Aunque ya peinan canas, a Gil M.D., de 70 años, y Donino G.G., de 62, les cuesta retirarse y colgar las pelucas de sus disfraces. Esta pareja de históricos atracadores de bancos, que ha actuado en varias ocasiones en Nafarroa y que han estado en prisión por ello, han vuelto a ser arrestados esta semana por la Ertzaintza por un reciente robo cometido en una sucursal de Getxo.

Entre sus últimos golpes en Nafarroa figura el atraco a una oficina del BBVA situada en la avenida Sancho el Fuerte de Pamplona, de donde robaron 100.000 euros en noviembre de 2013. Es la misma cantidad que se les acusa de haber sustraído de una sucursal de Caixabank en el barrio getxotarra de Algorta, en Bizkaia, el pasado 9 de diciembre.

Ambos delincuentes habían salido de prisión en 2020 tras ser condenados por una serie de atracos a bancos en Nafarroa, la CAV, La Rioja y Cantabria. Como solían hacer, accedieron a la sucursal de Getxo disfrazados con una peluca y pistola en mano. Tras amenazar a los empleados y dejarlos encerrados, se apoderaron del botín y huyeron. En esta ocasión, pudieron darse a la fuga, no como les ocurrió en Iruñea hace casi diez años, cuando el 5 de noviembre de 2013 asaltaron a punta de pistola una sucursal bancaria situada en la avenida Sancho el Fuerte de la capital navarra, donde engrilletaron a los trabajadores, e intentaron huir con el botín sin conseguirlo ya que fueron detenidos en la misma puerta por agentes de la Policía Municipal de Pamplona que llegaron a disparar al aire. Ambos iban disfrazados con caretas de goma y pelucas, y estaban armados con una pistola detonadora apta para disparar proyectiles y una pistola simulada. 

Ya en el interior, Donino G.G., según consta en la sentencia que dictó el Juzgado de lo Penal número 3 de Pamplona y que después fue ratificada por la Audiencia Provincial, se dirigió a un empleado de la entidad preguntándole “quién manejaba el dinero” y a continuación accedió al despacho de la directora de la sucursal, a la que ordenó que se colocase junto al empleado y una clienta, y obligó a los tres a entrar en el archivo, donde les colocó unas esposas que les retiró “pocos minutos después, apuntándoles en todo momento con el arma de modo amenazante”. 

Mientras tanto Gil M.D., se dirigió al empleado que ocupaba el puesto de caja y, con una pistola en la mano, le dijo “vete dándome todo el dinero y no toques nada porque te mato”. El acusado obligó al trabajador a entrar en la habitación donde se encontraba la caja fuerte y le dijo “empieza a darle a los retardos de la caja fuerte, del reciclador y también vamos al cajero automático”, además de exigirle que metiera monedas en una bolsa de plástico.

Los acusados no llegaron a apoderarse de dinero al ser descubiertos por agentes de la Policía Municipal, que los detuvieron con el dinero en su poder, así como con los disfraces y las armas. Gil M.D. fue condenado a 48 meses de prisión, mientras que a Donino G.G. le cayeron 31 meses y medio.

Ya tras aquel atraco, los policías habían seguido sus pasos aseguraban que volvería a delinquir porque “es lo único que saben hacer”. “Son delincuentes clásicos, que pasan un tiempo tranquilos y que luego se juntan y resurgen para recuperar liquidez”, aseveraban desde el Grupo de Atracos de la Jefatura Superior de Policía de Navarra en el año 2013.  

El historial de antecedentes que arrastran les había hecho merecedores de formar parte del ramillete de sospechosos habituales que la Policía investiga cuando se produce un atraco en el Estado español. No en vano, Gil, natural de Palencia, había sido detenido hasta en once ocasiones por delitos de robo con violencia, robo con fuerza, falsificación documental y detención ilegal, mientras que Donino natural del municipio vizcaino de Barakaldo, lo había sido en cuatro ocasiones por delitos de robo con violencia, extorsión y tráfico de drogas. Para toparse con el primer robo que se les atribuye hay que retroceder hasta el año 1983. El más veterano de la pareja asaltó, a los 30 años, una sucursal bancaria en Zaragoza. Desde entonces, bancos en Valladolid, Cantabria, Bizkaia, Álava o Navarra han sido objetivo de sus andanzas. “Son atracadores que actúan en toda la cornisa cantábrica, hasta Galicia” y aunque no se tiene constancia desde cuando roban juntos, se les considera pareja habitual de baile. 

LOS DISFRACES, SU SEÑA DE IDENTIDAD

Fieles a las armas cortas semiautomáticas, Gil y Donino han hecho de los disfraces otra de sus señas de identidad. Las pelucas y también las máscaras de silicona se han convertido en elementos que no faltan en sus asaltos. “Usar el mismo modus operandi obedece a razones prácticas. Donino y Gil repiten aquello que les ha funcionado otras veces”, señalaba el jefe del Grupo de Atracos, quien añadía que “suelen elegir bancos situados en provincias diferentes a la que residen, a las que se desplazan con un vehículo que les espera en el exterior de la oficina”. 

A pesar de que en sus golpes pasados han empuñado indistintamente pistolas o revólveres simulados o reales, en el caso de Iruñea ambos atracadores portaban armas reales, incluso una de ellas cargada con munición real. No se les conoce, sin embargo, ningún episodio donde hayan “tirado de gatillo”, a pesar de que en ocasiones sus golpes fueron errados.Y es que el atraco de Iturrama de 2013 no fue el primero fallido en su dilatada carrera delictiva. También lo fue el que intentaron el 4 de enero de 2005 en una oficina de Barañáin cuando tuvieron que huir al escaparse una trabajadora. Hay que remontarse mucho más, al 7 de febrero de 1987, cuando Gil M.D. trató de robar un millón de pesetas de una sucursal bancaria en una localidad de la provincia de Valladolid a punta de machete y revólver simulado. En ese caso fueron necesarias dos horas de cerco policial para que el delincuente se entregase a la Guardia Civil.