Al oeste de Córdoba, al pie de Sierra Morena, el primer califa de al-Andalus, Abd al-Rahman III, ordenó construir a partir del año 940 una ciudad destinada a convertirse en la capital política y administrativa del Califato omeya de Occidente. Allí levantó Medina Azahara, uno de los principales yacimientos arqueológicos de Europa de la época medieval, tanto por su trascendencia histórica como por su extensión, 112 hectáreas.
Aquella ciudad, denominada en origen Madinat al-Zahra (La ciudad brillante), se ubica en un enclave paisajístico privilegiado, en sucesivas terrazas que se adaptan a la topografía del terreno, con amplias perspectivas sobre el valle del Guadalquivir y la campiña granadina.
Son visibles aún los restos de la muralla de planta rectangular, con un perímetro de casi 4.500 metros que delimitó la ciudad. La urbe se organizó internamente en dos partes bien diferenciadas, todavía reconocibles: el alcázar, donde se desarrollaba la vida del califa, con las residencias y espacios de servicio asociados, y la medina, sita en la parte inferior, donde estaba la mezquita.
Tras visitar durante casi dos horas la zona actualmente excavada, que constituye solo una décima parte de la extensión total de Madinat al-Zahra, conviene visitar durante casi otros 60 minutos el museo anexo, donde se amplía la información con una exposición articulada en varios bloques (fundación, construcción, habitantes, destrucción y recuperación) y un audiovisual.
La visita al yacimiento –a diario, a excepción del lunes, que permanece cerrado, en horario matinal y vespertino excepto el domingo, solo de 09.00 a 15.00 horas– es gratis para ciudadanos de la Unión Europea. Medina Azahara dispone de un autobús lanzadera para conectar el museo y el yacimiento.