Cinco mujeres genuinas habitan en Rachel Weisz, cinco nombres - Tessa, Hypatia, Deborah, Ronit y Lady Sarah- que definen la idiosincrásica carrera de una actriz que cumple 50 años con un perfil filmográfico que rompe con el encorsetado estereotipo de la mujer de Hollywood.

Tessa Quayle, Hypatya de Alejandría, Deborah Lipstadt, Ronit Krushka y Lady Sarah. Cinco nombres, cinco mujeres y cinco razones para afirmar que Rachel Weisz, que cumple años este 7 de marzo, no es una actriz al uso que se deje llevar por la corriente o movimiento establecido en la industria cinematográfica. Weisz decide, y de manera muy consciente, cada uno de sus papeles.

Rachel Hannah Weisz, nacida en Londres en 1970, concibe el mundo del cine de una manera particular y cada papel es, para ella, una oportunidad para contar historias que quedaron olvidadas en un cajón, vidas que se perdieron sin razón o voces de mujeres que no encontraron su altavoz.

Quizás resulte complicado, en esta misma línea de pensamiento, ubicar nombres como el de Tessa Quayle o Hypatia. Sin embargo, poca gente dirá que no recuerda "El jardinero fiel" de Fernando Meirelles o "Ágora" de Alejandro Amenábar, películas que cuentan la historia de Tessa e Hypatia, respectivamente.

En el marco del Día Internacional de la Mujer, que se celebra este 8 de marzo, surge la posibilidad de embarcarnos en un viaje por la particular carrera de Weisz, cuyos papeles han tenido siempre ese toque reivindicativo, fuera de lo establecido y ciertamente disruptivo que, en gran medida, le han dado un valor añadido a su trayectoria profesional.

De "El Jardinero fiel" (2005) a "La favorita" (2018), sin olvidar "Agora" (2009), "Negación" (2016) y "Disobedience" (2017), la carrera de esta actriz británica, de madre vienesa y padre húngaro, discurre por caminos e interpretaciones en los que las mujeres tienen algo que decir y luchan por hacerse escuchar en el ya manido 'mundo de hombres'.

Irreverente y decidida. Así es la Tessa Quayle de la novela de John le Carré a la que da vida Weisz en "El jardinero fiel", una activista de los derechos humanos que no entiende cómo el mundo no es capaz de ver el engaño y la corrupción de las grandes corporaciones farmacéuticas asentadas en Kenia.

Es en este contexto en el que la grave voz de Weisz, que se llevó el Óscar a mejor actriz de reparto por este papel, hace enmudecer a grupos de hombres congregados para "decidir el devenir de un país" desde una sala de reuniones. La Tessa de Weisz se tira al barro, reivindica y actúa.

Elocuente y sabia. Así es Hypatia de Alejandría, a quien la actriz británica dio vida en 2009 en "Ágora". La palabra es, una vez más, la clave del personaje de Weisz para desarmar a un grupo de hombres, esta vez congregados en el ágora, a los que 'vapulea' con su elocuente discurso.

Infatigable y tenaz. En una constante búsqueda de la verdad, así se presenta Deborah Lipstadt en "Negación". Weisz interpreta a una famosa historiadora norteamericana que lucha, una vez más a través de la palabra, por demostrar que el Holocausto fue una cruda realidad, a pesar de lo que los negacionistas quieran hacer ver al mundo.

Atrevida y serena. Una mezcla explosiva para una Ronit Krushka, encarnada por Weisz en "Disobedience", que regresa a su hogar para poner patas arriba el mundo de la comunidad ortodoxa judía a la que su familia pertenece.

De nuevo, un reposado discurso y, en este caso, el deseo por otra mujer mueven a un personaje de Weisz que lucha por no dejarse arrastrar por la corriente mientras que vive con orgullo lo que otros detestan o señalan por diferente.

Cruda y dominante. Así es la Lady Sarah que la actriz británica interpreta en "La favorita". Su absoluto dominio sobre la Reina Anne, a la que maneja a su antojo y a través de la que gobierna un país en la sombra, marcan la interpretación de una Rachel Weisz que, una vez más, es capaz de engatusar con su voz y su contundente discurso.

Cinco ejemplos de mujeres complejas que, como la propia actriz repite entrevista tras entrevista, no son "fuertes" sino "complejas" y llenas de valor y suficiente poder como para liderar y conducir una historia.