La miel es uno de los alimentos más antiguos y valorados del mundo. Desde tiempos remotos ha sido utilizada tanto como endulzante natural como por sus propiedades medicinales. Hoy, la ciencia confirma muchos de esos beneficios, pero también recuerda que su consumo diario debe hacerse con equilibrio, ya que sigue siendo un tipo de azúcar.
Su impulso natural
Consumida con moderación, la miel puede convertirse en un aliado energético y antioxidante. Su combinación natural de glucosa y fructosa proporciona energía de liberación lenta, ideal para personas activas o que necesitan un aporte extra de vitalidad a lo largo del día. A diferencia del azúcar refinado, su estructura química evita los picos bruscos de glucosa, lo que ayuda a mantener niveles de energía más estables.
Además, la miel contiene flavonoides, polifenoles y enzimas naturales que combaten el estrés oxidativo y la inflamación celular, dos procesos relacionados con el envejecimiento y diversas enfermedades crónicas. Por eso, incluir una pequeña cantidad de miel pura en la dieta puede ayudar a reforzar el sistema inmunitario y a proteger las células frente a los peligros.
También puede tener efectos positivos sobre la microbiota intestinal, actuando como prebiótico natural. Esto se traduce en una mejor digestión, mayor absorción de nutrientes y un funcionamiento más equilibrado del sistema digestivo. En algunas investigaciones se ha observado que la miel estimula el crecimiento de bacterias beneficiosas para mantener la salud intestinal.
Protección por doquier
Al sustituir el azúcar refinado por miel, se pueden notar beneficios a nivel cardiovascular. Varios estudios han mostrado que un consumo moderado puede contribuir a reducir los niveles de colesterol y triglicéridos. Además, sus antioxidantes ayudan a proteger las arterias del daño oxidativo, lo que repercute en una mejor circulación.
En cuanto al sistema inmune, la miel posee propiedades antibacterianas y antiinflamatorias naturales. Su aplicación tradicional contra la tos, el dolor de garganta o pequeñas heridas tiene base científica: los compuestos bioactivos presentes en la miel inhiben el crecimiento de bacterias y favorecen la regeneración de los tejidos. Por eso, tomar una cucharadita de miel disuelta en agua tibia o con limón sigue siendo un remedio eficaz y natural para aliviar molestias.
Los riesgos de abusar de ella
Sin embargo, los expertos advierten que “natural” no significa inocuo. La miel sigue siendo una fuente concentrada de azúcares simples y calorías, con unos 320 kcal por cada 100 gramos. Un consumo excesivo puede provocar aumento de peso, picos de glucosa y, a largo plazo, contribuir al desarrollo de problemas metabólicos como la diabetes tipo 2 o la hipertensión.
Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los azúcares ,incluida la miel, no superen el 10 % de las calorías diarias. En la práctica, esto equivale a una o dos cucharaditas al día en una persona adulta sana.
También se aconseja elegir miel pura y sin procesar, evitando versiones industriales mezcladas con jarabes o azúcares añadidos.
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