueblos combatían permanentemente. Si hubiera existido en aquel tiempo el Premio Nobel de la Paz, siempre hubiera sido declarado desierto.

Castillo de Hohenzollern

Entre los castillos más espectaculares de Europa, el de Hohenzollern es uno de los más fantásticos. Cuando uno visita la región alemana de Baden-Wutemberg y recorre las veredas del Suabia, se encuentra con una panorámica que no sabe si es real o vive un fantástico ensueño producto de los cuentos de hadas que te contaban tus padres o abuelos. Pero a medida que caminas y compruebas que esa fascinante imagen principesca no solo no desaparece de tu visión, sino que se agranda acorde avanzan tus pasos, ya no tienes ninguna duda. No es un sueño. ¡Es real! Se trata de uno de los castillos más impresionantes que tiene Alemania. Esta majestuosa edificación se erige sobre una montaña cónica del Jura de Suabia. Desde sus bastiones también se disfruta, además, de una panorámica formidable, de la que es difícil apartar la mirada.

El castillo de Hohenzollern es uno de lo más espectaculares.

El castillo pertenece a la familia real de Prusia y sigue siendo propiedad privada. Desde hace casi mil años ha servido temporalmente de domicilio de la familia. Se puede visitar de arriba abajo y descubrir personalmente los innumerables atractivos que posee. Atrae a centenares de miles de visitantes de todo el mundo. En realidad, es un gran museo. No en el sentido tradicional, pero yo diría que es más que eso. Además de valiosas obras maestras y una extensa colección de arte, entre ellas pinturas de gran valor, se pueden admirar obras preciosas en porcelana y plata, una colección de armaduras, diversos tesoros, y la corona real original de Prusia. Nadie que poseyera hoy un museo así tendría nunca la necesidad de atracar un banco.

Para completar la visita al castillo, se puede asistir a numerosos conciertos, cine al aire libre, exposiciones, y almorzar en el interior del Café-Restaurante Burg Hohenzollern o en el del jardín exterior. En este sentido, los visitantes que sientan especial interés por la cultura gastronómica también tienen la oportunidad de deleitarse con la rica carne de búfalo, fauna que se conserva en esta región y no es fácil de degustar fuera de este entorno, además del venado de cacería propia. En este establecimiento hay cabida para 60 personas. Y en verano se abre al público uno de los jardines más bonitos de la región.

Todo ello hace del castillo -situado, por cierto, muy cerca de Stuttgart- un lugar cultural atractivo durante todo el año. La excepcional ubicación del castillo animó al emperador Guillermo II a exclamar que "solo las vistas desde el castillo de Honenzollern ya merecen el viaje".

Castillo de Moritzburg

Este es otro de los castillos más bellos de Europa. Construido entre 1542-1546 por el duque Mauricio de Sajonia, se ubica cerca de la ciudad de Dresde, en el estado federado de Sajonia. La integración armoniosa en el paisaje del castillo se completa con jardines, bosques y lagos de los alrededores y con el pequeño castillo de faisanes, el faro del topo y el recinto de caza, con lo que forman un idílico entorno. Era el área favorita de los electores y los reyes de Sajonia. El castillo, cuyo eje principal corre de sur a norte, se eleva sobre una isla artificial en un estanque.

Castillo de Moritzburg, rodeado de agua.

El edificio barroco de cuatro alas con sus cuatro torres defensivas conectadas directamente con el edificio principal descansa sobre un nivel de sótano parecido a un pedestal y cuenta con 200 habitaciones. A día de hoy es una de las estructuras más impresionantes de la primera época barroca. Ocho antiguas casas de guardia se agrupan en la isla alrededor del castillo. Mauricio de Sajonia fue muy guerrero. Se unió al ejército del emperador Carlos V en sus guerras contra los turcos y contra Francia. Murió en combate. Su muerte fue una forma natural de decir a los suyos: "Sigue tú con la lucha€".

Castillo de Neuschwanstein

Luis II de Baviera, el Rey Loco, ordenó construir este castillo (literalmente La nueva piedra del cisne) en 1866, como refugio que lo alejase del mundo. Soñaba desde niño con grandes héroes de leyenda. Fantaseó siempre con ser un rey de cuento (de hecho, le llamaban el rey de los cuentos de hadas, y todo lo que necesitaba el monarca era un castillo). Esta fantasía romántica situada en los Alpes bávaros, versión idealizada de un castillo medieval alemán, incorpora muchos elementos modernísimos para la época: calefacción central, luz eléctrica, agua corriente caliente y fría, y hasta una línea telefónica.

Castillo de Neuschwanstein es uno de los más visitados.

Es el edificio más fotografiado del país y recibe cerca de dos millones de visitantes al año. Muchos de ellos creerán haber entrado en el parque Disney, y hasta puede que esperen toparse con la Bella Durmiente en alguno de sus magníficos salones. En verano recibe diariamente a más de 6.000 visitantes para ver un sinnúmero de habitaciones que estaban destinadas a un solo residente. Luis II dilapidó su fortuna construyendo otros grandes castillos. Por éstas y otras extravagancias (cenaba rodeado de estatuas de reyes anteriores, porque no le gustaba cenar con personas) se le diagnosticó una esquizofrenia paranoide. La locura es un espejo de aumento para alcanzar la fama. No en balde, su vida ha sido llevada al cine en varios célebres filmes. ¡Qué menos!

Palacio 'Sanssouci' ('sin mujeres')

El nombre de este palacio proviene del francés (sans souci: sin preocupaciones), o en traducción libre, sans femmes: sin mujeres, y su extraño título se debe al hecho de que en 1733 su propietario, el rey Federico II El Grande de Prusia, se separó de su esposa, quien al parecer le causaba algunos problemas, y prefirió vivir sin mujeres. Sanssouci es un conjunto de edificaciones e inmensos jardines construidos entre 1745 y 1747 para residencia de verano del rey, situado en Postdam, cerca de Berlín, y está alejado de la pompa de la realeza. Se trata de una de las obras cumbres del estilo rococó con una curiosa denominación de origen: maison de plaisance.

Palacio 'Sanssouci' , en Postdam.

En el castillo había habitaciones para invitados, pero no para mujeres. Bajo su cúpula se encuentra el Salón de Mármol oval, en el que se celebró la legendaria tertulia organizada por el soberano prusiano, ansioso de compartir inquietudes filosóficas y musicales con invitados como Voltaire, quien fue huésped habitual de Sanssouci y describió así al rey: "Soberano por la mañana, escritor por la tarde, filósofo durante el día y celestial en la mesa redonda por las noches". ¡Toda una enciclopedia!

Castillo de Schwerin

En 1160 el fuerte se convirtió en objetivo de los aristócratas germánicos que estaban expandiendo sus dominios hacia el este bajo el mandato de Enrique el León (1129-1195). Los eslavos destruyeron el fuerte, pero abandonaron la región, que quedó en manos de los ejércitos germánicos. Los conquistadores reconocieron la ventaja estratégica de contar con un fuerte en una isla sobre el lago y procedieron a su reconstrucción.

Actualmente, tras varios siglos de reformas que le dieron una apariencia más esplendorosa, el castillo es la sede del parlamento del Land de Mecklemburgo-Pomerania Occidental y alberga el museo del castillo en tres plantas. Aquí puede admirarse el apartamento de Estado y las salas de representación del Gran Duque, así como la sala del trono del castillo, magníficamente diseñada. En el café del castillo, la antigua sala real, los visitantes tienen la oportunidad de cenar de manera majestuosa en un ambiente histórico y dejar que todas las impresiones que han ganado se asimilen. En los meses de verano se puede disfrutar de una bonita vista desde el invernadero restaurado, a través del la extensión azul del lago Schwerin, y dejarse mimar con el estilo mediterráneo bajo las palmeras y los naranjos en el Orangery Café.

Castillo de Charlottenbug

El Palacio de Charlottenburg es, junto con el Palacio Viejo y el Ala Nueva, el complejo palaciego más grande e importante de los antiguos electores de Brandeburgo, reyes prusianos y emperadores alemanes en Berlín. Era uno de los lugares favoritos de siete generaciones de gobernantes de los Hohenzollern, que tenían habitaciones individuales y partes del jardín cambiadas repetidamente y lujosamente amuebladas. Hoy comprende los gustos cambiantes de sus numerosos residentes y los requisitos necesarios para el uso ceremonial y privado desde el barroco hasta principios del siglo XX. La antigua residencia de verano, restaurada en gran medida y equipada después de la grave destrucción de la Segunda Guerra Mundial, es uno de los lugares de interés más importantes de la capital alemana.

Además de una introducción a la dinastía Hohenzollern, el palacio ofrece habitaciones y salones que son fieles al original, impresionantes suites y colecciones de arte de primera clase con obras maestras sobresalientes. El gabinete de porcelana, la capilla del palacio y el dormitorio de Federico I se encuentran entre los aspectos más destacados de los magníficos apartamentos en el Palacio Viejo, coronado por una torre que fue construido alrededor de 1700. Este edificio central del gran complejo del palacio se construyó en nombre de la ingeniosa y amante del arte reina Sofía Carlota y su esposo Federico I. Nada que ver con la respuesta del austero Franz Schubert cuando le preguntaron por su vivienda: "Nuestro castillo no es imponente, pero está bien construido y rodeado de un hermoso jardín. Vivo en la casa del alguacil".

Castillo de Marienburg

El castillo de Marienburg es un edificio neogótico en Baja Sajonia, y fue diseñado como residencia de verano de la Casa de Welf. Está situado a 15 kilómetros al noroeste de Hildesheim y alrededor de 30 al sur de Hannover, en el municipio de Pattensen. El castillo fue construido entre 1858 y 1867 como regalo de cumpleaños del rey Jorge V de Hannover a su esposa, María de Sajonia-Altenburgo. Fue un regalo sin sorpresa, porque las proporciones del mismo impedían envolverlo y ponerle un lazo rosa. Su arquitecto fue Conrad Wilhelm Hase, uno de los más influyentes de su época.

La biblioteca de la Reina es una de las habitaciones más visitadas del castillo de Marienburg.

Una de las habitaciones más bellas es la biblioteca de la Reina, en la torre suroeste, con estanterías ornamentadas son obras maestras de la talla en madera alemana. El Salón de las Princesas, por otro lado, destaca por su mirador emplomado y escenas de cuentos de hadas pintados. Después de la anexión de Hannover por Prusia en 1866 y la salida de la familia real al exilio, el castillo estuvo deshabitado durante 80 años, permaneciendo también en buen estado de conservación, ya que se realizaron pocas reformas a la vuelta de la familia tras esas ocho décadas de ausencia. En la actualidad se puede visitar.