Donostia. Hace entre 14.000 y 14.500 años, en pleno período Magdaleniense, cuando los neandertales llevaban ya más de 20.000 años extintos, un grupo de humanos modernos cruzó los Pirineos desde Francia, se internó en la península y olvidó en una cueva de Azpeitia tres varillas de asta decoradas que se han convertido en un verdadero misterio para los arqueólogos.

"El contexto en el que fueron halladas nos hace pensar en un alto de caza. No se trataría de un asentamiento, sino de una partida que eventualmente pasó por ahí", probablemente en busca de sílex para confeccionar útiles de piedra, explica el catedrático de Prehistoria de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) Álvaro Arrizabalaga.

El descubrimiento, realizado años atrás en la cueva de Ezkuzta por el Grupo de Arqueología Antxieta, constituye un hallazgo "excepcional" ya que, según relata Arrizabalaga, se han encontrado muy pocas varillas enteras de este tipo en la península ibérica e incluso en toda Europa, si bien existe un yacimiento de referencia en Isturitz (Francia) donde han aparecido muchos restos fragmentarios.

"Se trata de una piezas muy típicas del Magdaleniense Medio que se denominan 'varillas isturitzienses' porque el punto del que da la sensación de que emanan en otras direcciones es Isturitz", describe el arqueólogo, quien confiesa que el uso para el que fueron concebidas "realmente es una incógnita" para los expertos.

La investigación de estas misteriosas piezas, dos de ellas prácticamente enteras y una tercera fragmentaria, ha sido dirigida por la arqueóloga de la UPV/EHU y del centro Ikerbasque, María José Iriarte, y acaba de ser publicada en la revista científica Munibe.

Las varillas, en cuyo estudio también han participado los expertos Ignacio Barandiarán y Ana Cava, tienen unos veinte centímetros de longitud y están fabricadas en asta de reno, material que fue empleado por un artista prehistórico para realizar "con gran calidad técnica" una serie de profundos grabados en todos sus lados, salvo en la cara posterior, con un claro propósito ornamental.

"Probablemente -explica Arrizabalaga- no son piezas que tendrían un sentido utilitario porque la decoración lleva un esfuerzo y un trabajo muy grande, con lo que no parece que fueran pensadas para ser usadas en un trabajo cotidiano".

"Más probablemente -añade- podrían tener una función simbólica dentro de las creencias o rituales de los grupos de personas que habitaban la zona".

Se trataría de cuestiones que tienen que ver con un sentido "simbólico" de tipo "cultural", como en su momento lo fueron los penachos de plumas de los nativos americanos que, como recuerda el experto, permitían conocer, gracias a estos adornos, la tribu, el poblado y el rango social de quienes los lucían.

Arrizabalaga lamenta no obstante que la verdadera razón de ser de estas varillas "ya no se pueda conocer nunca" porque el "epicentro" de estos objetos "siempre se ha localizado en Isturitz" y la excavación de los niveles en los que aparecieron allí ya está finalizada, por lo que resulta "poco previsible que vayan a aparecer muchas más piezas de este tipo".

"No se puede ir mucho más allá de decir que en un caso concreto se encontraron dos unidas y que eso hace pensar que, a lo mejor, permitían organizar útiles compuestos de asta", revela el arqueólogo.

Tampoco parece factible que aparezcan nuevas varillas en Ezkuzta, ya que el yacimiento se encuentra muy degradado por distintos fenómenos erosivos, como la existencia de un manantial y su probable uso como depósito de agua para un molino o una ferrería medieval, lo que ha hecho que muchos materiales arqueológicos se hayan perdido.

Los sedimentos restantes, que sí han podido ser investigados, han revelado además una mayor abundancia de restos de industria ósea, como estas varillas, que está "sobrerrepresentada" en la excavación respecto a la "industria lítica", algo que unido a los escasos restos de carbón hacen descartar a los expertos la existencia de un asentamiento" en aquel lugar. EFE