La visita a Barcelona de Emmanuel Macron y Pedro Sánchez por la cumbre hispano-francesa ha vuelto a dejar al desnudo las costuras y las divisiones del independentismo catalán y ha evidenciado la fractura casi total entre el sector de ERC con su apuesta por el pragmatismo, y entre quienes defienden las vías unilaterales –representados en el plano político por Junts y la CUP–.

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Protesta independentista en Barcelona contra la cumbre hispano-francesa entre Sánchez y Macron

Ayer jueves una cuestión sobrevolaba en los actos institucionales y en la protesta multitudinaria contra la cumbre: ¿Sigue vivo el procés? Y es que mientras en Moncloa lo dan ya por muerto –y de ahí la elección de Barcelona como escenario idóneo para firmar el tratado de amistad entre España y Francia–, el independentismo catalán trató de demostrar en la calle que el conflicto sigue latente y que buena parte de la sociedad no renuncia a la consecución de un Estado catalán.

Las respuestas a esta cuestión no se despejaron del todo en el día de ayer. Por un lado, el soberanismo volvió a ser capaz de movilizar a varios miles de personas en un día de labor y exhibió músculo ante la visita de los mandatarios español y francés. Pero, en el reverso negativo, en la protesta quedó más claro que nunca la división que vive el independentismo desde hace meses y que, en el plano político e institucional, ha culminado con la reciente salida de Junts del Govern de Pere Aragonès.

En la marcha de protesta ante la cumbre hispano-francesa esa fractura fue un paso más allá y el líder de ERC, Oriol Junqueras, recibió un chaparrón de insultos y críticas por parte de un pequeño grupo de manifestantes que le reprochaban sus acuerdos con el Ejecutivo de Pedro Sánchez y el abandono de la vía unilateral hacia la independencia. Ante los gritos de botifler (traidor), Junqueras se vio obligado a abandonar la protesta a la que había acudido en representación de su partido.

Más allá de la división, se evidenciaron también las debilidades en la estrategia de una Esquerra que ayer jueves quiso hacer malabares –acudiendo tanto a la cumbre como a la protesta en su contra– y salió trasquilada. Y es que los republicanos, a pesar de tener muy clara la vía pactista en Madrid y la apuesta por la bilateralidad, no quieren renunciar a su eje netamente independentista, menos todavía cuando en el horizonte acechan dos citas electorales trascendentales, la primera de ellas en mayo y en la que, a tenor de algunas encuestas, ERC no saldría nada bien parada en plazas como Barcelona.

Respecto a la cumbre en sí, el president Pere Aragonès estuvo presente para dar la bienvenida a Pedro Sánchez y Emmanuel Macron al inicio de los actos, aunque se ausentó antes de la interpretación de los himnos de España y Francia.

Aragonès no participó tampoco en los actos posteriores ni en la firma del memorándum, aunque sí aprovechó para ofrecer a posteriori una declaración institucional en la que dijo respetar “plenamente” la manifestación independentista de “autoafirmación”, y tachó de “minoritarios” los abucheos a Oriol Junqueras: “No representan al conjunto del independentismo”.

“Debía recibir a macron”

Asimismo, justificó su asistencia a la cumbre porque el Govern debía “recibir al presidente de la República Francesa” para no dejar “ni una sola rendija” de duda sobre “la buena cooperación que existe con las autoridades francesas”.

En su comparecencia, el jefe de la Generalitat advirtió también de que no dará “carta de validez a la presencia del Ejército español en Catalunya” ni será reconocido como “propio”, después de que el president se haya ausentado de la ceremonia de honores militares y la interpretación de los himnos.

Por último, Aragonès explicó que mantuvo una breve conversación informal con el presidente del Gobierno español en la que le trasladó que el proceso independentista “no ha acabado”, mientras que al mandatario galo le dijo que “Catalunya quiere ser un socio europeo”.

Por su parte, Pedro Sánchez agradeció a Aragonès su presencia en el saludo institucional y recordó que “en otras cumbres bilaterales, en otras partes de España, no hemos ni contado con la presencia de presidentes autonómicos a la hora de recibir a otros mandatarios”, en referencia a algunos líderes territoriales del PP.

Más allá, Sánchez restó relevancia a la protesta independentista: “Lo importante es que hoy la Constitución española se cumple en todos los territorios del país, también en Catalunya”.

La Carta Magna, añadió, “reconoce el derecho a la manifestación pacífica en defensa de unos ideales, incluso los que van en contra de la Constitución”; y consideró que “la amplia mayoría” de catalanes y españoles defienden una “España unida en su diversidad”.

“Golpe de autoridad”

En el otro extremo, el president en el exilio, Carles Puigdemont, aseguró que el independentismo dio ayer jueves “un golpe de autoridad y firmeza” con la protesta ante la cumbre hispano-francesa. “Los adversarios manipularán las cifras, mentirán sobre la fuerza del movimiento independentista, magnificarán anécdotas”, expresó en un apunte en Twitter.

Puigdemont sostuvo que “menospreciar y confundir la parte por el todo es un error muy grave”, en referencia a la fuerza de la protesta independentista que, según los organizadores de Òmnium Cultural, convocó a un total de 30.000 manifestantes. l

Críticas de Junts

Polémica actuación de los Mossos

Al término de la protesta. El desalojo de un grupo de manifestantes por parte de los Mossos d’Esquadra al término de la marcha de ayer provocó también reacciones política. Así, el grupo de JxCat solicitó la comparecencia en el Parlament del conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, a raíz de las intervenciones de los Mossos en la protesta contra la cumbre. Junts lamentó “las actuaciones policiales contra manifestantes”, después de que la protesta derivara en momentos de tensión cuando agentes de la Policía autonómica impidieron, con empujones y algunos golpes con las porras, que algunos de los manifestantes avanzaran hacia la plaza Urquinaona de la capital catalana.