Paradojas del destino, el epitafio al actual Govern podría quedar inmortalizado el próximo 1-O, coincidiendo con el quinto aniversario del referéndum. Antes o después. Pero todo apunta a que la cuerda se romperá tarde o temprano después de que Pere Aragonès emplazara a los consellers de Junts a aclararse y posicionarse con firmeza ante si comparten que deba someterse a una cuestión de confianza, un capítulo más dentro de la espiral de desencuentros entre los socios. Para empezar, al president no le tembló el pulso y decidió ayer miércoles cesar al vicepresident Jordi Puigneró por “pérdida de confianza”.

La noche del martes, cuando el portavoz de JxCat, Albert Batet, acabó su disertación en el debate de política general nada hacía presagiar lo que se avecinaba. Contra pronóstico, su alegato, aunque receloso de los planes del president, no había hecho sangre en la distancia estratégica entre Esquerra y Junts, sino que se limitó a pedir a Aragonès que haga efectivos los puntos del acuerdo de legislatura que los posconvergentes consideran incumplidos: una reformulación del llamado Estado Mayor del procés, unidad de acción en Madrid y que en la mesa de diálogo se negocie la amnistía y la autodeterminación. Nada diferente a lo proclamado las últimas semanas desde que marcó en rojo esta fecha para comprobar los pasos del líder republicano. De hecho, Junts ni siquiera profundizó en la propuesta de la vía canadiense lanzada horas antes por el Jefe del Govern, quien, sin embargo, en el turno de réplica se lanzó al ataque para aclarar que el pacto que le entronizó en la denominada legislatura del 52% (independentista) marchaba por la senda debida. Lo que JxCat entendió como un enrocamiento llevó a Batet a deslizar la idea de que Aragonès se someta a una cuestión de confianza si tan seguro está de su horizonte, al igual que lo hizo Carles Puigdemont con solvencia en el año 2016. Fue la gota que desbordó el vaso, y la paciencia, del máximo dirigente del Ejecutivo catalán pese a que existen precedentes de episodios más gravosos en las relaciones entre ambas formaciones soberanistas. Que Puigneró no le informara de este movimiento le sentó a cuerno quemado.

Tensas reuniones

En la mañana de ayer miércoles, coincidiendo con el requerimiento de la CUP de que se entregara a este mecanismo, el Jefe del Govern suspendió su agenda, convocó para la tarde una reunión urgente del Consell Executiu y la cerró dos horas después con la sensación de que su gabinete de coalición se halla en el desfiladero toda vez que los consellers de JxCat, “de forma unánime”, se plegaron a su partido, como constataron a través de un comunicado, aunque Aragonès apreció “divergencias” y un relato “irregular” en sus respuestas.

En el cónclave, el president –que luego se vio las caras con el secretario general de Junts, Jordi Turull, durante más de tres horas– les interrogó uno por uno sobre si conocían y estaban de acuerdo con el planteamiento que aireó Batet en el Parlament ya que, según les interpeló, a Junts le toca “tomar una decisión después de muchos meses de indecisión: o son Govern o son oposición”. Aragonès expuso en el encuentro la situación actual y defendió la labor del Ejecutivo, su voluntad de cumplimentar con lo firmado y la necesidad de preservar las instituciones en el contexto económico y social actual, mostrando su “malestar y la perplejidad” ante la postura de JxCat que “pone en duda” a todo el Gabinete. En este contexto, les advirtió de que no se presentará a una cuestión de confianza, reprochándoles que existe un conflicto de lealtades dentro del Govern.

Los dirigentes posconvergentes le trasladaron la misma idea que expresó el portavoz de su grupo, reclamando a Aragonès garantías para cumplir la entente de gobierno o someterse a la cuestión de confianza. Antes de la cita, la cúpula de Junts (Jordi Turull, Laura Borràs, Josep Rius y el Albert Batet) y sus consellers almorzaron juntos para coordinar el mensaje que pondrían sobre la mesa y estos últimos llegaron en bloque al Palau de la Generalitat encabezados por Puigneró para dar una imagen de unidad. La suspendida presidenta de la Cámara catalana se había preguntado poco antes ante los micrófonos por qué se hablaba tanto de que Junts tendría que marcharse del Govern. “Si quien no cumple los acuerdos es Esquerra, ¿por qué no se salen ellos?”, espetó Borràs, que se presentó también en el Palau sobre las diez de la noche. Fue tanta la demora de las reuniones que Junts tuvo que aplazar la de su ejecutiva hasta la matinal de hoy.

En el seno de JxCat no son pocos, sobre todo los descendientes de Convergència, quienes piensan que fuera del Ejecutivo se viviría una situación más que complicada por sus efectos colaterales: Xavier Trias había exigido paz en el Palau como una de las cuatro condiciones para presentarse de alcaldable en Barcelona, la convivencia entre familias será compleja, así como la edificación económica y estructural de la formación. Pero existe a su vez un espacio que cree que ERC no ha sido consciente de que disponía de un solo diputado más que Junts, al que ha obligado a discurrir por el mismo carril, por lo que se puede topar con una oposición mucho más dura que la del socialista Salvador Illa. “No sería nada en comparación con la que haríamos”, avisan, empezando por retirar el aval a los Presupuestos, aunque hayan sido pergeñados por Jaume Giró, y a las políticas próximas a un posible tripartito de izquierdas. Es decir, prevén que Aragonès puede ser el president más efímero y que a Esquerra le puede durar poco este poder que no ostentaba desde la Segunda República.

La comparecencia del president ante los medios de comunicación no llegó hasta 45 minutos antes de la medianoche. Tras disculparse por la imagen y el ruido ofrecido por el Govern en la coyuntura presente, “que solo nos aleja de la ciudadanía”; Aragonès procedió a justificar la destitución de Puigneró. “Necesitamos un gobierno cohesionado que tenga en cuenta el bienestar y la prosperidad de la ciudadanía. El Govern seguirá adelante para servir a su gente y gobernar por la Catalunya entera. Y para hacer un país libre”, manifestó evitando decir cuál fue la reacción de Junts ante el cese de su cargo más alto en el Ejecutivo catalán. “Me duele pero es necesario”, incidió Aragonès respecto a su decisión sobre su número dos.

Si finalmente la opción es seguir compartiendo gobierno sin realizar ningún cambio, esta vez sería difícil justificar el motivo. Y resultaría muy costoso justificar ante la opinión pública y los respectivos electores que, esta vez sí, todo será distinto. Lo que a nadie se le escapa es que la entente soberanista escapa ya a aquella afirmación de que están condenados a entenderse. Para desazón la marea humana que acudió a las urnas hace ahora cinco años.

Acto del consell

Llamada de Puigdemont. Mientras implosionaban las relaciones entre ERC y Junts, desde el exilio y en un vídeo difundido por el Consell per la República, Carles Puigdemont llamaba al independentismo a asistir a la concentración convocada para celebrar el quinto aniversario del 1-O en el el Arc de Triomf, junto al Parlament, que será “más importante de lo que la gente piensa”. “No solo para recordar esta hazaña, sino también, y sobre todo, que es lo que algunos no quieren oír, para avisarles de lo que estamos dispuestos a hacer, hasta dónde estamos dispuestos a llegar”, explicitó.

Eulàlia Reguant. La portavoz de la CUP en el Parlament, Eulàlia Reguant, negó ayer en la vista en el Supremo haber cometido desobediencia al negarse a contestar a las preguntas de Vox durante el juicio del ‘procés’, y aseguró que habría respondido de haberlas formulado el juez Manuel Marchena.