DORMIR toda la noche en un escaparate? ¿A la vista de cualquiera? ¿Grabarlo en pleno San Francisco, una calle problemática y la que tiene más cámaras de videovigilancia de Bilbao? Pues fue lo que hizo Jessica Llorente y pudieron ver todas las personas que transitaron por la zona la noche del jueves al viernes. Arte cristalino porque la acción forma parte del programa BLV-Art que ha vuelto a llenar Bilbao La Vieja de expresiones artísticas de vanguardia. La propuesta artística de Llorente ha sido un experimento en torno a la comunicación, el arte y la sociedad.

Vivimos en un mundo interconectado. Los smartphones facilitan nuestra ubicación. Exponemos nuestra vida en las redes sociales, hacemos grabaciones que inmediatamente colgamos en Internet... No existe la privacidad. Así que, como en el Show de Truman, Jessica, de 35 años, se animó a mostrar al público su sueño tras el cristal de un estudio de arquitectura. Pero además no lo hizo en un lugar cualquiera sino en San Francisco, el barrio en el que vive. Una zona donde las cámaras la vigilan a cada paso. Incluso en su propio portal hay una. Esta videoartista y fotógrafa asegura que la acción implica una reflexión sobre la seguridad y la privacidad. “Se trataba de ver hasta qué punto nuestra vida es privada o no porque estamos siendo grabados continuamente”. “Como la acción se hace en la calle San Francisco y justo ahí hay muchas cámaras de videoviglancia, me parecía interesante grabarme también en mi habitación durmiendo. Ya que estamos siendo grabados horas y horas ¿por qué no hacerlo también durmiendo”. Por eso, primero mostró en el mismo escaparate un vídeo con un plácido sueño de ocho horas que se emitió en una televisión en un bucle continuo. Pero el jueves por la noche se animó a planchar la oreja en vivo y en directo. El experimento no ha dejado a nadie indiferente. “Sobre todo a la gente le ha parecido muy curioso, y los comentarios que me han llegado es que resultaba divertido y llamativo, y yo he dormido del tirón”, explica.

Realizar esta performance en San Francisco, un barrio que salta periódicamente a la luz pública por su conflictividad, no es gratuito. “Es verdad que ocurren cosas pero también creo que hay demasiado miedo. Porque yo llevo viviendo aquí seis años y nunca me ha pasado nada. He tenido sustos en el Casco Viejo o en Indautxu, donde me han llegado a robar. Es verdad que hay algún problema y que quizá sea una calle más complicada para andar por la noche pero no tiene por qué pasar nada”, dice esta joven que antes ha vivido en Santutxu o en Lamiako.

Sin embargo, Jessica Llorente no es contraria a las cámaras de videovigilancia. “Si están, seguro que es por algo. Pero es curioso que nadie se cuestione qué pasa con todas esas grabaciones. ¿A dónde van?, ¿cuándo se borran?, ¿quién las ve?, se cuestiona.