El ruido de las sirenas de ambulancias y patrullas policiales despertaron ayer al vecindario de la calle Larraskitu de Bilbao, consternado tras la muerte violenta de dos vecinos del portal número 22. Según fuentes oficiales, un padre mató a su hija de 13 años y posteriormente se quitó la vida. Todo se desarrolló de madrugada, en el segundo piso de un bloque de cinco alturas. La madre de la menor asesinada fue localizada sobre las cuatro de la mañana en la calle, nerviosa y llorando y, en su primera declaración, la mujer señaló a los agentes que había tenido una discusión con su compañero sentimental: “He discutido con mi pareja y tengo miedo de volver a casa”, indicó con gestos de nerviosismo a los policías. La mujer presentaba cortes en las manos producidas por un arma blanca y explicó a los agentes que había discutido con su pareja y que huyó del domicilio.
Los agentes le preguntaron si había alguien más en la vivienda a lo que la mujer le respondió que estaba su hija de 13 años. A partir de este momento la Policía Municipal de Bilbao puso en marcha el dispositivo, dando el aviso a la Ertzaintza a las 5.08 horas.
Varias patrullas policiales se personaron en el lugar y, tras tirar la puerta abajo, los agentes se encontraron al hombre con un único corte en el cuello en el baño de la vivienda y a la niña en la cama de su habitación con múltiples heridas causadas con un arma blanca.
Después de llevar a cabo las primeras indagaciones y a falta de realizar la autopsia, las investigaciones realizadas por la Ertzaintza a cargo del Servicio de Investigación Criminal Territorial de Bizkaia –SICTB–, según confirmó ayer por la mañana el departamento de Seguridad, indicaban que el hombre, de 43 años, se quitó la vida utilizando un cuchillo de cocina, después de agredir a la mujer y haber acabado con la vida de la hija. Por el momento, la investigación continúa abierta y será la autopsia que se les realice a los dos cuerpos la que arroje más pistas sobre cómo sucedieron los hechos, así como la hora del fallecimiento de ambas personas. Teniendo en cuenta la complejidad del caso, la Ertzaintza mantiene sobre la mesa otras posibles hipótesis.
Los vecinos de la pareja y de la menor no daban crédito ayer a lo sucedido. “Les solíamos ver pasear al perro y nunca hemos oído discusiones entre ellos”, apuntaban ayer. Según fuentes del departamento de Seguridad, no existían denuncias previas por violencia machista ni los servicios sociales del Ayuntamiento de Bilbao habían recibido notificación alguna en relación con la familia.
En busca de pistas
Antes, durante y después de que la funeraria levantase los cadáveres y se los llevase a las 9.20 horas, y mientras agentes de la Ertzaintza custodiaron el acceso al portal, el SICTB se encontraba en el interior de la vivienda recabando el máximo número de pistas posible para dirigir la investigación en una u otra dirección.
La consternación en el barrio bilbaino fue tal que en los establecimientos y talleres cercanos al edificio en el que tuvieron lugar los hechos no se hablaba de otra cosa. Por lo general, no tenían mucho trato con las personas que vivían en su portal más allá de cruzarse por la calle en “contadas ocasiones”. Un testigo de los hechos, residente en el bloque que está frente a la vivienda del portal 22, fue testigo de cómo la madre abandonó la vivienda para pedir auxilio. Según relató a este periódico, vio “a la mujer salir e irse corriendo cuesta abajo por Larraskitu pero no pensé que era por algo así, nunca me lo hubiese imaginado”, aseguró. Al parecer, según manifestaron varios vecinos del barrio, se mudaron al piso sobre el año 2020, coincidiendo con la pandemia del coronavirus. “Siempre que he estado en casa nunca había escuchado una palabra más alta que otra”, indicó uno de ellos.
Un vecino del mismo portal afirmó haber escuchado ruidos porque “estaba despierto” pero al no oír ninguna petición de ayuda ni gritos alarmantes se fue a dormir hasta que las sirenas de ambulancias y policía le despertaron. “Si llego a escuchar algo fuera de lo normal hubiese ido a tocar el timbre de manera inmediata”, aseveró recordando que en alguna ocasión previa en la que sí escuchó gritos “fuera de lo normal” actuó “al momento”.
“Esto es un barrio obrero”, explicó la mujer que vive “puerta con puerta” con la vivienda en la que tuvieron lugar los hechos. En esta dirección, matizó que esta zona de Larraskitu es “de paso” ya que “aquí no hay tanta actividad” haciendo referencia a los talleres que están frente al edificio y algunos de los bares que están en los aledaños “pero no justo al lado de la vivienda”. La vecina conocía a la familia “por un perro que tienen” y le sorprende “que esto haya pasado” porque “nunca había escuchado nada”.
Según contó a este periódico uno de los bares cercanos al portal vio “el martes o miércoles” movimiento en la vivienda, aparentemente de mudanza. “Parecía que estaban vaciando la casa”, observó Carlos, el dueño del bar Las Encinas, ubicado en la calle Larraskitu, que además es vecino del mismo portal. “No puedo decir nada más porque no escuché nada hasta que llegaron las patrullas de policía”, añadió.
“Éramos como uña y carne”
El trágico suceso corrió como la pólvora entre el vecindario de Rekalde y las escuelas próximas al lugar. Una familia que se encontraba en la puerta del portal número 12, según contó la madre sin dar crédito a lo que había sucedido, mantenía un “contacto estrecho” con los residentes en el segundo piso del portal número 22. “No teníamos constancia del movimiento de maletas”, puntualizó. Su hija pasaba mucho tiempo en la vivienda en la que tuvo lugar el suceso. De hecho, se preguntó qué habría pasado si llega a estar su hija allí ya que eran “como uña y carne”. “Donde estuviese ella quería estar yo”, comentó la menor. En su caso, tal y como narró, se enteró de todo estando en el instituto.
Escuchó a sus compañeros comentar lo que había sucedido en la madrugada de ayer en el barrio y a través del teléfono móvil tuvo conocimiento de lo ocurrido. Fue un profesor el que le invitó a salir fuera para tranquilizarse. Una consternación que se extiende al barrio a la espera de que concluyan las investigaciones policiales.
¿Dónde llamar?
Números de teléfono. Las víctimas de la violencia machista y su entorno pueden pedir ayuda en distintos recursos activos todos los días de la semana y las 24 horas del día. Lo pueden hacer a través del teléfono 016, el correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y el canal del WhatsApp en el número 600 000 016. Además, en Euskadi existe SATEVI, un Servicio de Atención Telefónica a las Mujeres Víctimas de la Violencia Contra Las Mujeres llamando al 900 840 111.