Marcelino García Toral (Villaviciosa, 1955) es uno de los hombres de moda de Bilbao. ¿Quién lo iba a decir? ¿Eh? Pues sí. Con Marcelino no solo el Athletic juega con otra alegría, sino que el técnico asturiano ha elevado el nivel intelectual de la parroquia rojiblanca de manera considerable. Al menos si seguimos la máxima de uno de los más grandes filósofos de la historia, el alemán Immanuel Kant, quien dijo: “El sabio puede cambiar de opinión; el necio, nunca”. Por eso en Bizkaia se cuentan ahora mismo decenas de miles de sabios más que hace unas semanas: se trata de quienes han cambiado su opinión sobre Marcelino. Se puede añadir, además, que casi no quedan necios entre la afición de San Mamés. Es esta otra cosa que debemos a Marcelino, además de una Supercopa y la final de la Copa de 2021. Si los de Ibaigane ganan la breva de la final de Copa de 2020 tras el higo clasificatorio de la temporada pasada, sumará una nueva muesca en su haber. Entrevistamos al entrenador del primer equipo masculino del Athletic en Lezama mientras se encuentra agarrado al cuello de Unai Simón celebrando algo.Me responde usted subido a Unai Simón ¿Qué celebra concretamente esta vez?

—Nada, nada. Que me di cuenta, ahora que en poco tiempo celebré mucho, que voy muy cómodo así. Nos sucedió después del partido de semifinal de Copa contra el Betis que empecé a abrazar a los chicos; y con Muniain y Berenguer no pasó nada especial, pero saltele encima a Vesga cuando iba para el vestuario y ni se enteró. Así alcancé el hotel. Caí en la cosa de que llego antes a los sitios, porque ellos tienen las pierninas más largas, y me canso nada. A los chicos tampoco les importa: peso menos que un jilguero tísico. Fíjate que en los partidos que dirigí en el Nuevo Zorrilla, allá en Valladolid, me ponían en la zona técnica una peana de esas de las sombrillas de las terrazas para que no se me llevara el vientín. A los chicos no les incomoda y, mientras, les voy dando una charla táctico-técnica. Aprovechamos mejor el tiempo.

Bueno. Espero que no molestemos a Unai Simón

—Ni se entera. Está con los auriculares puestos. Le he pasado un bucle que he grabado yo mismo con los nombres de los jugadores de la primera y segunda plantilla de la Real Sociedad y el Fútbol Club Barcelona y a dónde tira cada uno los penaltis. Por ejemplo: Messi, abajo a la derecha; De Jong, centrado arriba; Braithwaite, fuera. Lo tiene que memorizar para el 1 de abril. Si no, se queda sin postre en la concentración. Lo aprende seguro, que es muy goloso.

Vaya, parece que es cierta esa leyenda que dice que es usted meticuloso, metódico y obsesivo con sus planteamientos.

—Exageraciones. No soy obsesivo. Ni meticuloso. Si lo fuera le diría que Iñaki Williams tendría que pasar trotando suavemente en solitario dando una vuelta al campo 3 de Lezama, ahí arriba, ahora mismo que son las 11:53 con 15 segundos, porque está recuperando la musculatura. ¿Y ves? No está pasando. ¡Ajá! Ahora sí. Con 10 segundos de retraso. Y yo ni me cabreo ni nada. Si fuera como usted dice, cogería, subiría allí y le cantaba las cuarenta. Pero no, soy flexible

Ya veo, ya. Por cierto, el planteamiento 4-4-2, innegociable.

—No hombre, no. Todo es negociable en esta vida. Yo, por ejemplo, jugué una vez, cuando estaba en el Racing, con un 4-4-1 y tan tranquilo.

Pero eso fue porque le expulsaron a un jugador.

—Ya estamos buscándole punta a las cosas. Por lo que sea, pero es otro sistema. ¿O no? No me puse yo a pelear con el árbitro para mantener el 4-4-2. Una vez, recuerdo que planteé un partido con un 3-5-2 y... joder... a los tres minutos me había salido un sarpullido por todo el cuerpo que no podía parar, y náuseas, y dolor de cabeza. Fue volver al 4-4-2 y mano de santo. Todo curado.

Por lo que estoy viendo, es usted uno de los entrenadores más singulares que se ha sentado en el banquillo de San Mamés.

—Venga, no me jodas. Que aquí se han sentado Clemente, Irureta, Luis Fernández y Bielsa. Esos, así, que me acuerde a bote pronto. Buenos elementos. No me voy a poner yo a contar chascarrillos de otros.

Respecto a las dos finales de abril, ¿mentalizados para ganar las Copas?

—Los chicos quieren hacer historia y saben que pueden hacerla. Estamos en racha y con buen juego. Yo le he pedido al presi que nos apunte también en Roland Garros y en Wimbledon. Si nos admiten, nos plantamos en las finales seguro. Que se anden con ojo Nadal y todos esos. Penina me da la Super Bowl, que por fechas no pudimos jugarla. De haber tenido la oportunidad, tienes el trofeo en el museo de San Mamés. Un momento, Unai, bájame, que se me olvidó la bolsa en el vestuario.

Marcelino sale corriendo con los brazos en alto y dando brincos nada más tocar suelo. “Nunca camina como los demás. O corre como si celebrara un gol o te salta encima como si te felicitara por pasar una eliminatoria. No sé cómo se arreglan dentro de casa. Es un crack”, explica Unai Simón.

“Caí en que llego antes a los sitios subido a un jugador, porque ellos tienen las pierninas más largas, y me canso nada ”

“Aquí se han sentado Clemente, Irureta, Luis Fernández y Bielsa. No me voy a poner yo a contar chascarrillos de otros”