Mientras las elecciones europeas del 9 de junio se acercan sin levantar pasiones y anticipando una elevada abstención, quienes sí están movilizados al cien por cien son los partidos de ultraderecha y los populistas que cuestionan los principios fundamentales de la Unión Europea. Este domingo han recibido el empujón definitivo con un acto masivo en Madrid a escasas horas de que arranque oficialmente la campaña este jueves a la noche, mientras que el resto de partidos aún trata de hacer ver a sus votantes la importancia de estas elecciones. Con Vox como anfitrión, los movimientos extremistas volvieron a corear sus mantras habituales, insultos incluidos, en el pabellón de Vistalegre, abarrotado por miles de personas que lanzaron vítores ante los discursos que prometen deportaciones masivas de migrantes “ilegales”, rechazar las leyes Trans y dar marcha atrás en la Agenda 2030 del cambio climático. Se dio cita una amalgama de fuerzas de extrema derecha, euroescépticas o populistas de toda Europa y América Latina. El presidente argentino, Javier Milei, empleó su retórica surrealista y acusó de corrupta a la mujer de Sánchez, una declaración impropia de un mandatario que puede incendiar las ya tocadas relaciones diplomáticas.

Las encuestas dan posibilidades a los ultras de convertirse en la tercera familia política en el Parlamento Europeo y desplazar así a los liberales y demócratas de Renew Europe en los que se inserta el PNV; o incluso les auguran la segunda posición por delante de los socialistas y justo por detrás de los populares. De confirmarse, podrían tener comisarios en el futuro gobierno europeo y, de hecho, la actual presidenta Ursula Von der Leyen no ha descartado alcanzar acuerdos, algo que sí ha hecho con claridad el candidato de Renew, Sandro Gozi. 

En algunos sectores se pone en duda que estas formaciones puedan influir realmente en Europa con el argumento de que son diferentes entre sí y no existe una unidad muy sólida entre ellas o que, incluso, será Von der Leyen quien diferencie entre unas y otras a la hora de poder alcanzar acuerdos. En la actualidad, tienen unos 130 escaños divididos prácticamente a la mitad entre el grupo ECR donde están Vox y la italiana Giorgia Meloni, y el grupo de la francesa Marine Le Pen, Identidad y Democracia. Suponer que no van a actuar como un todo es jugársela a una carta que nadie puede controlar ni garantizar.

En la convención Viva 24, Vox reunió, según sus cuentas, a 10.800 personas que querían escuchar a Milei, a Le Pen, al primer ministro húngaro, Viktor Orbán; y a la presidenta del Consejo de Ministros italiano, Giorgia Meloni. En un momento de solidaridad global hacia Gaza, Vox volcó sin embargo todo su apoyo sin fisuras hacia Israel frente al “terrorismo más satánico” con la presencia del ministro israelí para la diáspora, Amichai Chikli. El presidente de la formación, Santiago Abascal, recurrió a la hipérbole constante para presentar como algo que ocurre “todos los días” que los “enemigos de la patria quieren romperla desde dentro y quieren invadirla desde fuera”, y se quiere “destruir el físico de los niños y su inocencia”, un discurso ya conocido que desde otras formaciones le piden que respalde y verifique con datos. La inmigración fue el tema estrella de los oradores con el mantra de que, cuando es ilegal y masiva, crea delincuencia, o se van a borrar las raíces culturales de occidente, según Meloni.

El candidato de Vox a las europeas, Jorge Buxadé, apostó por combatir lo que él calificó como “separatismo regional, separatismo de género con personas que se autodenominan de un género, y separatismo islamista que crea zonas de exclusión donde no se respeta la ley europea”. Pidió derogar el “Pacto Verde que ha destrozado el campo español” y que se “exploten todas las fuentes de energía”, y rechazó que “millones de personas asalten nuestras fronteras” mientras los dirigentes “viven protegidos”. Pidió una “deportación masiva de quienes han entrado de manera ilegal”.

Milei acusa de corrupta a la mujer de Sánchez

Milei dijo que Sánchez “tiene la mujer corrupta y se toma cinco días para pensarlo”, y lanzó sus consignas habituales. Cuestionó la justicia social (dijo que es propia de los envidiosos e implica “robar” a los que tienen más), aseguró que abrir la puerta al socialismo es invitar “a la muerte” y que los “malditos socialistas asesinaron a 150 millones de personas”, y protagonizó momentos aún más extravagantes al cantar otra vez la canción Yo soy el león. Gritó su conocido lema “viva la libertad, carajo”. Los asistentes corearon durante todo el acto la palabra libertad aunque, en la práctica, cuestionan que las personas puedan defender su identidad de género o cruzar las fronteras.