Lurauto Concesionarios es el proyecto personal y empresarial de Luis Miguel García, emprendedor que persigue el éxito aplicando una particular e innovadora visión del negocio de distribución de automóviles. En los dos últimos años, la firma ha multiplicado por cuatro su volumen, extendiendo su implantación desde Gipuzkoa y Navarra a Bizkaia, donde ostenta una de las dos representaciones de BMW.

¿Cómo valora el impacto de esta crisis en su sector y en la sociedad?

—Se prevé que va a impactar un 8% en el PIB, y que afectará a todos los sectores. El del automóvil tiene un peso sobre el PIB estatal del 10% y esta crisis pone en valor ese aporte económico. El Covid-19 nos lleva a un escenario desconocido. Ningún experto económico tiene experiencia ni datos comparativos para establecer una fórmula de salida, pero está claro que tenemos que adaptarnos. La resiliencia es intrínseca al ser humano. Si mantenemos un poco el optimismo veremos la luz pronto. Vivimos en un territorio con muchas fortalezas, con una economía mucho más desarrollada y sana que en otros lugares del Estado. Eso nos tiene que hacer más fuertes. Hay que aprovechar esa fuerza para atacar los retos que se nos avecinan. Estoy convencido de que de esta saldremos.

¿Prevé muchos cambios?

—Uno es el digital. El confinamiento nos ha obligado a todos, jóvenes y mayores, a recurrir a medios telemáticos. Haremos nuestras todas las herramientas digitales que estaban a nuestro alcance y no utilizábamos. También analizaremos nuestro comportamiento en sociedad y las cosas cotidianas que afectan al cambio climático. La pandemia nos ha vuelto más solidarios, prueba de ello es lo respetuoso que se está siendo con el confinamiento, y mucho más en Euskadi.

¿Afectará también la crisis al modelo de negocio en el automóvil?

—Lo que nos diferencia de la crisis de 2008, y de cualquier otra anterior, es la peculiaridad de que la liquidez de muchas de las empresas y de la gran mayoría de la población no se está viendo, de momento, muy resentida. La recuperación va a venir muy determinada por que el consumo se sostenga o se fomente. A partir de ahora el cliente va a valorar más otras cosas. Los procesos de venta no van a ser los mismos, y los servicios de posventa serán más o menos atractivos para el cliente en función de lo que seamos capaces de ofrecerle.

¿Cuáles van a ser las nuevas prioridades?

—En ese proceso de transformación, el concepto on line ha de ser una de las nuestras. Lo que más determinará el éxito comercial de cada empresa va a ser el posicionamiento y la visibilidad que tenga en el mundo web. Antes, un lead, un prospecto de una persona desde cualquier portal web, no lo tratábamos con la misma importancia que a quien entraba a la exposición. Hoy es la prioridad absoluta: el lead va a ser mucho más certero y va a ser una fuente de venta con muchísima relevancia. A la vez, la consideración de lo ecológico cobra importancia. A pesar de que la economía tendrá una reactivación, de que no será un parón total, el cliente sí que va a ser más susceptible a estas cosas.

¿Cuándo prevé que el sector comience a recobrarse?

—Durante este año, paulatinamente. Todas las previsiones están en torno a un 30-35% de bajada, pero el año ya empezaba con una crisis y se barajaba una caída del mercado del 5 al 7%. El sector se debe de acoger a un ERTE común motivado por una bajada de la producción por la alerta sanitaria; será un compañero de viaje durante este año. El paso de la economía irá a medio gas, pero no a cero. No creo que tengamos grandes dramas de paro. Para 2021 estaremos en una situación igual a la de principios de este año o incluso mejor.

¿Aciertan quienes vaticinan grandes des cuentos en la compra de coches tras la pandemia?

—Nos va a obligar a hacer un análisis de costes mucho más exigente, a centrarnos más en la rentabilidad de cada operación y dar un servicio más Premium. Tendíamos a centrarnos en el volumen para crecer, con unos márgenes exiguos. En cuanto se reanude la actividad, en mayo o junio, todos haremos ofertas atractivas, porque ahora mismo existen más de 150.000 coches en stock. Pero el cliente no se tiene que ver perjudicado porque después se mantenga el precio.

¿Espera cambios en las pautas de consumo?

—El comportamiento del cliente va a cambiar, va a ir más hacia el servicio de suscripción y la compra mediante cuota. Es posible que el renting sea un producto cada vez más demandado; la gente no se va a centrar en el precio sino en la cuota. El eléctrico va a tomar más partido en esta transformación; lo sostenible va a cobrar relevancia. Las necesidades de movilidad empiezan a cambiar, la gente se está replanteando para qué necesita el coche y qué impacto tiene sobre el medioambiente.

¿Qué medidas sugiere para incentivar la economía y el mercado del automóvil?

—Es muy importante que se pongan todos los instrumentos para que el consumo se reactive lo más rápidamente posible. Al plan PAVEA, que habla de achatarramiento para la renovación del parque en Euskadi, el Gobierno Vasco debe darle una vuelta para que sea más ambicioso, y destinar los máximos fondos que se pueda. Todas las medidas que se tomen para el fomento de la venta y el consumo serán cruciales para salir de esta situación.

Parte de la sociedad quizá no considere ahora primordiales las ayudas al automóvil.

—El vehículo no es un artículo de lujo ni un bien superfluo, es una necesidad básica de las personas. A los hospitales no hay que restarles dinero, pero tenemos otras inversiones que igual es momento de aplazar. Si las ayudas que se destinan a nuestro sector se consumen es porque se vende y, si se vende, se está aportando al PIB, ayudando a que la economía siga girando.