Todos conocemos el gran yacimiento de Atapuerca, en Burgos, cuyos descubrimientos realizados a lo largo de la historia podemos explorar en el museo de la evolución humana de la capital burgalesa; o en la vecina Cantabria Altamira, esa cavidad natural en la roca en la que se conserva uno de los ciclos pictóricos y artísticos más importantes de la prehistoria.​

Pero en nuestros territorios también conservamos con mimo buena parte de nuestra historia más cercana y también la más antigua. Y es que muchos soñamos de niños con convertirnos en arqueólogos al más puro estilo de Indiana Jones, pero para eso no tenemos que recorrer el globo. Basta con mirar lo que se esconde bajo nuestros propios pies. En esta ocasión no es necesario que nos coloquemos la fedora, pero sí vamos a explorar buena parte de los descubrimientos que los grandes arqueólogos que tenemos en la CAV y en Navarra han hecho en los últimos años. 

Territorio alavés

Empezamos por Araba, donde tenemos una buena cantidad de yacimientos repartidos por el territorio. En esta ocasión, nos centraremos en algunos de ellos. Y para eso ponemos nuestra mirada en el valle de Ayala para encaminarnos a dos de las primeras excavaciones. Se trata de Elexazar y Santa María del Yermo. Tal y como nos recuerdan desde el Ayuntamiento de Amurrio, a quien pertenece el primero de los enclaves, Elexazar se encuentra situado entre las cumbres de Ezkurrola y Aspaltza, que ocupa la cima de una pequeña colina, bien protegida de vientos fríos. 

Antes de que la labor del arqueólogo Juanjo Hidalgo sacara a la luz los actuales restos romanos, allí solo podía verse “un gran amontonamiento de piedras, muchas de ellas con caras escuadradas y, al parecer, acondicionadas para formar parte de una construcción. Partiendo de estos indicios, y basándose en la arraigada creencia popular de la existencia de un antiguo templo anterior a 1570, fecha en la que se documenta el topónimo por primera vez en las ordenanzas de montes de la Junta de San Antón de Armuru, los trabajos arqueológicos descubrieron la construcción civil, cuyos restos, podemos visitar”, señalan. Y, por su parte, Santa María del Yermo nos lleva hasta Laudio.

Allí, según recuerdan desde la Guía Repsol, este lugar conocido por muchos como Santa Lucía, alberga en su interior una pequeña necrópolis con dos enterramientos junto a la puerta vieja del templo que fue descubierta en 2015 durante las excavaciones dirigidas por el arqueólogo Sergio Escribano. Durante algunos años incluso se hicieron visitas teatralizadas a la zona que representaban momentos de la historia del valle. El santuario incluso fue escenario de películas como La pequeña Suiza, de Kepa Sojo. Y terminamos la visita alavesa en Iruña-Veleia, el pueblo romano de la Llanada Alavesa, que se puede visitar en una zona que abarca, tal y como recuerdan desde la Diputación, más de 1.500 años de historia, desde el primer milenio a.C. hasta el siglo V d.C. “Parece que en este siglo se abandonaría el oppidum tardío, no documentándose un nuevo poblamiento hasta su uso como Priorato de la Orden de San Juan a mediados del siglo XIV”, señalan.

En Bizkaia

El museo arqueológico de Bilbao sirve aún hoy de canal difusor de las investigaciones arqueológicas de Bizkaia a través de sus actividades destinadas a difundir el conocimiento de la historia del territorio, fomentar los estudios arqueológicos y garantizar el depósito, la conservación y la restauración de los materiales arqueológicos. “Su exposición permanente nos transporta desde los inicios de la vida humana en nuestro territorio, hace más de 100.000 años, hasta épocas históricas”, recuerdan desde la Diputación. Allí podemos empezar nuestro recorrido, haciendo un repaso a los descubrimientos realizados, y de allí viajamos hasta Balmaseda, donde nos espera el Cerro del Castillo, donde este año, y fruto de un convenio suscrito la pasada legislatura entre el Ayuntamiento y la Cátedra Unesco de Paisajes Culturales y Patrimonio y la Universidad del País Vasco, la tercera campaña de excavaciones supervisada por el arqueólogo Jose Luis Solaun en la fortaleza de origen medieval ha desenterrado más estancias de un cuartel construido por los carlistas.

Viaje a Gipuzkoa

Y de ahí damos el salto a territorio guipuzcoano, donde nos espera el conocido como cromlech Jaizkibel V. Y es que este año Aranzadi Zientzia Elkartea ha finalizado los trabajos de rehabilitación de este entorno, un proyecto que ha finalizado con la restitución de la estructura, después de que entre los años 2018 y 2020 se realizaran los trabajos de excavación. Durante este tiempo, la investigación de un equipo de arqueólogos de la asociación, con Manu Ceberio como director de la excavación, permitieron el hallazgo de una sepultura prehistórica que en aquel momento definieron como “un círculo de piedras perfecto”. De esta forma, ha vuelto a quedar visible el cromlech que, según las investigaciones, fue construido a finales de la Edad de Bronce y durante la Edad de Hierro, es decir, hace 2.000 o 3.000 años.

Pasamos a Navarra

Y de aquí nos vamos a Navarra, la cuna de uno de los descubrimientos más famosos de los últimos años. Efectivamente, hablamos de la mano de Irulegi, ya que tal y como explican desde Aranzadi en este poblado datado en la Edad del Hierro se dio con una pieza de bronce con 2.100 años de antigüedad con forma de mano y en cuyo dorso tiene un texto escrito en un sistema gráfico paleohispánico llamado sistema gráfico vascónico, antecesor del euskera. Aquí llevan trabajando años. Los primeros trabajos, sin ir más lejos, se realizaron en el castillo de la cima del monte, entre los años 2007 y 2017; y desde 2018 un equipo dirigido por el arqueólogo Mattin Aiestaran realiza la investigación arqueológica del poblado de la Edad del Hierro ubicado en la loma bajo el castillo. 

Pero Navarra también es un gran espacio donde explorar la historia. Por eso terminamos en Zaldua, donde en el año 2021 y también de la mano de Aranzadi, se descubrió que el yacimiento romano de Zaldua seguía aportando nuevos descubrimientos y novedades al equipo arqueológico liderado por la Sociedad de ciencias. En palabras de su directora, Oihane Mendizabal, “este año gracias a las evidencias arqueológicas y las exploraciones geofísicas hemos podido documentar un edificio de 800 m. cuadrados. En el lugar excavado se han encontrado dos zonas caldarium dotadas de hipocastum o sistema de calefacción para piscinas termales. Entre los descubrimientos más importantes de esta campaña se encuentran también tres piedras de sillar colocadas una encima de la otra que contienen un agujero en el borde”. Todas estas excavaciones y trabajos son una buena opción de empaparnos de la historia de la mano de quienes han hecho posibles los descubrimientos.