Pido permiso a la cultura que tanto amó para presentarles el recuerdo a Javier Viar, un hombre renacentista, como médico de cuerpos y almas, título de una novela francesa de Maxence Van der Meersch, quien obtuvo el Grand Prix de l’Académie Française en 1943 con una titulada así: Médico de cuerpos y almas. No se me ocurre ninguna manera mejor de describir a Javier.
Tras licenciarse en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid (1969), pronto siguió su vocación por el arte, que expresó en diversos ámbitos, desde la crítica en diarios y otras publicaciones hasta el comisariado de exposiciones, como las que dedicó a Balerdi, Carmelo Ortiz de Elgea, Eduardo Chillida o Vicente Ameztoy. Reconocido por su extensa trayectoria profesional, Javier Viar Olloqui (1946-2021) abarcó diversos campos del mundo de la cultura, aunque son sus facetas como escritor, gestor y estudioso del arte las más destacadas.
Fue un espíritu inquieto, es que acostumbra a llamarse un culo de mal asiento. Desde 1972 hasta el final de sus días, con 75 años, colaboró como crítico de arte en distintos periódicos y revistas, escribió textos para catálogos, pronunció conferencias y ejerció de comisario de muy diversas exposiciones. Durante seis años, en la década de los 80, fue presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos, y en esos años formó parte del Patronato del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Y es que su vida estuvo dedicada casi exclusivamente al mundo del arte al que se adentró, en un primer momento, como crítico en algunos diarios y revistas especializadas, y después ya como comisario. En 1985 fue nombrado miembro de la Comisión Asesora de Arte de la Consejería de Cultura del Gobierno Vasco y, un año después, representante de Bellas Artes del Consejo General de Cultura de Euskadi. Ya de 1991 a 1994 perteneció al Consejo Asesor del Consejero de Cultura para las adquisiciones del Museo Guggenheim Bilbao.
Desde 1991 hasta 2001 formó parte del Consejo de Administración del Museo de Bellas Artes de Bilbao por designación del Gobierno vasco. Hasta que en 2002 fue nombrado director del Museo de Bellas Artes, al que le ubicó en el mapa de los grandes museos internacionales. Ahí estuvo tres lustros. Hasta 2017. Al devolver su puesto en marzo de ese 2017 a Miguel Zugaza, que dejó el Museo de Bellas Artes de Bilbao para dirigir del Museo del Prado, Javier Viar apostó ya entonces por la necesidad de ampliación de las instalaciones del Bellas Artes, que será llevada a cabo por el arquitecto británico Norman Foster. Este estudioso del arte será siempre un hombre muy querido y respetado en la Villa, Javier Viar, un reputado gestor, recibió la medalla de oro de ABAO y fue nombrado Ilustre de Bilbao por el Ayuntamiento. También fue narrador y publicó diversas novelas. Fue, su vida, un simparar.
Miembro correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla y Caballero de Orden de las Artes y las Letras de Francia, Javier Viar dejó una huella inextinguible en la pinacoteca, en la cultura vasca y en la ciudad de Bilbao. Durante los quince años en que Javier Viar dirigió el Museo de Bellas Artes de Bilbao se superó en varias ocasiones la cifra de los 200.000 visitantes anuales, rozando los 300.000 con la exposición del manchego Antonio López. Tuvo también una relación estrecha con muchos de los artistas vascos más relevantes, a los que tuvo la suerte de conocer en el estudio a pie de obra, lo que les interesaba del arte y cuáles eran sus influencias. “No puedo evitar recuerdos frescos de lo que me dijeron un día Chillida o Zumeta. Eso es impagable” dijo emocionado en alguna ocasión.