"Estamos igual que todo el sector", reconoce Fernando Arroyo, director de Toyota Japan Car y Lexus Milenium Car. Es una situación de actividad paralizada, con el 98% de la plantilla en casa y solo un equipo de guardia atendiendo urgencias de personal sanitario y servicios públicos. "Pasados todos los procesos de solicitudes de financiación, de análisis de liquidez, etc. estamos pensando en el mañana. En tener a toda nuestro equipo atendido e informado y en ver cómo va a ser el retorno al trabajo".

Muchas incógnitas y pocas certezas.

—Como a todos los sectores, nos pilla con mucha incertidumbre: no sabemos cuándo vamos a poder volver, si lo haremos todos los sectores o habrá una reincorporación parcial. Tampoco sabemos cómo va a reaccionar el cliente ante la reapertura de la actividad. Estamos trabajando en un protocolo de actuación tendente a proteger al trabajador y al cliente, y a generar confianza en ellos para que puedan volver. Parece sencillo mantener las distancias entre personas y otras medidas de seguridad, pero cuando las instalaciones no están preparadas para ello tiene su complejidad. En este momento lo que más me preocupa es organizar los procesos de atención al cliente con absoluta seguridad: entrega y recepción del coche al cliente, la higienización de los vehículos, etc.

¿Cuándo estima que se va a reemprender la actividad?

—Me sorprendería que se abra el confinamiento y vuelva la actividad en vísperas del puente de mayo. Puede ser que a partir del 26 de abril algunos negocios comiencen a abrir progresivamente, o que se retrase hasta mayo. Lo único que podemos hacer es prepararnos cuanto antes.

Los fabricantes temen que el mercado caiga un 30%, ¿usted?

—Yo soy optimista, pero la verdad es que tampoco tengo grandes razones para serlo. Hay una falta de información y una incertidumbre total. En una situación como está, que no se ha dado nunca, desconozco cómo se están haciendo las previsiones. Pero creo que en el momento en que esto se abra, la gente va a tener ganas de vivir, de salir a la calle, de consumir, de volver a una actividad normal. Es lo que me hace ser optimista. En el sector se cree que las actividades de posventa se van a reiniciar con un poco más de facilidad que las de venta de coches. No cabe duda de que el mercado va a caer y mucho este año; también que el comienzo va a ser progresivo. Pero creo que la gente va a tratar de olvidar este problema lo antes posible. Muchas costumbres van a cambiar, es cierto, pero la gente va a querer vivir y disfrutar.

¿Habrá que pagar un peaje económico por esta crisis?

—Sin duda. Cuando digo que soy optimista no estoy pensando en que vayamos a volver de la noche a la mañana a la situación anterior. Estoy pensando en que la caída va a ser más suave de lo que se está pronosticando, que la vuelta a la normalidad sea más rápida. Por supuesto, va a haber gente con problemas, va a haber una crisis económica. Vamos a sufrir de aquí a final de año, pero si poquito a poco vemos la luz al final del túnel, nos adaptaremos. Me gustaría no equivocarme en esta percepción personal, que no está corroborada por datos objetivos.

¿Espera o desea medidas de revitalización del mercado por parte de la administración?

—A nivel del País Vasco tenemos un 'plan renove' que tiene un presupuesto que, con las previsiones actuales, debería dar para cubrir las ventas de mucho tiempo. Claro que nos gustaría que tuviera cifras superiores, como las del año pasado, pero estamos en una posición

privilegiada respecto al resto de España. No creo que sea fácil solicitar aquí ayudas adicionales. Tengo la sensación de que en este momento lo que necesitamos es que se vuelva a generar confianza en los consumidores. Lo importante es que el efecto crisis pase rápido,

que aquellos sectores, familias o personas más penalizadas se recuperen lo antes posible y que se vuelva a una situación de confianza y normalidad. Eso será lo que reactive nuestro sector y la economía en general.