- Es estrella de realities, cantante ocasional y animador de festejos familiares que no sean los suyos. Con 36 años, Francisco Rivera Pantoja, Kiko para los amigos, Paquirrín para el resto, ha vuelto abrir la caja de los truenos y los billetes al anunciar que su madre, Isabel Panoja, perdón, Pantoja, es una bruja desalmada que le ha tangado parte de la herencia del matador que en gloria esté.

Kiko no realizó estas afirmaciones ante un juez de guardia, ni siquiera ante el párroco de Fuengirola. Eligió el tribunal de la inquisición televisiva presidido por el Torquemada de la santa madre iglesia catódica y los matamoros de turno.

Por todo esto le hemos vuelto a llamar. Y nos ha concedido una entrevista completamente gratis. Eso sí, imaginaria. “¿Qué quieres decir con eso de que mi padre es el torero que más dinero gana cada temporada hasta después de muerto?”, nos pregunta con voz de mosqueado. “Todos los antitaurinos sois iguales”, remacha sin entender demasiado el nuevo profesional de pinchar y armar ciscos en los platós.

¿De verdad que su madre es tan mala?

—Has visto Blancanieves, ¿chacho? Pues la bruja, una ursulina comparada con mami. Aunque yo la quiero mucho. Pero es mala como la carne de pescuezo y más falsa que un billete de tres euros. Yo he visto a mami salir volando en una escoba por el balcón grande de Cantora una noche que quedó para ir al bingo con María del Monte. No me dio tiempo a grabarlo con el móvil. Aunque fue así, lo juro. Se puso los tacones, el chándal de ir al mercadillo de Mijas, agarró el bolso con un taco de billetes asín de gordo, se metió la escoba de barrer el jardín entre las piernas y pfiuuuu, a volar. Una vez le saqué una foto con una polaroid... se ha borrado con el tiempo. Las polaroid son una mierda, chacho.

Me cuesta creerle. A usted solo ¡le falta un tatuaje de esos que pone ‘Amor de Madre’ y…

—¡No me falta! Aquí lo tengo. En el papo derecho del culo. Donde duele. Te lo enseño, espera, me bajo la pantaloneta y…

Le creo, le creo. Vale. Súbase eso, que le asoman las pelusas del ombligo. Basta. No es necesario.

—Y en el otro papo pone Manzanita ford ever .¿Te has fijado?

No quisiera. Wuaaa. Oye, no se escribe ‘ford’, se escribe ‘for’.

—Qué malaje el tatuador. Cobraba por letra y me convenció de que estaba bien escrito. Mañana voy y le monto un pollo. ¡Un pollo a la Pantoja! Jajajajaja. ¿Lo pillas? ¡Pollo a la Pantoja! Es que soy un talentoso del copón. Jajajaaa.

Volvamos al asunto, que se dispersa. Me parece mucha casualidad que empiecen ahora a lanrarse acusaciones sobre la herencia del torero. Justo ahora que su madre tiene un contrato con una cadena de televisión y usted, seguramente, también.

—Oye, oye, oye, alto ahí, chacho. ¿En qué quedamos? ¿Soy un carota que vive del cuento y de exponer mi vida privada? ¿O soy un artista que se empolla los guiones que le planta la tele, los ensaya y los interpreta con salero? Una de las dos cosas. Las dos no pueden ser.

Ahí me ha pillado. Pero vamos, que usted lleva 18 años siendo mayor de edad y llama la atención que justo ahora, con todo chichirimundi confinado y sin poder ir a ninguna parte, se caiga del caballo y descubra que su madre ha sacado tajada de su herencia de usted.

—Eh, a mí no me vengas con caballo y movidas, que llevo limpio mogollón y lo mío me ha costado.

Es verdad y le admiro por ello, pero se trata de otro tipo de caballo.

—Bueno. Te diré la verdad: mami, antes de salir de casa por el balcón en la escoba para jugar al bingo con María del Monte y la tita Encarna, me daba a comer una manzana que me dejaba como atontado. Yo no me enteraba de nada. ¿Eh? Te tengo que dejar.

Kiko se saca un móvil que lleva guardado bajo el doble tirabuzón de mollita que luce en la parte de atrás de la cabeza, justo sobre la nuca, y responde. “Maaama. Sí, que lo tenía en vibración. ¿A casa ya? Pero si solo son las ocho de la tarde. ¿Que me has hecho torrijas? Maamaa, voy corriendo”.