INCO años después de la destrucción del primer templo en Palmira dinamitado por el Estado Islámico (EI), las milenarias ruinas grecorromanas siguen a la espera de la reconstrucción y con la amenaza terrorista a sus puertas.

Para el ex director general de Antigüedades y Museos de Siria, Mamun Abdelkarim, “la caída de Palmira, uno de los lugares que son Patrimonio Mundial, tuvo un gran impacto en la arqueología siria. Tras la entrada del EI a la ciudad y su ocupación, el destino de Palmira se ha desviado hacia lo desconocido”.

Tras hacerse con el control completo en mayo de 2015, los yihadistas empezaron a dinamitar los templos de la ciudad monumental, empezando con el de Bal Shamín, el 23 de agosto de ese año, seguido una semana después del edificio principal del templo de Bel.

Los miembros del EI destruyeron diferentes partes del mayor edificio de Palmira, de 2.000 años de antigüedad, dedicado a la deidad suprema babilonia y cuyo techo, ya desaparecido, estaba originalmente recubierto de oro.

Palmira fue en los siglos I y II d.C. uno de los centros culturales más importantes de la época y punto de encuentro de las caravanas en la Ruta de la Seda, que atravesaban el árido desierto del centro de Siria.

Era considerado un prodigio arquitectónico y urbanístico romano por las columnas de su famosa calle principal y por sus templos, entre ellos el de Baal. Antes del inicio del conflicto, en marzo de 2011, sus ruinas eran uno de los principales atractivos turísticos del país y de la región.

“Esta es una verdadera tragedia para una civilización que merece protección de todas las formas posibles, especialmente porque contribuyó a importantes logros culturales en muchas áreas humanas, ya que representó durante siglos un vínculo entre Oriente y Occidente”, indicó el que fue director de antigüedades durante la ocupación del EI.

“Crimen de guerra”

La primera vez que el EI conquistó Palmira fue el 20 de mayo de 2015, pero fueron expulsados diez meses después por los soldados sirios, apoyados por la aviación rusa.

Durante esta primera etapa en Palmira, el EI convirtió la zona de las ruinas grecorromanas en un campo de minas, que más tarde zapadores rusos se encargaron de eliminar cuando los efectivos gubernamentales sirios se hicieron con su control.

Además, los yihadistas dinamitaron los templos de Bel y de Bal Shamín, así como el Arco del Triunfo, y destruyeron varias estatuas del museo de la ciudad. La Unesco consideró el acto como “crimen de guerra” en el declarado patrimonio de la Humanidad, unas acciones que continuaron cuando el grupo extremista regresó.

Los yihadistas retomaron Palmira el 11 de diciembre de 2016, días después de lanzar una ofensiva contra posiciones del Ejército sirio en el este de la provincia central de Homs, donde se localiza la urbe.

Fue el 2 de marzo de 2017 cuando las fuerzas sirias apoyadas por las rusas retomaron definitivamente la histórica ciudad, aunque desde entonces ha sido fortificada militarmente porque la amenaza del Estado Islámico continúa a unas decenas de kilómetros de la urbe.

Durante su segunda ocupación, el odio de los yihadistas fue más allá y dinamitaron el frente escénico del teatro romano y el Tetrapilón de Palmira, lugares donde llevaron a cabo ejecuciones como la del arqueólogo Khaled al Asad, entonces responsable de antigüedades de Palmira.

“Nuestra visión para la restauración de esta ciudad es seguir las normas internacionales bajo la supervisión de la Unesco, Consejo Internacional de Monumentos y Sitios y las autoridades nacionales sirias respetando la identidad de esta ciudad, su originalidad y su adecuada restauración”, explica Abdelkarim. “Confiamos en que las políticas exteriores internacionales cambien, sin embargo, el patrimonio sigue siendo un factor de unión y una identidad colectiva para todos los sirios, así como un proyecto de reconciliación”, señala.

Las última novedad sobre Palmira se dio a conocer hace dos días cuando científicos del Instituto de Historia de la Cultura Material de la Academia de Ciencias de Rusia terminaron un modelo 3D detallado de Palmira para facilitar su reconstrucción y ayudar a preservarla, según la agencia oficial siria SANA.

El actual director general de Antigüedades y Museos de Siria, Mahmoud Hammoud, aseguró a SANA que este proyecto forma parte de una serie de proyectos en coordinación con la parte rusa para preservar el patrimonio cultural sirio, que incluyen la restauración de artefactos arqueológicos y la renovación completa del Museo de Palmira.