N su nombre se han pronunciado mil y un juramento en los días de lluvia, cuando uno la pisa y... ¡zas! aparece el txipli txapla y te deja bautizados los zapatos y los pantalones. Ese fenómeno tiene, incluso, un nombre propio que lo define: llueve hacia arriba. Les hablo de la baldosa de Bilbao, un icono que lleva en torno a un siglo en la ciudad. No está claro cuál es su origen, es cierto. Es más, hay tres teorías que se disputan su paternidad de las que más adelante les daré noticia. Por ahora, baste con decirles que pese a las imprecaciones antes recordadas es adorada por el botxo.

¿Quieren un ejemplo de ese amor apasionado? Basta con recordarles que La Otxoa, juglar de la villa, le dedicó una copla a su memoria. Escúchenla: "La Baldosa de Bilbao está de moda/y el que nunca mire al suelo, que se joda,/en estos tiempos de crisis y corrupción/no se libra del molesto salpicón/ni el alcalde, ni tu portero/a todos mide por el mismo rasero,/estate al loro y controla tu pisotón,/que no te llueva desde abajo el chaparrón,/la baldosa que maravilla,/sorpresa de nuestra villa/baldosa, nuestra baldosa/ baldosa maravillosa." ¡Hay la tienen!

Conviene aclararles el porqué de ese susto de sopetón que te empapa el pie y te hiela el ánimo. En principio la conocida baldosa con un dibujo de tipo roseta originalmente fabricada en hormigón y arena gruesa, cubierta con viruta de hierro. Actualmente se hace con cemento. Se utiliza en las aceras de la villa de Bilbao desde que se sustituyó el antiguo asfalto pero al parecer no tiene la adherencia necesaria al suelo. Con todo, la ciudadanía ha acabado por dibujar una media sonrisa cuando ya sabe que el chapuzón es irremediable al bailar sobre la baldosa floja.

El característico dibujo de la baldosa bilbaina en forma de roseta está compuesto de un círculo central rodeado de otros cuatro círculos más pequeños, de los que parten unas ranuras que facilitan el desagüe. Estos canales evitan las láminas de agua y por tanto favorecen que fluya. Parece ser que las primeras baldosas datan de principio de los años veinte del siglo pasado, siendo fabricadas por los operarios del ayuntamiento de manera totalmente artesanal utilizando cemento agua, arena y virutas de hierro, extraídas de la escoria de los Altos Hornos de Vizcaya y que se añadían para evitar resbalones, consiguiendo un producto a precio económico, de gran resistencia y calidad.

Deténgase la persona curiosa y lectora en este punto. Aparece en él Buenos Aires (Argentina), una de las ciudades en las que también hay baldosas de Bilbao. Y para demostrar su capacidad de agarre, en la película alemana La tragedia del Pamir, rodada para la televisión en 2006, puede verse a una pareja bailando un tango sobre una calle bonaerense en el que las baldosas son como las de Bilbao.

No es su única aparición estelar. También aparece en un videojuego. En Dead to Rights: Retribution, el policía antivicio Jack Slate, junto a su ayudante canino Shadow, intenta acabar con el mundo del crimen en una lluviosa y ficticia ciudad, Grant City, a metrópoli donde se desarrolla toda la historia del videojuego.

Una película, un videojuego y... ¡un pastel! Se ha convertido, en un dulce típico de la ciudad. Y se llama así: La baldosa de Bilbao. Está hecho a la medida y forma exactas de las originales, incluso su color grisáceo es el mismo, lo que hace que algunos se asombren al descubrir que realmente se puede comer. Ese color tan realista se consigue con una capa muy fina de chocolate negro y blanco fundidos. Por dentro está relleno de una mousse de café y caramelo, seguido de una capa de tofee y más mousse. Al contrario de lo que pudiera parecer, es muy ligera y se recomienda comer fría. La idea surgió en el gremio de artesanos de confitería y pastelería de Bizkaia, con el objetivo de crear un dulce que representase la ciudad.

Démosle otra vuelta de tuerca al asunto. El escultor Iñaki Ría Garriga proyectó una intervención a modo de objeto híbrido entre la escultura y el mobiliario urbano, donde una baldosa Bilbao de modelo más grande, fundida en hierro, es insertada en un tipo diferente de pavimento, contribuyendo a proporcionar identidad al mobiliario. La relación del mobiliario con la escultura refleja identidades e imaginarios evocados que tienen que ver con la particularidad de la ciudad, idea clave, principal, de la propuesta.

En fin. Saldemos la deuda pendiente. Pese a la ausencia de datos exactos, los técnicos del Área de Obras y Servicios del Ayuntamiento de Bilbao (Subdirección de Proyectos y Obras Públicas) informan que el diseño original de la baldosa modelo "Bilbao" fue creado en el taller del entonces Departamento de Vialidad del consistorio bilbaino, durante una fecha indeterminada entre las décadas de 1940 y 1950. Sería probablemente un rediseño adaptado de una baldosa de tamaño ligeramente superior ("Rosa" o "Flor" de Barcelona, ideada por Joseph Puig i Cadafalch, en losetas de cemento hidráulico de 20 x 20 cm.) que existía y se utilizaba tanto en la ciudad condal como en otros lugares. Fuentes más imprecisas defienden una datación anterior que se remonta a las décadas de 1920-1930, período en el que serían elaboradas, bien por Eduardo Sáenz de Venturini o bien por la factoría de mosaicos La Moderna, ya en forma de roseta y con los cuatro canales para el desagüe. Su exportación a latitudes de clima húmedo ha sido un acicate para su expansión.