"Estamos viviendo una situación sin precedentes en la sociedad y en nuestra economía". Pedro Díez se expresa con la solemnidad de quien es consciente de que la vida le somete a una dura prueba. También con el compromiso de alguien acostumbrado a asumir responsabilidades en una empresa de gran calado.

¿Cómo han asimilado el golpe?

—Esta turbulencia ha llegado sin posibilidad de anticipación y, por responsabilidad, nos obliga a mantener cerradas al público nuestras instalaciones. Ofrecemos atención telefónica y un retén de posventa para garantizar la movilidad de los servicios esenciales que lo precisen. Dado que el desarrollo de nuestra actividad comporta unos altos gastos fijos de estructura y de inversión, nos hemos visto obligados a activar un plan de contingencia y contención de los mismos para mitigar, en la medida de lo posible, unas preocupantes cuentas de resultados. Al mismo tiempo hemos solicitado un ERTE, deseando que este periodo sea lo más breve posible.

¿Confía en retomar pronto la actividad? ¿Va a costar recuperar el ritmo?

—Es muy difícil aventurarse a dar estimaciones ya que nadie de nuestra generación ha visto una paralización semejante. Nosotros dependemos fundamentalmente de nuestra actividad comercial, pero también de las fábricas que están paradas, de los proveedores que les suministran, de los transportistas, logísticos, etc. Consideramos que, en el mejor de los escenarios, para finales de mayo podremos reabrir nuestras instalaciones. Tenemos que estar preparados a una vuelta muy difícil de gestionar ya que la baja actividad laboral y el escaso tráfico nos traerán muy poco trabajo a los talleres. Las ventas de coches, que son la verdadera locomotora de nuestros negocios, son muy sensibles a la estabilidad general, lo que nos hace totalmente dependientes del desarrollo de la pandemia y de sus consecuencias económicas y sociales.

¿Teme que el parón tenga serias consecuencias para su sector y para la economía en general?

—Está claro que las previsiones son preocupantes. Con una caída en el PIB del 8%, con un paro estimado superior al 20% y una incertidumbre generalizada en prácticamente todos los sectores, lo primero que se resiente es el consumo. Las cifras que se están manejando desde distintas fuentes del sector auguran una caída en las ventas del 50% para el 2020. Esta caída, y su influencia en el sector, muy probablemente retrasará los proyectos y las fuertes inversiones previstas por los fabricantes en electromovilidad, digitalización, conducción autónoma, etc.

¿Cambiarán los hábitos de consumo y las pautas sociales?

—Ya se vislumbraba una tendencia de cambio en la forma de adquisición de vehículos, sustituyendo la compra en propiedad por otras opciones como el de pago por uso, renting o cuota fija mensual con todos los servicios incluidos. Probablemente la nueva situación acentué más estas nuevas tendencias. Por otra parte, y siguiendo lo que acontece en los mercados como el chino que nos preceden en esta pandemia, vemos que la población es reacia al transporte público por miedo al contagio. Así que otras fórmulas que empezaban a coger peso en el mercado, como el coche compartido o carsharing, pueden tener un futuro incierto.

¿Cómo han de reaccionar gobiernos y fabricantes para la propiciar la revitalización?

—En un momento como el que vivimos los planes de ayuda del gobierno en forma de regulaciones temporales de empleo y de inyecciones de liquidez, son fundamentales para la supervivencia de las empresas. Pero para revitalizar sectores como el nuestro precisamos de acciones más valientes, como relajar la presión fiscal sobre la matriculación de vehículos y al mismo tiempo articular un plan que ayude a renovar un parque que, con más de once años, se sitúa entre los más antiguos de Europa. Necesitamos retirar esos vehículos antiguos y contaminantes de nuestras carreteras y sustituirlos por los actuales, más ecológicos y mucho más seguros para usuarios y peatones. Esta crisis es un duro golpe y, al mismo tiempo, el mejor ejemplo de la volatilidad del mundo en el que vivimos. Nadie hace dos meses podía imaginar esta situación, que nos va a exigir, una vez más, la capacidad de adaptación

de nuestras empresas.