Sonrisas y lágrimas, éxtasis y decepción tras una poderosa ilusión compartida de antemano. De todo hubo en un engalanado frontón Bizkaia, escenario de grandes batallas, para enmarcar una apasionante e inédita final guipuzcoana entre el a la postre vencedor Altuna III y un orgulloso Iñaki Artola que proyectó un gran ambiente en las gradas con 3000 gargantas encendidas para la ocasión. La cita merecía y requería lo mejor de cada asistente al evento, siempre marcado en rojo en el calendario por estar en juego la txapela más prestigiosa del curso, y nadie falló en su papel. Devotos de Altuna III y Artola y aficionados en general convirtieron el lugar en una caldera en la que se respiró deportividad por encima de todo.
Disfrutaron del choque, entre otras muchas personalidades, la Diputada General de Bizkaia, Elixabete Etxanobe; el presidente de la Federación Internacional de Pelota, Xavier Cazaubon, y figuras destacadas del mundo del fútbol como el legendario José Ángel Iribar; José Luis Mendilibar, actual entrenador de Olympiacos, o el jugador Asier Illarramendi. Tal como se esperaba, el dinero salió a favor de Altuna III con Amezketa y Alegia entregados a sus representantes, dos auténticos guerreros cuyos pueblos están situados a solo diez minutos en coche, a ocho kilómetros de distancia. Tan cerca y tan lejos a la vez al verse separados en el Bizkaia por la anhelada txapela del Campeonato Manomanista. Palabras mayores.
Tanto que el propio Altuna III se había visto abocado a dejar claro en la previa de la finalísima, reñida hasta el 22-19 final, que "Iñaki es mi amigo, pero ahora tengo enfrente a un grandísimo pelotari. Para nuestra gente será una fiesta, pero para nosotros no lo es. Es el campeonato mas importante de todo el año. Saldremos a tope". Así fue.
Emoción
Temperatura en descenso en el exterior y en incremento en las entrañas del Bizkaia. Fuego a pie de cancha. También en cada golpeo de los combatientes Altuna III y Artola, maestro y novato en finales. Imperó finalmente la lógica, pero lo peleó al máximo Artola al calor de una ruidosa hinchada que le empujó en cada tanto. La gloria, sin embargo, volvió a ser para el de casi siempre, un Altuna III que sufrió de lo lindo para cumplir los pronósticos. Echarse al suelo fue la primera reacción tras la gigantesca victoria del de Amezketa. La segunda, ponerse la txapela que portaba su amigo y fiel seguidor ‘Latu’ en cada partido que disputaba. Fallecido semanas atrás, para él fue la primera dedicatoria de un emocionado Altuna III, que se retiró a vestuarios entre lágrimas. No eran de tristeza, eran de campeón.