¡No los tires!: estos son los alimentos que puedes comer aunque tengan moho, según la OCU
La organización de consumidores advierte sobre los riesgos de las micotoxinas y las bacterias invisibles presentes en alimentos irrecuperables
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha lanzado un vídeo informativo en el que aclara una de las dudas más comunes en las cocinas: ¿qué hacer con los alimentos que tienen moho?. La organización explica que aunque muchas personas intentan aprovechar los alimentos afectados, en la mayoría de los casos esa práctica no es segura.
Los únicos casos en los que sí puede aprovecharse
En su explicación, la OCU detalla que solo tres tipos de alimentos pueden consumirse después de retirar el moho: las frutas y verduras turgentes, los quesos duros y los jamones o embutidos curados: "Estos pueden comerse teniendo moho, siempre y cuando éste se retire raspando o quitando con un cuchillo la zona afectada”, señala la organización en su vídeo.
La clave está en eliminar no solo la parte visible del hongo, sino también un margen de unos dos centímetros alrededor y por debajo, ya que las esporas del moho se extienden más allá de lo que se ve a simple vista.
En el caso de los quesos duros, por ejemplo, la OCU recomienda cortar toda la parte que rodea la mancha, incluyendo ese margen de seguridad, antes de consumirlo. Con los embutidos curados como el chorizo o el jamón serrano, basta con raspar bien la superficie afectada, ya que el moho suele desarrollarse solo en la capa exterior.
Y en las frutas o verduras firmes, se puede retirar la parte contaminada siempre que la textura siga siendo compacta.
La trampa del resto de alimentos
La organización es tajante con el resto: “La trampa con los demás alimentos es que esto no sirve”. Productos como el pan, los dulces, los platos preparados o las sobras de comida deben tirarse directamente a la basura si presentan moho, aunque la mancha sea pequeña. El motivo es que, en estos casos, el moho no solo afecta la superficie, sino que penetra en el interior del alimento, contaminándolo por completo.
Además, advierte la OCU, “junto a los hongos pueden crecer bacterias patógenas indetectables por el ojo humano”, lo que multiplica el riesgo sanitario. El consumo de alimentos contaminados puede provocar problemas digestivos, intoxicaciones e incluso enfermedades graves, ya que algunos mohos generan micotoxinas, sustancias tóxicas capaces de inducir cáncer y provocar alteraciones genéticas.
Por eso, la OCU insiste en que no hay que fiarse del aspecto: aunque el moho se vea solo en una esquina, sus raíces pueden extenderse a todo el producto.
La prevención, la mejor herramienta
La organización aconseja mantener la nevera limpia y seca como medida preventiva:“Se recomienda limpiar el interior de la nevera cada cierto tiempo para evitar el riesgo de que aparezca el moho”, explican.
La humedad y los restos de comida son el entorno perfecto para que se desarrollen los hongos, por lo que es importante limpiar los estantes, revisar los alimentos con frecuencia y consumir los productos antes de su fecha de caducidad. También recomiendan vigilar especialmente los alimentos abiertos, como salsas, yogures o quesos frescos, que son más propensos a la aparición de moho debido a su alto contenido en agua.
Además, guardar los productos en recipientes herméticos y mantener una temperatura constante entre 1 °C y 5 °C ayuda a frenar el crecimiento de microorganismos.
