La legislatura española comienza a ser un acto de fe. Pedro Sánchez llega al verano con varias asignaturas pendientes y, para colmo, el seísmo andaluz, aunque era previsible, puede hacer tambalear aún más los cimientos del Gobierno de coalición. La incontestable victoria del PP de Juanma Moreno, con la vía despejada para su reelección, y el peor resultado histórico de los socialistas en un feudo que durante cuatro décadas fue la guarida de sus esencias, sitúa el escenario en otra casilla, en puertas de un nuevo ciclo político que, irremediablemente, parece virar hacia la derecha. La partida le será ahora más fácil de jugar a Alberto Núñez Feijóo. Y es que los conservadores no solamente han sumado en Andalucía más que toda la izquierda en su conjunto, sino que la mayoría absoluta les permite no tener que apoyarse en el peor compañero de viaje posible. Al contrario de lo que ocurrió en Castilla y León, Vox, con un pírrico avance, no será crucial para formalizar la investidura ni podrá ejercer influencia en el Palacio de San Telmo como socio de Ejecutivo.
En ese espectro, Yolanda Díaz tendrá que armarse de paciencia para calibrar la fortaleza de su proyecto en ciernes. La plataforma de izquierdas creada a trompicones y entre disputas para esta ocasión, bautizada como Por Andalucía, casi ni salva los muebles, con 5 escaños (7,6%), pese al talante de quien la abanderada, Inmaculada Nieto, en los modos un perfil natural bastante parecido al de la vicepresidenta segunda. El proceso de escucha tendrá que abrir bien los oídos y los ojos para atraer a ese electorado desencantado con las guerras cainitas tanto dentro de Unidas Podemos como en la izquierda en general.
Una de ellas la mantuvo con la marca que le hacía sombra en estos comicios y que venía de englobar a todo este espectro, Andalucía Adelante. La formación de Teresa Rodríguez, con un argumentario en clave netamente andalucista, no ha confirmado los buenos augurios que larvó durante la campaña en los debates televisados, donde supo poner pie en pared a la ultraderecha, y no ha conseguido grupo propio al amarrar solo 2 representantes (4,6%). Los resultados de sendas marcas, y más compitiendo por separado, ponen de manifiesto que los egos internos espantan hasta al electorado con el que podrían empatizar, algo de lo que parecen no aprender.
Moreno, el gran barón del PP
El plan le ha salido a la perfección a Feijóo, y a Moreno en primer término, y es que se erige con este resultado en el principal barón del partido, por encima ya de la propia Isabel Díaz Ayuso. No solo por ese meritaje de acorralar a la izquierda y a Sánchez, que tendrá que mover ficha, quién sabe si remodelando su Consejo de Ministros, sino por frenar a Vox. Sinceramente, era su gran rival.