la web 8Chan (infinitechan) fue creada por Fredrick Brennan. Acaba de pedir que la cierren. ¿Por qué? El autor de la masacre de Christchurch en la mezquita de Nueva Zelanda, el de la sinagoga en California y el autor del reciente tiroteo en El Paso, Texas, compartieron en dicha web textos ideológicos antes de cometer sus terribles asesinatos. Podían haber compartido los textos en otras webs, pero lo hicieron en 8chan por su escasa moderación y censura. En los últimos años, se ha convertido en el espacio de libertad de referencia para grupos de extrema derecha. Un lugar donde puedes encontrar a personas de todo el planeta intercambiando todo tipo de comentarios sobre la necesaria limpieza étnica (sic).

En 8Chan, los usuarios pueden crear, administrar y moderar tableros (espacios) sobre los temas que consideren. Se abre un tema, y la gente empieza a unirse a dicha conversación, como en los antiguos foros o las actuales redes sociales. En cuanto a la temática, hay de todo: anime, deportes, política, videojuegos, etc. Sus participantes son muchos de ellos exusuarios de 4chan, otro portal web muy conocido. La diferencia radica en que 4chan sí expulsa usuarios. De hecho, 8chan da cobijo a muchos de esta comunidad de expulsados. Se pueden imaginar el perfil.

El creador de la web (el citado Brennan) la creó como una “utopía de discurso libre” (según sus propios términos). Con el tiempo, sin embargo, dice que es un sitio web que “provoca mucho daño a la Humanidad”. Quizás un poco tarde para darse cuenta de ello, máxime cuando él mismo en 2013 (cuando creó la web) se definía como un programador informático que defendía la eugenesia (!). Acaba de decir en una entrevista de New York Times lo siguiente: “Cerrad la web. No está haciendo nada bueno. Es completamente negativa para todo el mundo excepto para sus usuarios. ¿Y sabes qué? También es negativa para ellos. Simplemente no se dan cuenta”.

Tampoco me extraña que diga esto. En respuesta a los ataques en El Paso, los usuarios de 8chan empezaron a publicar memes y comentarios pretendidamente humorísticos para mofarse de las víctimas. Son perfiles que tienen una clara alineación con su poca contribución a la convivencia, el respeto y la mejora de las sociedades. Una de las técnicas que suelen utilizar, por poner un ejemplo, es el swatting. Es decir, engañar a los servicios de emergencia para que se envíen equipos de respuesta de la Policía a una dirección determinada. En realidad, son casos donde no ha ocurrido nada, dado que se trata de falsas alarmas. Pero los cuerpos y fuerzas de seguridad de los Estados ya han enviado equipamiento, activado protocolos, etc. Habría que contarles el cuento de Pedro y el Lobo, así como contagiarles un poco de empatía con el trabajo y aporte ajeno. Bueno, no sé, supongo que serviría de poco.

Hace tiempo, Google, el principal espacio donde buscamos y nos informamos, la eliminó de sus resultados de búsqueda por violar sus políticas. Sus proveedores de alojamiento web y DNS (Cloudflare y Voxility) le han suspendido la provisión del servicio. Algunos gobiernos han bloqueado temporalmente el tráfico a la web; es lo que sucedió, por ejemplo, en Nueva Zelanda y Australia. Además, a diferencia de otras redes sociales como Facebook o Twitter, ignora las quejas sobre el contenido extremo que circula por su plataforma.

Como ven, son mayoritariamente empresas privadas las que están reaccionando. Pero, ¿qué dicen las autoridades? ¿Estaremos ante el enésimo debate entre los límites de la libertad de expresión y el respeto a otros derechos? Sí parece cierto que estamos viviendo un nuevo concepto de conversación. Éste, con apellidos social y digital que, cuando se unen, permiten a los comportamientos anómalos, ser no tan raros y convertirse incluso en masivos.

En la plaza de mi pueblo era difícil encontrar otro que pensara tan extremo como yo. En Internet convivimos todos y todas a golpe de click.