La viruela del mono, o viruela símica, es una zoonosis (es decir, una enfermedad transmitida desde los animales al ser humano) vírica con posibilidad de transmisión entre personas.

Al igual que la viruela humana, el virus de la viruela del mono pertenece al género Orthopoxvirus, cuya distribución es el África central y el África occidental siendo los monos su reservorio natural.

La viruela humana, gracias a la vacuna, fue erradicada en 1977 dejándose de vacunar en 1980. La viruela del mono, en cambio, cursa en brotes en las regiones anteriormente mencionadas, con brotes ocasionales en Occidente.

La sintomatología es muy diversa, desde síntomas leves a, excepcionalmente, casos graves, siendo los grupos de mayor riesgo las gestantes, los niños y los inmunosuprimidos.

La presentación característica es una erupción cutánea que afecta a cara, palmas y plantas, ojos, boca, cuello, ingles y región genital o perianal que se precede de una sintomatología inespecífica consistente en fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular, dolor de espalda, cansancio y aparición de ganglios.

El número de lesiones cutáneas puede ser muy variable e inicialmente consiste en lesiones planas que evolucionan a ampollas que después forman costras que finalmente se secan y desprenden apareciendo debajo una capa nueva de piel.

La enfermedad dura 2-3 semanas y la contagiosidad es posible hasta que todas las lesiones están en fase de costra, caídas y con formación de una nueva capa de piel por debajo.

La transmisión es principalmente por contacto persona-persona, siendo también posible, pero raro, mediante fómites (por contacto con ropa de cama o toallas infectadas o por respirar escamas de piel contaminadas, por ejemplo). Las úlceras o llagas de la boca también son contagiosas, siendo aún dudosa la posibilidad de transmisión a través de aerosoles de corto alcance.

El virus infecta al humano mediante el contacto físico con animales infectados como primates, roedores, antílopes o gacelas, ya sea tras mordeduras o arañazos o durante actividades como la caza, despellejar, atrapar, cocinar o comer estos animales infectados.

Son personas de riesgo aquellas que viven o tienen contacto directo con personas infectadas o que tienen contacto regular con animales que podrían estar infectados. Por ello, aunque en el brote actual, que es mundial, se está viendo más afectada la población de hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres, cualquiera puede contraerla.

Erradicada la viruela humana en 1977 gracias a la vacuna que dejó de administrase en 1980, ofrece ésta cierta protección frente a la viruela símica, siendo más eficaces las vacunas frente a la viruela humana más nuevas, aunque los datos aún son escasos, y está indicada para aquellas personas de riesgo.

En la mayoría de las ocasiones no se requiere tratamiento antiviral, siendo suficiente con el tratamiento sintomático para aliviar la fiebre, el dolor o el picor. En enero de 2022, la Agencia Europea del Medicamento (AEM) ha aprobado un fármaco frente al virus de la viruela humana, el tecovirimat, cuya experiencia de tratamiento y, consecuentemente, sus efectos beneficiosos son escasos.

La mortalidad derivada de la infección, aunque no es nula, es muy baja, siendo más probable en las poblaciones más vulnerables, como lo son los inmunosuprimidos.