EMOCIONANTE e inspiradora. Así fue la ponencia realizada por la getxotarra Inés Sáez en la octava edición de los Encuentros Digitales de Deia. Un ejemplo de profesional que, tras una historia de superación personal conmovedora, vio una oportunidad en la tecnología y ha logrado alcanzar el éxito laboral y, sobre todo, el personal, que al final es lo más difícil e importante. Actualmente, acompaña a otros profesionales y empresas para que aprovechen las oportunidades que les brinda LinkedIn, la red social orientada al uso empresarial, a los negocios y al empleo. Aunque ahora su oficina no tiene límites geográficos y goza de lo que denomina “las cinco libertades” -relaciones, financiera, tiempo, propósito y ubicación-, el camino a la cima ha sido, cuanto menos, sinuoso...

Con 25 años decidió que quería ser madre y llegaron los problemas. Con el segundo hijo se acrecentaron puesto que en su empresa no lo entendieron. “Se me rompió el corazón”, desveló. Finalmente acabó dejando su trabajo y entró en crisis personal y sentimental. A todo ello se le unió un problema de salud que lejos de hundirla le hizo ver la insignificancia de preocuparse siempre “por el qué dirán”. “El miedo es el gran paralizador”, advirtió. En su caso resultó un acicate que lejos de detenerla le catapultó. Adoptó por bandera la frase de Hermann Hesse en Demian “quien quiera nacer tiene que destruir un mundo” y se dispuso a comérselo. Volvió a estudiar, adentrándose de lleno en el mundo del marketing, y se lanzó de nuevo al mercado laboral. “Al principio cobraba 600 euros”, desveló. Poco a poco fue puliendo su propia marca. Un estilo que denominó “marketing honesto”. A todo ello sumó su propia página web, instauró su “método raíz” y se instaló para siempre en Linkedin. Más tarde, se volvió a reconvertir cambiando su modelo de negocio y dejando de ser generalista. “Dejé de cambiar tiempo por dinero para ofrecer transformación por dinero”, matizó. Así cimentó su camino hacia el éxito profesional.

Se enfrentó con coraje a los reveses de la vida, superó los miedos, se volvió a formar, detectó una oportunidad y la convirtió en su profesión hasta alcanzar la felicidad. “Todos nos merecemos tener nuestro lugar en el mercado”, concluyó. Sin duda, un gran ejemplo de que la era digital está llena de oportunidades para los que quieran afrontarlas.