La celebración de Joseba Ezkurdia (Arbizu, 1991) fue larga. Él dice que estuvo “a la altura” de la gran final del Cuatro y Medio ante Jokin Altuna (22-21). Lo que está claro es que el navarro se merece unos días de descanso después de una cita que fue una tortura. Aunque dolorido por la dureza del envite, no pierde la sonrisa. No es para menos.

¿La celebración estuvo a la altura del título? 

-Sí. La verdad es que la ocasión lo merecía. Fue una txapela muy sufrida. Lo celebramos bien. Echamos una buena cena y una buena juerga. Estoy contento. 

¿Cómo fue? 

-Cenamos en la sociedad y la fiesta fue en el frontón del polideportivo de Arbizu. Ahí estuvimos hasta que nos echaron. 

Después de un partido duro y una noche dulce, ¿cómo se levantó de la cama? 

-Mal. Me duele todo. Estoy cansado y no le he conseguido dar la vuelta. Es normal. Es de la tensión. Fue una final con mucha tensión. Al finalizar este tipo de partidos lo habitual es que el cuerpo se venga abajo. En unos días conseguiré recuperarlo un poco y retomar el tono para el fin de semana. Espero empezar bien el Campeonato de Parejas. 

¿Fue uno de los partidos más duros de toda su carrera deportiva? 

-Sí. Si no es el más duro, está entre ellos. En el Cuatro y Medio de San Fermín también terminé vació. No sé si fue por el calor o por el ambiente. En esta ocasión, sí que he sentido mucha paliza. Yo mismo me exigí mucho en cada pelotazo, en cada tanto. Lo que sí diría es que ha sido el partido más duro que he jugado dentro del Cuatro y Medio. 

“Estoy orgulloso de mí mismo. Estoy con ganas de que no sea la última. Trabajo a diario para volver a vivir más días como el del domingo”

Cruzaron 394 pelotazos a buena. Es la final más dura de la historia. 

-Eso me dijeron. Cuando estaba en mitad del choque, no tenía esa percepción. Tenía claro que era un encuentro duro, con mucho ritmo, pero en algunos momentos nos dimos el uno al otro opciones de hacer el tanto. La gente también ha comentado que fue muy bueno, muy igualado, con muchos pelotazos y estoy contento de ser partícipe de ella. 

¿Usted lo vivió del mismo modo? 

-Tenía la impresión de que estábamos haciendo un partido bueno, de mucho ritmo, intensidad, mentalmente exigente, duro..., pero mi sensación es que nos estábamos dando vida con algunos pelotazos y errores. Sin embargo, también dicen que no fallamos mucho. No he podido ver todavía el partido. 

Comienza muy bien, mandando, pero no logra romper el duelo a pesar del derroche físico inicial. 

-Es complicado. Un pelotari como Jokin Altuna, por mucho que vayas por delante en el marcador, aunque no esté al cien por cien, siempre tiene mil recursos para hacerte el tanto y estar pegado. Creo que físicamente yo estaba más entero porque en la primera parte cogí más el centro y a él le tocó defender de lado a lado. Eso le pasó factura. Me sentí muy bien: estaba cansado, pero le daba la vuelta rápido; bajaba las pulsaciones bien, me veía bien y con confianza. Eso me dio tranquilidad. 

¿Se veía mejor que Altuna III? 

-Me di cuenta de que le estaba haciendo daño. Me quedé con la percepción de que en algún tanto jugué demasiadas veces al ancho con la volea. Él me estaba esperando ahí, así que cambié a mitad de partido y busqué más la pared. Creo que acerté. Jokin es un pelotari muy intuitivo que acierta muchas veces. Algún pelotazo que otro tuve el tanto hecho y él acertó. Pequé en algunos tramos de jugarle mucho a la derecha. Rectifiqué y pude darle la vuelta. 

“He sufrido desde el principio. Quizás es la txapela que más me ha llenado por la dificultad del campeonato”

Indudablemente, la cita tuvo un componente de fortaleza física muy importante. ¿Considera que el apartado mental fue la clave, sobre todo en el tramo final del encuentro? 

-Sin duda. Los dos sabíamos que físicamente iba a ser una final muy dura, con mucha velocidad, pero de cabeza sí que fue muy muy exigente. Para él era mejor el frontón Bizkaia, como lo es para mí el Navarra Arena, y eso me hizo estar más centrado en cada tanto para no salirme del partido. Al final, con el 16-19, poca gente pensaba que podría darle la vuelta. Sin embargo, yo tenía la impresión de que era capaz de conseguirlo. Estaba restando bien, cómodo, y si cogía el saque creía que podía hacerle daño. Confié en mí, fui duro de cabeza y aguanté la presión en los momentos difíciles. 

En ese instante no aparecen los fantasmas de Ezkurdia. 

-Para nada. Estaba metido en la final. Es más, considero que di un paso más hacia delante. 

Arriesga. 

-Pensé: “Si pierdo es porque me la juego yo”. Eso lo tenía claro. Busqué más los ángulos y las chapas. Arriesgué. Le hice daño. 

Está 21-20 y falla un pelotazo con la zurda. Altuna III recupera el saque con el 21 iguales. ¿Cómo lo gestiona? 

-Tenía el tanto hecho y pegué a la chapa. Sentí rabia. Me fui a la silla y me convencí a mí mismo de que si restaba bien, iba a tener opciones de llevarme la txapela del Cuatro y Medio a casa. Respondí bien el saque de Jokin, así que me puse como objetivo pelear cada pelotazo de lo que quedaba de partido. Fue duro. La mejor manera de llegar al 21 iguales no es restando, pero me sentía con confianza. 

En otro momento, un 21 iguales se le habría escapado. El domingo, ante Jokin Altuna, acaba a su favor. Ha dado un paso más. 

-Ahora confío mucho más en mí mismo. Lo he trabajado mucho. Sé que si hago lo mío, si espanto los fantasmas de mi cabeza, si estoy limpio, puedo competir ahí arriba, ganando txapelas. Creo mucho en mí mismo, en la manera que tengo de jugar. Cuando debuté, la mayoría de 21 iguales los perdía. No sé si soy un pelotari al que le ha costado aprender y quizás lo haya hecho a base de golpes. El domingo podía haber caído del lado de Altuna, pero salió a mi favor. Eran momentos complicados, de muchos nervios y supe controlarlos. Estoy contento por ello. 

¿Este Cuatro y Medio alivia el golpe de la final del Manomanista, en la que perdió contra Laso por 7-22? 

-Acabar el año con una txapela es algo muy bonito. Soy un privilegiado por haber jugado dos finales este año, las dos individuales. Me queda la espinita por no haber rendido contra Unai en el Navarra Arena, pero no le doy muchas vueltas. Inmediatamente después de aquel partido me fui de vacaciones, reseteé y cogí el verano con muchas ganas. Siempre estará ahí la pena del Manomanista, porque es muy difícil jugar la final y no competí. Eso no tiene vuelta atrás y estoy orgulloso por cómo estoy haciendo las cosas. 

“En los últimos tantos nos costaba seguir la pelota con velocidad. Los dos estábamos con el chivato de la reserva encendido”

Un triunfo como el del domingo es una motivación extra, ¿no? 

-Sin duda. Las txapelas dan energía y ganas. Afrontas la semana con otra alegría. Viene bien para creer en el trabajo que hacemos a diario en los entrenamientos. Mientras el físico y la cabeza aguante, voy a pelear para ganar esa txapela del Manomanista. Si lo consiguiera, sería algo increíble. Si no, me quedaría orgulloso de todo lo que estoy consiguiendo. 

En 2018 gana dos txapelas (Parejas y Cuatro y Medio), pero se podría decir que 2022 ha sido su mejor año. 

-Considero que sí. Es cierto que en 2018 me llevé dos txapelas, pero este año he jugado dos finales y ganado una. Además, el verano que he hecho ha sido muy bueno y hay que valorar el Parejas. Me siento cómodo, con confianza. En 2021 empecé el Cuatro y Medio con muy buenas sensaciones y estoy siendo regular. Me quedo con el nivel que estoy dando. 2022 es mi mejor año de juego. 

¿Qué habló con Altuna III cuando se encontraron en el vestuario al término de la final? 

-Nos llevamos muy bien. Le dije que como pelotari y como persona era muy grande. Es humilde, hace lo suyo muy bien y siempre sabe dónde hay que estar. Le comenté que también se merecía la txapela. 

Jokin terminó el partido con la derecha tocada. ¿Fue consciente de ello? 

-Ni me di cuenta. Estuve centrado en lo mío y en cómo jugar. Sí que después pude verle la mano y la tenía golpeada y mal. Yo también acabé con las manos golpeadas, pero con la adrenalina aguantas. Jokin se vació. Fue una pelea bonita y muy buena. Cuando dos pelotaris se dejan todo, llega a la gente. Acabamos muertos. En los últimos tantos nos costaba seguir la pelota con velocidad. Estábamos con el chivato de la reserva encendido. Fue muy duro.

Jokin suelta la dejada al txoko en el 21 iguales y usted se encuentra alejado. ¿Qué se le pasa por la cabeza? 

-Tengo la sensación de que podría haber llegado a esa pelota. La seguí, sonó la chapa y la escuché a gusto. 

El capricho del deporte implica en que por apenas un dedo la txapela haya recalado en Arbizu y no en Amezketa. 

-Eso es. Los dos merecíamos ganar la txapela. Tanto Jokin como yo dimos todo lo que teníamos dentro. La conseguí yo y estoy contento por ello, pero también pudo ser al revés. Fíjese, en el 21-20 tuve tres pelotas en las que Altuna defendió muchísimo y acabé pegando a la chapa. Él último tanto, en cambio, fue chapa de Jokin. La pelota es redonda: un día gana uno y otro día, otro. El domingo si hubiera vencido Altuna, me habría fastidiado mucho en el momento, pero me habría quedado contento por el partido que hice. 

No sé si es consciente de que protagonizó una final que va a durar años en la retina del público pelotazale. 

-De momento no. Es bonito escuchar esas cosas y ser partícipe de ello, pero, ya le digo, durante el partido no tenía esa percepción. Sabía que estaba siendo duro. Uno escucha a gusto esos piropos. 

Suma tres txapelas del Cuatro y Medio y empata en el listado histórico con Jokin Altuna, Juan Martínez de Irujo, Patxi Eugi y Jorge Nagore. Por delante solamente quedan Julián Retegi, con cuatro, y Aimar Olaizola, con siete.

-No sabía más que el empate con Juan y con Jokin. Al finalizar el partido me comentaron eso y no le doy demasiadas vueltas. Estoy feliz con mi camino y con todo el recorrido hecho. Estoy orgulloso de mí mismo. Estoy con ganas de que no sea la última. Trabajo a diario para volver a vivir más días como el del domingo, con título o sin él, pero estando en la pelea. 

¿Estos triunfos dan más hambre? 

-No lo sé. Me siento con ganas de seguir en la pelea. A pesar de perder contra Unai, dije que estaba en uno de los mejores momentos de mi carrera. Estoy disfrutando. Las txapelas dan hambre. Siempre quieres más. 

¿Qué significa este título? 

-Ha sido un Cuatro y Medio muy duro. En 2018 y 2019 iba todo rodado. Tuve que exigirme mucho mentalmente. He sufrido. Quizás es el que más me ha llenado por la dificultad del campeonato.