alo largo de la semana visito y recorro muchas pequeñas y medianas empresas. Creo que salvo las compañías del IBEX35, el resto tiene un tamaño bastante reducido. Todas se diferencian en miles de detalles, pero estoy encontrando algo que se repite en casi todas y que es muy decepcionante. Todas han aceptado la adaptación digital, pero no el verdadero reto que es la Transformación Digital. En plena cuarta revolución industrial, cuando se esperan más cambios a nivel social y económico y cuando la tecnología nos va a permitir acometer todos esos cambios, estas pequeñas empresas continúan esperando a que sean otros los primeros en adaptar las nuevas herramientas en sus negocios. Es muy importante entender que adaptarse no es adoptar la transformación digital. Hay que ser valientes, anticiparse a los cambios, olvidar los procedimientos antiguos y ponerse a innovar casi sin pensárselo. Están todos en el borde de la piscina, esperando que sea el otro el que salte mientras nos entretenemos en discusiones sobre el estilo de natación o qué hacer en caso de que el agua esté muy fría. Estamos perdiendo un tiempo precioso, mientras que en otros países ya han dado el salto hace mucho tiempo.

Hay muy buenos directivos y emprendedores, las mejores universidades y escuelas de negocio, compañías que hace tiempo estaban en la vanguardia de la innovación, pero en la innovación financiera no en la tecnológica. Ya no me sorprendo cuando en una fábrica me encuentro con un parque de Pcs que sigue funcionando con Windows XP (desde el 8 de abril de 2014 ya no tiene Microsoft ningún soporte sobre ese sistema operativo) y todo porque esos equipos tienen una mínima memoria y un almacenamiento tan escaso que no pueden ser utilizados con otro sistema operativo. Equipos que tardan y tardan en arrancar, que se cuelgan una o dos veces al día y que no permiten realizar la principal tarea para la que fueron construidos, incrementar la productividad. Ya no me atrevo a hablar de cuántas empresas han entendido las posibilidades de la nube, donde poder mantener toda la información de una compañía, para ser utilizada desde el sitio que queramos, a la hora que queramos y desde el dispositivo que queramos. Las compañías que han sabido aplicar esto y que cuentan con un plan de teletrabajo, han visto incrementada su productividad. Pero si no se planifica y simplemente se manda a la gente a trabajar a casa con su portátil, fracaso asegurado.

Lo bueno de la cuarta revolución industrial es que la inversión para entrar de lleno en la Transformación Digital tiene el menor costo de todos los tiempos. La competencia entre las distintas organizaciones de productos informáticos nos da un abanico de posibilidades para todos los bolsillos. Los ERP, CRM o cualquier sigla que se te ocurra, tienen una relación calidad precio increíble, si lo comparamos con los de finales del siglo. El comercio electrónico en la nube supone la democratización de una herramienta que han adoptado todos los clientes, por lo que vender nuestros productos en mercados que pensábamos imposibles, es ahora una realidad. El análisis de los datos (Big Data) nos permite conocer cada día mucho mejor cómo funcionan de verdad nuestras empresas, pero seguimos despreciando esta información alegando falta de tiempo. Y eso es lo que nos está pasando, estamos dejando pasar un tiempo que luego no va a volver. Empecemos hoy la transformación digital de nuestras fábricas y empresas.

@juandelaherran