AÚN huele a pólvora allá en el número 47 de la calle General Castaños, donde a Portugalete le nació un poeta, algo poco usual en los tiempos modernos. Que a un pueblo le nazca un poeta es toda una singularidad, un hallazgo extraño. Le nacen muchos más hombres y mujeres dedicados a la medicina, la abogacía o el andamio, pongamos por caso. Digo que aún huele a pólvora porque a los pies de ese viejo portal acaban de tirarse los fuegos artificiales de una placa conmemorativa que recuerda que esa fue la primera cuna de Mario Ángel Marrodán, un poeta universal, según dicen los libros. Tampoco a los pueblos les nacen, por costumbre, hombres y mujeres universales, así que el brindis es doble.

Esta rara costumbre de nacer la tuvo en los albores de la República, el 7 de junio del año 1932. en aquel entonces el portal era el 41 (ya ven, con los años, los pueblos también crecen...) y en una vida de 73 calendarios le dio para convertirse en poeta mayor de la lírica portugaluja. No por nada se hizo acreedor a los apelativos de El Poeta de la Villa o el ya citado antes de Poeta Universal de Portugalete.

Siempre afable, cordial y dispuesto a la conversación, Mario Ángel Marrodán se licenció en Derecho por la Universidad Central de Madrid, pero su vida siempre se debatió entre las Artes Plásticas, con las que se relacionó como estudioso y crítico, y la poesía. No en vano es autor de más de 400 libros, entre poemarios, ensayos, estudios, catálogos y traducciones de sus obras a idiomas como el inglés, francés, portugués o griego. ¡Toma ya!

La pasión literaria despierta en Mario Ángel Marrodán entrados los años 50, cuando dirige las revistas literarias aunque su primer libro de poesía, Ansia de vida, vio la luz en 1950. Recuerdo haberle escuchado (o leído porque uno ya no sabe bien en qué formato se pronunciaron los recuerdos que le llegan...) que “la poesía es un alma cagada y sin futuro”. Encaja con su talante socarrón aunque el fuese un hombre que amase los versos por encima de tanto.

Ha recibido diversos galardones, tales como Premio Villa de Bilbao de Poesía (1970) o el Premio Ramón de Basterra (1974); este último por su obra Homenaje al dolor. Poseyó el diploma de Honor del Comité Lírico de la Rosa Blanca Martiana de Argentina, Croix du Chevalier de Le Merite Nationale Français. Fue Cittadano Academico di Ducato di Vittoforita, titular Académico de Casa do Poeta Garibaldi de Portugal, académico correspondiente de la Academia di Pontzen de Italia, y no sé qué más. ¡La bomba!