EL accidente de un autobús de su colegio, en el Liceo francés de Madrid, en el que murieron algunos de sus compañeros cuando Sergio de Rico tenía apenas 11 años, le marcó la vida para siempre. Su trabajo posterior como técnico de UVI móvil en el servicio de emergencias sanitarias Summa 112 y algunos terribles accidentes de tráfico, le dejaron una huella profunda. Tanto que se puso durante años a idear un asiento salvavidas que reduce en un 70% los tiempos de rescate en caso de accidente porque las butacas del autocar se convierten en camillas.

Un sistema de seguridad vial postsiniestros que él ha bautizado como E-Rescue que en la actualidad ya incorporan diez de los autocares en la ruta de empresa de Petronor, en Muskiz, y que pertenecen a la compañía Autobuses Vigiola. “En Euskadi se lo hemos presentado también a La Unión aunque todavía no lo tiene”. “Es un sistema que va calando poco a poco. Todo el mundo lo quiere instalar pero el dinero manda. Obviamente está pensado para las líneas de transporte de largo recorrido. Es un mecanismo que no procede para autobuses urbanos donde viaja gente de pie y sin cinturón”, asegura De Rico, el ingeniero que ha diseñado este sistema homologado respaldado por la Comisión Europea.

El dispositivo implica la instalación de un equipo de inmovilización y extracción de víctimas que permite desanclar rápidamente cada asiento del autobús en caso de siniestro y, mediante un conjunto de arneses, convertirlo en improvisada camilla para la rápida evacuación de los heridos. Así, bajo el asiento, como ocurre en los aviones, se coloca una bolsa con todos los elementos necesarios, incluido un collarín, para inmovilizar al herido en su propia butaca y trasladarlo directamente en una camilla. “Con ello, se puede reducir a 30 minutos el tiempo de evacuación de un ocupante del autobús, frente a las dos horas actuales”, declara De Rico. Una carrera contra el reloj que puede ayudar a la supervivencia de los heridos más graves. No en vano, esta mejora en la seguridad podría traducirse en una reducción a la mitad del número de muertos y heridos graves en los siniestros en este medio de transporte.

El sistema E-Rescue, que acaba de presentarse en la I jornada sobre seguridad en los autobuses, tiene un coste de unos 10.000 euros por cada autocar de 55 plazas pero, según De Rico, puede amortizarse en tres años con 3 céntimos por billete. “Lo que ocurre es que las grandes operadoras tienen una tarifa fija y aunque el sistema supone apenas un incremento de tres céntimos, no tienen cómo recuperar esa inversión. Por eso, esto se va a ir incorporando paulatinamente cuando se renueven los contratos de las líneas porque con una mínima inversión aumentan mucho la seguridad, eso les da más puntos y tienen más opciones de hacerse con el concurso”, destaca.

Un dispositivo encerrado en una especie de cuadrado amarillo que se instala entre la butaca del autobús y el bastidor y con el que han llevado a cabo simulacros Protección Civil, el Summa y Bomberos. Un sistema que aspira a emular al cinturón de seguridad que cumple 60 años y que después de la penicilina, es lo que más vidas ha salvado.